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CRÍTICAS - CINE

En el Corazón del Mar (In the Heart of the Sea)

(Estados Unidos/ Australia/ España/ Reino Unido/ Canadá, 2015)

Dirección: Ron Howard. Guión: Charles Leavitt. Elenco: Chris Hemsworth, Benjamin Walker, Cillian Murphy, Brendan Gleeson, Ben Whishaw, Michelle Fairley, Tom Holland, Paul Anderson, Frank Dillane, Joseph Mawle. Producción: Ron Howard, Brian Grazer, Joe Roth, Will Ward y Paula Weinstein. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 122 minutos.

Blanca como el alabastro.

Definitivamente Moby-Dick de Herman Melville es una de las novelas más peculiares del romanticismo norteamericano: durante gran parte de su extensión se asemeja más a un tratado acerca de la caza de ballenas que a un retrato de la lucha del hombre contra la naturaleza o la simple crónica de aventuras, las cuales a su vez están relatadas con una infinidad de floreos discursivos con reminiscencias de William Shakespeare. Muy pocos saben que el neoyorquino de hecho se inspiró en varios casos similares, entre ellos el más importante y afamado fue el del hundimiento del Essex, uno de los tantos navíos que se dedicaba a la extracción de aceite de cachalote o espermaceti, una de las actividades más prósperas del siglo XIX gracias a los múltiples usos de la sustancia en cuestión (en especial se lo utilizaba como base de muchos productos de las industrias energética y farmacéutica).

La nueva película de Ron Howard, En el Corazón del Mar (In the Heart of the Sea, 2015), está basada en el libro homónimo de Nathaniel Philbrick, un trabajo de “no ficción” que narra los pormenores del derrotero del Essex, no obstante el guión de Charles Leavitt -en otra de esas típicas estrategias comerciales de Hollywood- recurre a su condición de “tragedia que inspiró a Moby-Dick” e introduce al propio Melville dentro de la historia (interpretado por Ben Whishaw), mediante el ardid de estar escribiendo su mítica novela y de solicitar un repaso de los acontecimientos a Thomas Nickerson (Brendan Gleeson), un señor mayor en la actualidad de 1850 y un joven tripulante del Essex en 1820. Hasta cierto punto duele reconocerlo pero lo que podría haber sido una digna sucesora de la genial Rush (2013) termina cayendo en los mismos inconvenientes de los opus de antaño del realizador.

El film desde el comienzo aclara que todo se reduce a la tensa relación entre el Capitán George Pollard (Benjamin Walker), perteneciente a la aristocracia ballenera de la Isla de Nantucket, en Massachusetts, y el Primer Oficial Owen Chase (Chris Hemsworth), de familia campesina y con muchísima experiencia en alta mar. Mientras que la primera hora del metraje abarca las pugnas entre ambos en el marco del periplo y el ataque del cachalote de rasgos psicopáticos de turno, la segunda mitad es un relato de supervivencia centrado en los tripulantes del barco que lograron salir con vida del “percance”. Si bien Howard, un verdadero veterano del séptimo arte, aprovecha su talento a nivel visual, ese que ha ido puliendo de manera escalonada a lo largo de las décadas, lamentablemente no le alcanza para compensar la insignificancia de la dimensión conceptual y la pobreza de los diálogos.

Salvo escasas excepciones como sus colaboraciones con el guionista Peter Morgan -la susodicha Rush y Frost/Nixon (2008)- y alguna que otra anomalía que nos regaló con el transcurrir de los años -pensemos en la maravillosamente desquiciada Willow (1988) o en la poderosa Las Desapariciones (The Missing, 2003)- el director por lo general tuvo una carrera prolífica que promedió hacia abajo, no tanto por su desempeño específico detrás de cámaras sino más bien debido a su predilección por los productos mainstream melosos o conservadores y la poca carnadura de la mayoría de los guiones que le ha tocado filmar. El trabajo en papel de Leavitt desperdicia la interesante dinámica entre los personajes de Walker y Hemsworth (éste último está excelente como el líder natural de la expedición) y presenta muchas secuencias sin conexión dramática entre sí (la odisea se termina licuando).

Teniendo como precedentes películas de la talla de Moby Dick (1956) de John Huston o Capitán de Mar y Guerra (Master and Commander: The Far Side of the World, 2003) de Peter Weir, el equipo responsable de En el Corazón del Mar debería haberse molestado en construir una epopeya más coherente y menos morosa en su desarrollo, caracterizada por baches en los que no se define la idiosincrasia de los marineros. Otro problema, si se quiere menor, pasa por la falta de equilibrio entre las escenas “tradicionales” y las de acción sustentadas en CGI, un obstáculo que el británico Anthony Dod Mantle corrige con inteligencia desde una fotografía de colores furiosos. En suma, estamos ante una alegoría trivial y fallida sobre la inconmensurabilidad de la naturaleza, representada en esa ballena tan blanca como el alabastro, ejemplo del castigo que merece el hombre por su codicia…

calificacion_2

Por Emiliano Fernández

 

“Llámenme Ismael”. Con esa frase empieza Moby-Dick, la voluminosa novela de Herman Melville publicada en 1851. Un clásico de la literatura, que supo ser llevado al cine por John Huston, poco más de cien años después, con Gregory Peck como Ahab, el capitán obsesionado con una terrible ballena blanca. La historia vuelve a la pantalla grande, pero con una particularidad: ahora se trata del relato verídico que inspiró el libro.

Ambientada en 1820, En el Corazón del Mar presenta a Owen Chase (Chris Hemsworth), temerario marino que aspira a capitanear su propio barco y ganarse por fin el respeto de la Isla de Nantucket. En su nueva expedición le toca ser Primer Oficial de George Pollard (Benjamin Walker), inexperto Capitán que sólo llegó al cargo por cuestiones familiares. Un vínculo que comienza tenso a bordo de ballenero Essex, pero durante el viaje aparecerán amenazas más grandes y feroces. Para empezar, un cachalote pálido que parece querer hacerles la vida imposible, como el brazo ejecutor de la mismísima naturaleza en su respuesta a los ataques del hombre.

El director Ron Howard y Hemsworth venían de trabajar juntos en Rush, excelente film sobre la rivalidad entre los corredores de autos James Hunt y Niki Lauda (Daniel Brühl). Ambos, junto al director de fotografía británico Anthony Dod Mantle, buscan imprimirle a esta epopeya marítima la misma fuerza que a aquella historia ambientada en el mundo de la Fórmula 1. Y lo logran en varias secuencias, sobre todo a la hora de plasmar la caza de ballenas y los ataques del denominado “demonio acuático”. Sin embargo, esta vez no está el guionista Peter Morgan (también responsable de Frost/Nixon, otra de las grandes películas recientes de Howard), y se nota: las relaciones entre los protagonistas y los personajes secundarios, así como las caracterizaciones de cada uno, quedan superficiales, y la mayoría de las escenas intimistas -incluyendo los enfrentamientos que ponen en jaque a la tripulación y las luchas de poderes- no dejan de ser esquemáticas. De todas maneras, el espectador logrará involucrarse con personajes como Chase, el Segundo Oficial Matthew Joy (Cillian Murphy) y Thomas Nickerson (el narrador de lo sucedido, el Ismael original, encarnado por Tom Holland de joven y por Brendan Gleeson en la edad más avanzada), especialmente cuando deben tomar decisiones difíciles para sobrevivir.

Hemsworth pone todo en la composición de su rol y, al igual que cuando encarna a Thor en las películas de Marvel, sigue siendo una presencia imponente. Pero ni su trabajo ni el de sus compañeros de elenco sobresalen de lo esquemático. A los navegantes se le suma Ben Whishaw como Melville, en pleno proceso de investigación para su obra cumbre.

En el Corazón del Mar (que, de ser filmada décadas atrás, hubiera tenido a Kirk Douglas o a Peter O’Toole entre sus protagonistas) pudo ser mejor de lo que es, pero le alcanza para ser una odisea vibrante y entretenida. Además, permite conocer la leyenda detrás de una ficción que jamás dejará de acechar en las aguas de nuestra imaginación.

calificacion_3

Por Matías Orta

orta@asalallena.com.ar

 

La historia de Moby-Dick ha atraído a millones de personas alrededor del mundo. La idea de una ballena gigantesca, invencible y casi malévola resulta fascinante. El director Ron Howard, quien ha dirigido grandes películas como Rush, Frost/Nixon y Una Mente Brillante, decide contar los entretelones detrás del clásico libro de Herman Melville. La verdadera historia que inspiró al escritor, la del ballenero Essex.

Owen Chase (Chris Hemsworth) quiere ser Capitán de su propio barco y aunque tiene la experiencia necesaria es obligado a ser Primer Oficial del inexperto y acomodado George Pollard (Benjamin Walker). Aunque se detesten, deberán trabajar juntos con su tripulación para conseguir cientos de barriles de aceite de cachalote. Después de todo, las peleas quedan en segundo plano cuando se encuentran con la terrible ballena blanca que los perseguirá hasta los confines del mundo.

Los desastres, los dramas y los conflictos que el grupo de marineros encontrará en el viaje son narrados por el único sobreviviente, Thomas Nickerson, quien es interpretado por Tom Holland cuando era tan sólo un niño en el Essex y por Brendan Gleeson cuando le cuenta la historia al joven Melville (Ben Whishaw).

A pesar de la presencia de actores como Hemsworth y Cillian Murphy, terminan siendo más interesantes los personajes de Melville, como un joven escritor desesperado por ser recordado y temeroso de transformarse en otro artista del montón, y del viejo Nickerson, que sigue acechado por los fantasmas del pasado y por las traumáticas experiencias que atravesó cuando tenía apenas catorce años.

La película se destaca por algunas grandes escenas dramáticas y vertiginosas. La primera es durante una tormenta terrible con la que los marineros se topan mientras navegan, y el resto de las secuencias se centra en el enfrentamiento con la gigantesca ballena asesina. Pero a pesar de los buenos intentos de Howard por entretener e impresionar, el guión básico y el desarrollo casi inexistente de los personajes hace que la película sólo logre ser atrapante en las contadas escenas de acción. A diferencia de la obra maestra de Melville, que aun hoy sigue vigente, estamos ante un film que pasará rápidamente al olvido.

calificacion_3

Por Eliana Giménez

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