(Estados Unidos, 2013)
Dirección: Jon Turteltaub. Guión: Dan Fogelman. Elenco: Michael Douglas, Robert De Niro, Morgan Freeman, Kevin Kline, Mary Steenburgen. Producción: Amy Baer, Joseph Drake, Laurence Mark. Distribuidora: Alfa Films. Duración: 105 minutos.
Un (nuevo) placer culposo.
El comienzo de Último Viaje a Las Vegas (¡ay estos títulos locales!) retrata una amistad, versión Hollywood. Los cuatro protagonistas -en sus años preadolescentes- se vengan de un bravucón y logran escapar con un objeto que tendrá un valor dramático a futuro. Como si nada, hay una elipsis de cincuenta y ocho años, que muestra a los cuatro señores ya entrados en la tercera edad. Kevin Kline hace ejercicios acuáticos de mala manera, acompañado de su mujer y un séquito de gerontes. Morgan Freeman aparece como el más enfermo físicamente de los cuatro, tratado como un niño por su hijo. Robert De Niro es un viudo ermitaño que convirtió su casa en un santuario en honor a su mujer fallecida. Michael Douglas hace de lo que hace mejor: de un millonario aburrido. Una decisión tomada con algo de premura es la que motoriza el reencuentro de los cuatro amigos, como así también el relato.
Luego del pantallazo por la vida de cada uno, se da cita la ametralladora de chistes simples sobre el paso del tiempo, lo fastidioso de la vejez mal llevada y el intento de mostrarse jóvenes en
boliches o, en la escena que más vergüenza ajena causa, en un concurso de bikinis. Sí, los cuatro abuelitos que hicieron actuaciones memorables hace mucho tiempo, se sientan a evaluar bikinis al compás de un sonido estruendoso que parece música, mientras un infradotado no para de gritar gansadas. La coronación de esta escena se da cuando este “coso que grita” le dice a nuestro
Robert De Niro: “tengo un regalito para vos”, y sin pasar un instante se trepa a la mesa y le realiza movimientos pélvicos al actor de El Rey de la Comedia a medio metro de su rostro. Esta secuencia, en la que uno prefiere taparse los ojos, pasa a engrosar la lista de disparates cometidos por el actor. Recordemos los casos de Showtime y Analízate, entre otros desastres. A favor del gran Robert hay que señalar toda la fuerza dramática que le pone a ciertas escenas, especialmente hacia el final, cuando la historia de su personaje y el de Douglas se articulan.
Lo que se podía pensar como un ¿Qué Pasó Ayer? en versión geriátrica finalmente no se da, no hay desmadres ni situaciones demasiado incomodas (salvo la no buscada del concurso de bikinis). El humor de Kline es el que mejor se acomoda, Freeman acompaña como puede (se nota su poco bagaje cómico) y el director Jon Turteltaub (Mi Encuentro Conmigo) trata de sacar provecho de las presencias legendarias más que de un guión algo perezoso, el cual también se ajusta a un molde conservador sobre temas como el matrimonio, la infidelidad y la reparación de errores. Si ignoramos todos los huecos, lugares comunes y estereotipos, Último Viaje a Las Vegas deja un gusto dulce, una sensación de placer culposo de esos a los que no podemos resistirnos. En algunos foros sugerían premisas para una futura secuela (la que podría ser viable ya que este film fue un mediano éxito en los Estados Unidos) en la que aparecería un cuarteto rival integrado por Jack Nicholson, Clint Eastwood, Dustin Hoffman y Al Pacino en una suerte de resort, el título sería… Last Resort, claro.
Por José Tripodero