(Italia / Francia, 2016)
Guión y dirección: Roberto Andó. Elenco: Toni Servillo, Daniel Auteuil, Roman Polanski, Pierfrancesco Favino, Lambert Wilson, Moritz Bleibtreu, Marie-Josée Croze, Stéphane Freiss. Producción: Angelo Barbagallo. Distribuidora: CDI Films. Duración: 100 minutos.
La política de la piedad
El último film del realizador italiano Roberto Andó –Viva la Libertad (Viva la libertà, 2013)- regresa a la arena política al igual que su opus anterior, esta vez para situarse en una conferencia del G8 de las principales naciones industrializadas. Se trata de un interesante thriller de reflexión política sobre el capitalismo, la crisis económica europea y la responsabilidad de los políticos en la misma.
El día de su cumpleaños, que coincide con la asamblea anual de los representantes del G8 en Alemania, el director del Fondo Monetario Internacional, Daniel Roché (Daniel Auteuil) reúne a los asistentes y convoca a un sacerdote y a dos prominentes figuras de organizaciones no gubernamentales que luchan contra la pobreza, para debatir sobre política económica.
Lo que parecía una maniobra política para incluir a figuras opuestas en el marco de decisiones económicas que expulsarían a Grecia de la comunidad europea, abandonándola a su suerte después de destruir sus industrias, deviene en una situación policial cuando Roché se suicida extrañamente, ahogándose con una bolsa, tras confesarse con Roberto Salus (Toni Servillo), el heterodoxo sacerdote que confunde a todos con sus estoicas respuestas.
La muerte de Roché desata todo tipo de debates y discusiones políticas, económicas, éticas, morales, entre todos los protagonistas, donde los políticos exponen las distintas visiones del mundo. El consenso que parecía consolidado gracias a los exhortaciones de Roché se derrumban cuando los políticos deben justificarlos ante el sacerdote y ante sí mismos, y una grieta se abre entre los que quieren seguir con el plan original y los que encuentran cada vez más fuerzas para oponerse.
El personaje de Salus y de la escritora de novelas para niños y líder de una ONG, Claire Seth (Connie Nielsen) funcionan como los polos de la conciencia social en medio del cinismo de los políticos de los países desarrollados que no sienten ningún remordimiento al aplastar a los países que hasta hace poco apoyaban cuando el viento cambia, llegando incluso a intentar buscar pruebas para inculpar al sacerdote de la muerte de Roché para que la misma no afecte la visión de la opinión pública sobre la conferencia.
El film de Andó falla en la síntesis de las ideas, extendiéndose en explicaciones sobre cuestiones económicas que no siempre son imprescindibles, pero logra ofrecer, al mismo tiempo, una solidez en su trama a través de la fuerza de los conceptos que trabaja y las buenas actuaciones de todo el elenco.
Le Confessioni contrapone así el hedonismo a la piedad en una propuesta sobria en la que los monólogos y los diálogos se imponen a todos los rubros técnicos, en una obra más teatral que cinematográfica, con un contenido profundo y complejo. La reflexión sobre las cuestiones sociales y la necesidad de construir un mundo más justo revolotean alrededor del G8 y se mezclan con las protestas, la mezquindad y la falta de voluntad de los políticos para ver más allá de sus narices y de sus propios bolsillos.
Martín Chiavarino
Nota original, en nuestra cobertura de la Semana del Cine Italiano 2016.