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CRÍTICAS - CINE

Adoro la Fama (The Bling Ring)

(Estados Unidos/ Reino Unido/ Francia/ Alemania/ Japón, 2013)

Dirección y Guión: Sofia Coppola. Elenco: Katie Chang, Emma Watson, Israel Broussard, Taissa Farmiga, Leslie Mann. Producción: Roman Coppola, Sofia Coppola y Youree Henley. Distribuidora: Diamond Films. Duración: 90 minutos.

La socialización mediante el mercado.

Tanto en ciencia como en arte, la objetividad no existe. Nos referimos específicamente a ese mito esencial, arrastrado desde el ideario iluminista, que proclama la desaparición del sujeto en un proceso metódico que deriva en un resultado. Si bien gracias al positivismo aún hoy persisten en las “ciencias duras” fábulas de este tipo, con la muerte del “arte socialista” ya a nadie le preocupa la intervención coyuntural del autor en su obra. De hecho, el ámbito creativo organiza la exégesis detallada de dicha operación enunciativa, en la que el responsable máximo deja sus huellas en cada uno de los rasgos constitutivos de la pieza en cuestión, ratificando esa suerte de “apología de la subjetividad” que se espera de él.

Que una cineasta como Sofia Coppola nos entregue una película como Adoro la Fama (The Bling Ring, 2013) no es precisamente una novedad. En primera instancia debemos considerar su carrera hasta la fecha: aquella trilogía sobre la soledad compuesta por Las Vírgenes Suicidas (The Virgin Suicides, 1999), Perdidos en Tokio (Lost in Translation, 2003) y María Antonieta (Marie Antoinette, 2006), y el por ahora díptico acerca de la celebridad maltrecha, Somewhere (2010) y la que hoy nos ocupa. Así las cosas, el principal foco de los ataques contra la directora lo encontramos en su relación personal para con esos dos tópicos centrales de su producción, ejes narrativos siempre filtrados por la melancolía.

Una vez más, esa mirada entre cercana y distante vuelve a ser la protagonista de un relato etéreo que elige a la socialización mediante el mercado como núcleo temático, hoy explorado bajo los ropajes de un grupito de adolescentes de las afueras de Los Ángeles obsesionados con la fama. Basándose en un caso verídico, Coppola sigue a los jóvenes mientras saquean las casas de sus ídolos y reincide en las tomas fijas, la cámara lenta, una puesta en escena minimalista, musicalización estridente, un ritmo pausado, detalles irónicos y una dosificación concienzuda de los tiempos muertos. La banalidad cortoplacista y la vacuidad ideológica dicen presentes en “robos hormiga” tan fútiles como su trasfondo.

Sin lugar a dudas el punto de vista es una dimensión fundamental del análisis, sobre todo si nos detenemos en la pretendida imparcialidad del cine indie norteamericano y de gran parte de su homólogo arty europeo. Sin embargo, el enfoque de la realizadora no es tan rígido sino que se permite una relativa amplitud general que incluye autocrítica, sátira mediática y un poco de humor negro. Coppola observa a sus personajes con un microscopio pero no los juzga porque -decididamente- se identifica con ellos (recordemos que ella nació en el seno de la industria y conoce la dependencia para con el público, el cual a su vez fetichiza un estilo de vida bobalicón basado en el consumo, el lujo, la ostentación y las orgías non stop).

Mención aparte merecen la excelente dirección de actores de la neoyorquina y el trabajo de todo el elenco, en especial el de los “cabecillas” de la banda, interpretados por Katie Chang e Israel Broussard. Desde ya que la presencia de Emma Watson equivale al “gancho de venta” del momento aunque lo cierto es que la señorita cumple en su rol. En Adoro la Fama la cineasta esquiva el cansancio formal que empieza a asomarse en su obra pero la anécdota relatada resulta demasiado insignificante como para convertirse en un film extraordinario, redondeando apenas un retrato agridulce acerca de la influencia desmoralizadora que trajo aparejada la profusión de las comunidades virtuales y el consabido culto al meta-artificio.

calificacion_3

Por Emiliano Fernández

 

Los eternos conflictos de la adolescencia.

Sofia Coppola es dueña de una destacada filmografía a pesar de su juventud. En busca de un estilo propio, se encuentra en una etapa descendente respecto de sus comienzos. Partiendo de films más narrativos como la atrapante Las Vírgenes Suicidas o la encantadora Perdidos en Tokio, luego se inclinó hacia la experimentación formal, incursionando en el contraste entre lo antiguo (el tiempo de la historia) y lo moderno (la musicalización rock) en María Antonieta, y los climas intensos y un tiempo más pausado -con planos más largos y por momentos fijos- en Somewhere.

En Adoro la Fama, su nueva obra, Coppola reincide en sus temáticas habituales respecto a las relaciones humanas: el descubrimiento de uno mismo, los conflictos familiares y la incógnita de qué hacer con la vida. Al igual que en Somewhere, opta por un enfoque más indie y una fotografía no tan llamativa -en lo que a rasgos estilísticos se refiere- que cumple la función de enmarcar los hechos de la historia, la cual está basada en sucesos reales.

La trama se centra en un grupo de adolescentes de Los Angeles que escudriñan la vida de las celebridades para saquear sus casas. Coppola expone los hechos a través de los jóvenes personajes y el conflictivo universo que los rodea, desde la indiferencia de sus padres, la falta de límites y la desfachatez de sus excesos. Adoro la Fama exhibe dos marcados tiempos narrativos: un presente en el que los chicos son juzgados y un pasado que retrata los robos, gracias a los cuales se hicieron de una pequeña fortuna.

La película resulta correcta, no obstante también es la más floja de la realizadora. Por momentos, Adoro la Fama se torna un tanto monótona debido a las diversas repeticiones de motivos. A pesar de que está bien narrada, ya no hallamos aquella chispa de Perdidos en Tokio y Somewhere, films que resultaban más lúcidos y atractivos. La propuesta acumula altibajos a la vez que mantiene la esencia de Coppola, quien -a pesar de tener sólo cinco largometrajes en su haber- aún hoy continúa experimentando en su pretensión de evolucionar hacia un cine más maduro.

calificacion_3

Por Tomás Maito

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