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CRÍTICAS - CINE

Rápidos y furiosos 7, según José Luis De Lorenzo

La acertada renovación de una franquicia…

Como es frecuente, la maquinaria de Hollywood no para tras conseguir un éxito rotundo de taquilla sobre un film individual. El siguiente paso a este fenómeno es el de continuar con la premisa inicial, parir secuelas e intentar en el mejor de los casos buscar un mínimo giro para no aburrir al público cautivo de la saga y retenerlo por cuantas continuaciones sean posibles. Esto es así siempre y cuando que la maquinaria no se detenga con una secuela que no reditúe económicamente. La franquicia de Rápidos y Furiosos empezó a convertirse en un éxito tardío (tanto económico como en la calidad del producto) gracias a dos factores bien marcados.

Uno, el cambio de locación, al igual que en los arcades de corridas de autos donde al pasar de un nivel a otro te encontrás con un escenario completamente distinto al anterior. Esto ocurrió a partir de Tokyo Drift, y el traslado a Japón tras la bochornosa primera secuela encomendada a John Singleton, el director de la maravillosa Boyz ‘n the Hood. Luego se sucedieron las escapadas a México, Brasil y Londres. En Rápidos y Furiosos 7, paseamos por Los Ángeles, Tokio y Abu Dabi, apuntalando de esta manera una búsqueda de carácter internacional que ya ha sido explotada en franquicias como las de James Bond, Indiana Jones o Jason Bourne. Dos, menos original pero efectivo: sumar figuritas en cada nueva secuela. Dwayne “La Roca” Johnson, Jason Statham y Kurt Russell, líderes individuales en sus propias producciones, aquí a merced de trabajar en conjunto.

Todo este soporte sirvió para erguir aun más alto el producto final deseado: cuanto más recargados estén los efectos y el extremismo de las escenas de acción, directamente proporcional resultará la espectacularidad del entretenimiento. Hay temas que son incuestionables en Rápidos y Furiosos 7, y el principal es la credibilidad de lo que ocurre en pantalla, que poco o nada importa. Si compraste el boleto en las primeras escenas, todo lo que ocurra a posteriori resultará creíble.

Rápidos y Furiosos 7 posee dos polos más a desarrollar fuera del festín automovilístico, el de una relación amorosa (Vin Diesel- Michelle Rodríguez) y el de una relación familiar (Paul Walker). Como consecuencia del reciente fallecimiento de Walker, se desprenden dos escenas que podrían haber funcionado mejor por separado y no juntas, seguidas una de la otra como se las ve en el film. Una de las secuencias en cuestión funciona como una pequeña conmemoración del fallecido y la otra aporta la vuelta de tuerca que tuvieron que darle al guión para que la franquicia pueda continuar, desligando responsablemente la ausencia de Walker. Sin lugar a dudas, en estas dos escenas descubrimos el mejor momento del film.

calificacion_4

Por José Luis De Lorenzo

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