Al final del camino…
La extraordinaria capacidad de la dupla Jean-Pierre y Luc Dardenne para representar cuestiones sociales es parte de una comprensión del drama existencial de los trabajadores y de las contradicciones del sistema capitalista en la actualidad. Situándose como observadores epistemológicos de una realidad que se complejiza a cada momento, los hermanos Dardenne indagan en las situaciones cotidianas sin introducir un componente político pero marcando una definición ideológica clara a través del recorte cinematográfico.
Dos Días, una Noche (Deux Jours, une Nuit, 2014) es una odisea laboral que tiene como protagonista a Sandra (Marion Cotillard), una operaria de una empresa de paneles solares. Con la excusa de la falta de competitividad y rentabilidad, una temible muletilla de las corporaciones para recortar personal y salario, la empresa somete a la votación de los empleados si prefieren que ella retome su puesto, tras una prolongada licencia psiquiátrica debida a síntomas de depresión, o si optan por recibir su bono por productividad, dado que el gerente anuncia inescrupulosamente que no hay presupuesto para ambas. Tras la votación Sandra y su amiga Juliette consiguen un viernes a última hora que la gerencia apruebe la realización de una nueva votación para el lunes aduciendo que el capataz del proyecto coaccionó y amedrentó a varios empleados para escoger por el bono. Superando todos sus problemas, Sandra deberá ponerse en contacto con sus compañeros para que cambien de opinión con el fin de conservar su trabajo, ya que sin su salario su familia no está en condiciones de mantener el nivel de vida de clase media que llevan.
A través de varios ejes conceptuales la película construye una mirada universal sobre la precariedad en la que viven los trabajadores debido a la falta de solidaridad, la flexibilización laboral, el miedo a las represalias, el egoísmo, la presión psicológica y la falta de unidad y de sindicatos representativos en tanto momentos de una batalla ideológica entre los ideales corporativos (los cuales proponen la sujeción de los empleados a las políticas de la empresa) y los ideales de conciencia de clase.
En esta búsqueda de la solidaridad perdida en la cultura de las crisis permanentes europeas, el cuerpo de Marion Cotillard soporta durante todo el metraje la atenta auscultación de cada uno de sus gestos a través de la cámara, ofreciendo una excelente, aguda y sufrida actuación, y representando los efectos de la inestabilidad laboral sobre la psiquis. De esta forma, Dos Días, una Noche se transforma -al igual que el resto de la filmografía de los Dardenne- tanto en un manifiesto social como en una aproximación sutil y abisal a las profundidades de las emociones humanas en situaciones sociales límite.
Por Martín Chiavarino