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CRÍTICAS - CINE

Tras la Puerta (The Door)

Tras la Puerta (The Door, Hungría/ Alemania, 2012)

Dirección: István Szabó. Guión: István Szabó y Andrea Vészits. Elenco: Helen Mirren, Martina Gedeck, Károly Eperjes, Gábor Koncz, Erika Marozsán, Mari Nagy. Producción: Jenõ Hábermann y Sándor Söth. Distribución: Distribution Company. Duración: 97 minutos.

Un regreso para el olvido.

Tras seis años sin filmar, el aclamado realizador húngaro István Szabó vuelve con Tras la Puerta, un melodrama que narra la extraña relación entre Magda (Martina Gedeck), una escritora rica, y Emerenc (Helen Mirren), la misteriosa empleada doméstica que trabaja en su casa. Pareciese que atractivas obras como Mephisto, Sunshine o Conociendo a Julia poco tienen que ver con esta nueva película, la cual -por momentos- parece un telefilm de antaño.

Situada en la post Segunda Guerra Mundial, la nueva película de Szabó se maneja por contrastes en tanto a las dos protagonistas: la paciente y exitosa Magda y la conflictiva Emerenc, la cual lleva la carga de un desgarrador pasado. A partir de esa base, se forja una intensa relación entre ambas que irá transitando distintas etapas a lo largo de la película.

El mayor inconveniente de Tras la Puerta es que resulta una película insulsa, con motivos que se repiten innecesariamente en la narración como un leit motiv sustentado en una composición de Robert Schumann, cuya única función es hacer que las acciones se tornen bastante tediosas. También se ven subtramas un tanto ridículas que poco aportan al desarrollo de la historia, en tanto que ciertos flashbacks sumamente explicativos son señales de lo flojo que resulta el guión.

Quizás lo único que mantiene al film de Szabó a salvo de la absoluta indiferencia es la actuación de Mirren, que a pesar de no estar a la altura de grandes interpretaciones suyas como las de El Cocinero, el Ladrón, su Mujer y su Amante y La Reina, logra una interesante composición. Los desequilibrios emocionales, los miedos y los secretos perturbadores que tiene Emerenc la hacen -a priori- un personaje interesante, aunque su carácter no está desarrollado con la profundidad necesaria. El film sólo se preocupa por establecer nimiedades y no destaca otros temas que podrían haber proporcionado una mayor riqueza general.

Con un tratamiento visual un tanto deslucido, Tras la Puerta resulta un paso en falso en la carrera de Szabó, una película para el olvido con muy pocos tópicos que resulten destacables. A pesar de la presencia de una gran protagonista como Mirren, ni siquiera sus dotes actorales logran evitar que el film caiga en la intrascendencia y los desacoples narrativos.


Por Tomás Maito

Naturalismo y disciplina.

Si bien a simple vista cuesta creer que Tras la Puerta (The Door, 2012) sea realmente una película de István Szabó, director húngaro que nos ha ofrecido opus legendarios como Mephisto (1981) o Sunshine (1999), una vez que se dejan de lado las capas de mediocridad superficial de las que se compone el film, uno puede distinguir algunos de los tópicos que le han interesado desde los comienzos de su carrera. Aquí volvemos a hallar temas centrales como la identidad maltrecha, los secretos que subsisten a través del tiempo, la responsabilidad social para con la profesión, los límites concretos de la esfera privada y una sistematización de los conflictos entre nuestra actividad personal y su contraparte pública.

La historia sigue la relación entre Magda (Martina Gedeck), una novelista en ascenso, y Emerenc (Helen Mirren), una empleada doméstica que vive justo enfrente de la casona de turno. Mientras que la primera se mueve como una burguesa de izquierda, comprensiva y disciplinada, la segunda abraza los clichés del lumpen ajado, casi siempre dominante vía naturalismo y frases agudas. Ahora bien, no nos queda más que sincerarnos en lo que respecta al trago amargo que representa la propuesta: hablamos principalmente de una merma significativa de calidad. La inteligencia formal de antaño fue reemplazada en esta oportunidad por una edición bastante tosca y una multiplicidad de recursos símil telefilm.

Aparentemente Szabó deseaba profundizar una vez más sobre sus motivos de siempre, mediante la subtrama del pasado atribulado de Emerenc, ese al que hace referencia el título y que se esconde detrás del portal de su hogar, pero el tono disperso y por demás episódico del relato termina desaprovechando la coyuntura creada, condenando el análisis a la vacuidad pasatista y licuando el verosímil a medida que transcurren los minutos. Como si se tratase de una colección de eventos más o menos interconectados, el realizador opta por un desarrollo de personajes un tanto anecdótico que se materializa a través de detalles inconducentes, elipsis algo rudimentarias y numerosos lugares comunes del melodrama.

En el apartado de los puntos a favor, por supuesto que nuevamente debemos destacar la presencia de Mirren, hoy asistida por una eficaz y bella Gedeck, ya que gracias a su oficio el convite no cae en el olvido instantáneo. Tampoco podemos dejar de aclarar que Tras la Puerta posee un cierto encanto involuntario, digno de las obras fallidas que a pesar de constituir una verdadera antología de tropiezos procedimentales, logran imponer sus buenas intenciones y hasta consiguen por momentos dar vida a seres entrañables. Pero para su desgracia, a las protagonistas les tocó moverse dentro de un andamiaje narrativo -entre anodino y negligente- que necesitaba de una progresión mucho más ambiciosa y pausada…

Por Emiliano Fernández

Tras la Puerta es el regreso a la cartelera nacional del director húngaro István Szabó, realizador que cuenta con un prestigio ganado por películas que en su momento tuvieron una amplia repercusión en los círculos de la cinefilia local como Mephisto o Sunshine (quizás la película donde estuvo más placenteramente fotografiada la maravillosa Rachel Weisz). En esta oportunidad suma a Helen Mirren en el papel de Emerenc, una empleada doméstica con un pasado que es una incógnita y que vive en una casa donde nadie tiene permitido ingresar, de ahí el nombre de la película y MacGuffin de la misma. Szabó articula durante la narración el pasado que se esconde detrás de esa puerta que la Mirren defiende efusivamente.

El problema formal que tiene la película es que Szabó nunca pudo despojarse de la idea de que estaba haciendo un telefilm: las escenas más ricas de la película, cuando interactúan Mirren con Martina Gedeck (Magda, la novelista que pretende descubrir el pasado de Emerenc), terminan siendo teatro filmado, sin ningún tipo de vuelo formal. Szabó utiliza música de cuerdas rancia para mostrar la rutina de vida de Emerenc y nunca confía ni recurre al artificio, más allá de un flashback delirante donde empieza a construir el pasado de la protagonista (quizás el único momento de “cine” de la película, cuando ese rayo pone un atisbo de emoción a la vista).

Un pasado amorío y la relación con una familia judía en la época de la guerra terminan desviando la atención de la explotación de la única película que tenía a mano Szabó, el seguir alimentando la relación entre ambas protagonistas. Así él prefirió como director volver a su tema recurrente, contar la historia de Budapest en la época oscura del nazismo a través de las relaciones humanas, aunque esta vez quedó en deuda total, en función de este telefím de bajo vuelo que lo ubica muy cerca del retiro.

Por Carlos Federico Rey

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