Seré Millones (Argentina, 2013)
Dirección y Guión: Omar Neri, Mónica Simoncini y Fernando Krichmar. Elenco Ángel Abus, Oscar Serrano, Gonzalo Alfonsín, Rocío Domínguez, Walter Hernández, Enzo Ordeig, Federico Pereira, Pablo Trimarchi. Producción: Alejandra Guzzo. Distribuidora: Independiente. Duración: 103 minutos.
Utopías intempestivas.
Realizar una película o un documental sobre la lucha armada parece un tabú inenarrable por el cine argentino. La historia progresista argentina comienza con una dictadura genocida. Antes solo existe el caos o la nada. Seré Millones busca cambiar esta visión a partir de un colorido episodio acaecido en enero de 1972 que tuvo como protagonista a la guerrilla revolucionaria del Ejército Revolucionario del Pueblo (E.R.P.).
El E.R.P. fue una organización que pretendía iniciar una guerra revolucionaria que condujera a una insurrección popular con el fin de instaurar el socialismo en Argentina y el resto de América Latina. Con este fin, protagonizó varios asaltos y secuestros extorsivos a principios de la década del setenta, replegándose durante la dictadura después de sufrir varias bajas incluida la de su comandante, Mario Roberto Santucho.
Lo que parece en un principio una búsqueda de actores para realizar una película, al estilo de Los Traidores (1973) de Raymundo Gleyzer, sobre el asalto al Banco Nacional de Desarrollo, un banco creado por Juan Domingo Perón en 1944 para financiar proyectos productivos, se transforma en un ensayo sobre los propósitos de los protagonistas del asalto, el socialismo, los ideales revolucionarios en la actualidad, la militancia y la necesidad de recuperar la historia de la lucha armada en Argentina.
En un intento por financiar el proyecto revolucionario, Ángel Abus y Oscar Serrano, dos serenos del banco, comienzan a planificar con los dirigentes del Partido Revolucionario del Pueblo (P.R.T.) y su brazo armado, el E.R.P., un asalto para financiar la lucha guerrillera. Cuarenta años después sus protagonistas realizan un casting para reconstruir la historia con jóvenes actores que comienzan a comprender la ebullición revolucionaria de aquella época mediante los relatos de Ángel y Oscar, cargados de nostalgia y emotividad. Seré Millones se construye en base a las narraciones de sus protagonistas y la interacción con los actores que buscan comprender una época de la que poco y nada saben. De esta relación van surgiendo anécdotas, recuerdos y amistades que analizan los ideales de una generación que proponía como lema “vencer o morir”.
Entre citas a Espartaco, la gran obra del novelista comunista norteamericano Howard Fast, publicada en 1951 de forma independiente tras ser rechazada por todas las editoriales, y la extraordinaria adaptación cinematográfica de Stanley Kubrick protagonizada por Kirk Douglas en 1960, y una minuciosa investigación de Valeria Zeferino Acuña y Romina Migueles, Seré Millones propone ver la lucha armada desde los ojos y los relatos de sus protagonistas, buscando comprender sus ideales, sus miedos, sus anhelos, sus decisiones y las consecuencias de las mismas en un contexto que no dejaba margen para el error político o militar. De esta manera, un documental sobre la filmación de una película sobre un episodio de la guerrilla en los setenta se convierte en un ensayo político que desencadena todo un torbellino de recuerdos históricos e ideales que hoy es “conveniente” olvidar tras la basura del consumo masivo hollywoodense.
Por Martín Chiavarino
¿Persona o personaje?
En las últimas décadas en nuestro país el cine documental ha pegado un salto enorme expresado en las nuevas modalidades de representación que ponen en tensión la relación entre la ficción y el documental, y comienzan a integrar el relato en primera persona y a adoptar procedimientos alternativos a los tradicionales del género. Esta inscripción del “yo” plantea muchos interrogantes, más allá del tema, que tienen que ver con la forma de enunciación, y principalmente instaura a la experiencia y la subjetividad como ejes necesarios para construir un discurso sobre el mundo, en una época en la que los “grandes relatos” ya no responden a todas las preguntas.
Seré Millones se inscribe dentro de este marco buscando aunar la experiencia de un grupo de ex militantes del PRT-ERP con la de unos jóvenes actores que deberán representarlos en una película, luego de ser seleccionados en un casting. El documental se basa en las relaciones de experiencia-alteridad buscando que la subjetividad de unos transforme la de otros. Como ya dijo Gonzalo Aguilar acerca de algunos documentales argentinos, la pregunta ya no sería “dónde pongo la cámara” sino “cómo se pone el cuerpo a estas experiencias delante de una cámara”. Lo real está asentado en la experiencia de los protagonistas del episodio, pero esta experiencia ya es parte de un pasado y recordarla lleva a deformarla, como vemos en las secuencias en las que Oscar y Ángel improvisan con los actores escenas de su vida e introducen remates chistosos (que seguramente no fueron dichos en el episodio real), o se cuestionan lo verosímil de la interpretación (por ejemplo, si deben o no saludarse con un “hasta la victoria siempre” que seguramente provocará risas en los espectadores).
Si bien el planteo es muy interesante y novedoso, principalmente por el humor introducido en el relato, el cual es atípico en los documentales de esta temática, creo que no termina de funcionar del todo. Los jóvenes son representados bajo una estética a la Gran Hermano con cámaras ocultas en el camarín y en los espejos, y una especie de confesionario donde cuentan ante un espejo lo que les va pasando a medida que se interiorizan más acerca de sus “personajes reales”. Creo que este tratamiento puede llegar a pecar de subestimar a la juventud. Incluso en un diálogo que mantienen los actores en el camarín y que vemos gracias a estas cámaras ocultas, (seguramente guionado como gran parte de la película) demuestran gran ignorancia para con la historia de la militancia guerrillera pero a un nivel que yo juzgo exagerado. Y como venimos reivindicando la subjetividad, me parece justo hablar desde la mía más explícitamente. Tampoco termina de funcionar la inserción de escenas de Espartaco de Stanley Kubrick, basada en la novela homónima de Howard Fast, que manchan la película de un tinte épico que venía evitándose. A pesar de estas cuestiones, celebro la originalidad y el trabajo del equipo de investigación, y me parece que es un gran paso para el cine documental acercarse a esta visión tan creativa de la realidad.
Por Luciana Morelli
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