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CRÍTICAS

STING EN ARGENTINA – DirecTV Arena

El músico inglés volvió a nuestro país luego de su última visita, en el año 2007, cuando había tocado junto con The Police, la agrupación que supo liderar a la perfección, para ofrecer un recital a la medida de cualquier fan. Cuando de Sting hablamos, no podemos olvidar las características de su variado espectro de seguidores, que contempla tanto a los amantes de los clásicos y elementales hits de los años ochenta, como a los puristas que prefieren oír con detenimiento y concentración cada una de las notas que son interpretadas en sus complejas composiciones como solista, en las que ha sabido amalgamar pop, rock, jazz y hasta música árabe.

El recital que brindó el sábado pasado, inaugurando el DirecTV Arena, fue creado para el disfrute de cualquiera de sus escuchas, con momentos para saltar, bailar, corear, y segmentos para sentarse en la butaca a deleitarse con la minuciosidad de composiciones perfectas que ha creado este maravilloso músico a lo largo de su carrera, como “Shape of my heart” o “Fields of gold”, por solo mencionar dos de tantas. Las localidades estaban agotadas desde hacía varios días. Sin embargo, a las 21 horas –horario en el que debió haber comenzado el show-, el estadio se encontraba en un 50%. La organización fue pésima: desde los ingresos al estadio hasta los acomodadores: todos dejaron mucho que desear. El público, por momentos, también. La manía de “vivir” un show, filmando y sacándose “selfies” constantemente repele a quienes seguimos creyendo que un recital es un momento íntimo, que debe ser disfrutado para nutrir el alma y no para presumir que allí se estuvo en las redes sociales. Pero volvamos a la nefasta inauguración del DirecTV Arena: en ningún momento se previó que un estadio para 15 mil personas, ubicado en Tortuguitas, al costado de la Panamericana, debe tener un acceso mucho más presentable que el que posee, sobre todo teniendo en cuenta que, dada su ubicación, la mayoría de los espectadores acude en auto. Aún habiendo comenzado el show media hora más tarde de lo estipulado, muchísimos asistentes pudieron ingresar recién una vez transcurridas varias canciones. Algunos, directamente llegaron para ver a Sting en su primera despedida, es decir, antes de los bises.

Siendo las 21:30 horas, las luces se apagaron y pocos segundos después, comenzaron a sonar las primeras notas de “If I ever lose my faith in you”, seguida de “Every little thing she does is magic” y el magnífico “Englishman in New York”, que sonó a poco por haber sido suprimido el solo de clarinete, esencial en este magnánimo tema. Dos más de “The Police” llegaron luego: “So lonely”, con una audiencia que coreaba a los gritos el estribillo, y “When the world is running down, you make the best of what’s still around”. Dos piezas brillantes de su carrera como solista calmaron un poco las aguas: “Seven days” y “Fields of gold”, del gran disco “Ten summoner’s tales”, del que Sting interpretó cuatro canciones, lo que no fue casual, teniendo en cuenta que en su grabación participaron tres de los cuatro músicos que lo acompañaron a en el escenario: David Sancious, Dominic Miller y Vinnie Colaiuta.

La mención sirve de excusa para vanagloriar a la banda que trajo Sting a nuestro país: David Sancious, en teclados -que ha tocado nada más y nada menos que con Eric Clapton, Bruce Springsteen, Stanley Clarke, Peter Gabriel y Jon Anderson, entre otros músicos- haciendo una labor que satisfizo al más exigente de los espectadores. Dominic Miller, el músico argentino que vive en Francia y ha colaborado con Sting durante gran parte de su carrera como solista, en guitarra, ajustado a las necesidades del show, prolijo en cada nota. Vinnie Colaiuta, a quien Sting presentó como “el mejor baterista del mundo”, una vez más, desplegó un papel fundamental. En cada banda donde Vinnie toque la batería, dejará su marca. Nunca he visto a un baterista tocar en vivo en la manera en la que él lo hace. Cuando se anunció que Sting visitaría nuestro país, me enteré de que lo acompañaría Colaiuta y nunca comprendí cómo los organizadores no se encargaron de hacer conocer públicamente que, además de Sting, veríamos a este gigante en escena. Finalmente, Jo Lawry, la vocalista australiana que ha dejado boquiabierto a cualquiera que se haya deleitado con el concierto grabado en Berlin, en el año 2010, junto a la Royal Philharmonic Concert Orchestra, no hizo más que maravillarnos a todos. Intervenciones precisas, justas, coros celestiales a la medida de Sting, habiendo sabido tomar el rol protagónico en ciertos momentos del show, en los que se convirtió en voz principal y se robó el aplauso de la audiencia.

“Driven To Tears” y “Heavy Cloud No Rain”, fueron la antesala de la explosión que llegaría con el sorpresivo arranque de “Message in a bottle”, interpretada en su versión eléctrica, como en la época de The Police, y no de manera acústica, como venía haciendo Sting desde hace varias giras. Una vez finalizado el gran hit, llegó la seguidilla de canciones que más disfruté. El momento más preciado de toda la noche: “Shape of my heart”, “The hounds of winter” y “Wrapped around your finger” llegaron como una caricia al alma para una audiencia que pasó de la exaltación, a la calma y a la concentración, para después volver a saltar y bailar con “De Do Do Do, De Da Da Da” y otro clásico inoxidable: “Roxanne”, con un escenario iluminado de rojo, mientras Sting y Jo Lawry cantaban “You don’t have to put on the red light”. Hacia el final de la canción, un enganche dio paso a “Ain’t no sunshine” –esta vez todo se iluminó de azul-, para luego regresar a “Roxanne” y así finalizar la parte central del espectáculo.

El primer bis llegó con “Desert rose”, uno de los temas más esperados y coreados por el publico, “King of pain” y el infaltable “Every breath you take”. El segundo bis, con “Next to you”, y el cierre, con una de las canciones más emblemáticas y preciosas de la carrera de Sting, llamada “Fragile”. Diez canciones de su carrera como solista y otras diez de The Police –confirmando que se trató de un show apto para todo público- protagonizaron esta divina noche en un estadio al que le falta mucho para ser de primer nivel. Pero eso no opaca la excelencia de un músico como Sting, que acompañado de una banda de un nivel fenomenal y acorde a las circunstancias, generó que quince mil personas se fueran con una sonrisa de oreja a oreja a sus casas luego de haber disfrutado su música.

Un solo deseo: ¡que el regreso no demore ocho años más!

calificacion_5

Por Leonel Javier Ciliberto.

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Sting en Argentina: un show apto para todo público. 31/10/15 DirecTv Arena.

Sting – voz, bajo y guitarra.

Jo Lawry – vocalista.

Dominic Miller – guitarra

Vinnie Colaiuta – bateria

David Sancious – teclados

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