(Estados Unidos, 2015)
Dirección y Guión: Billy Ray. Elenco: Chiwetel Ejiofor, Nicole Kidman, Julia Roberts, Dean Norris, Alfred Molina, Joe Cole, Michael Kelly, Zoe Graham, Patrick Davis. Producción: Matt Jackson y Mark Johnson. Distribuidora: Diamond Films. Duración: 111 minutos.
La pasión siempre gana.
Sabido es que ante un éxito como el que vivó la película argentina El Secreto de sus Ojos de Juan José Campanella, galardonada con el Oscar a Mejor Película Extranjera en el año 2010, el olfato de los productores americanos no dejaría escapar la oportunidad de reformular aquella historia centrada en un crimen y la densa investigación subsiguiente a fin de dar con el culpable, aun muchos años después de perpetrado el crimen. En Secretos de una Obsesión se toma como base el impecable guión de la original, pero no es lo que se dice una “remake” propiamente dicha, sino tal vez una adaptación tomando algunos puntos en común pero desarrollando un argumento algo disímil.
Estamos ante un clásico film americano de investigación. Probablemente si no se lo comparase con la película argentina tendría algunos puntos positivos más, pero la realidad es que la trama nunca decae y tiene al espectador siempre interesado en el desarrollo, aun conociendo de antemano el final de la historia. Nos encontramos con actores de la talla de Julia Roberts, hoy interpretando el papel de policía y madre de la víctima: puede que a algunos les parezca forzada la actuación, sin embargo Julia siempre se luce, siempre creemos en sus gestos, en sus silencios y en sus palabras, y es su actuación un punto álgido en el relato. La acompaña en reparto Chiwetel Ejiofor, quien ocupa el rol que tan magníficamente llevó a cabo Ricardo Darín, componiendo un detective obsesionado con encontrar al culpable y -en paralelo- dar lucha a una justicia no del todo justa (se le suma en esta oportunidad el factor emocional, siendo la víctima una persona allegada a él).
Para completar el trío de protagonistas, Nicole Kidman encarna a la fiscal que interpretara Soledad Villamil, y si alguno insisite en comparaciones, Nicole las perderá todas ya que en contraposición a Roberts, su actuación queda pobre, algo inverosímil por momentos, encontrando su mayor falla en la historia de amor que trata de construirse entre ella y el detective, la cual si se siente forzada y con poca consistencia. Los cambios obvios en el guión están a la orden del día (el fútbol será reemplazado por el béisbol), y la presencia del comic así como del famoso picnic oficinesco serán elementos primordiales en el seguimiento del caso a resolver.
Secretos de una Obsesión habla de lo mismo pero de manera diferente. Tal vez los personajes no estén tan bien construidos aunque a fin de cuentas se sostienen, el guión es correcto y los tiempos justos. Si bien se aprecia alguna chatura en los clímax y la fotografía en pantalla, estamos ante un thriller bien llevado, que sale airoso de la dificultad de tener como punto de referencia y comparación a una de las mejores películas argentinas de los últimos tiempos. El film no se eleva sobre su par cinematográfico, pero pasa la prueba y es digno de ver.
Por María Paula Putrueli
El juego de las diferencias.
Las comparaciones siempre son odiosas, a veces es injusto marcar diferencias entre dos cuestiones o polarizar opiniones en un sentido u otro. Pero también hay momentos en que el material original de una obra pesa tanto sobre sus posteriores adaptaciones, que cualquier intento de diferenciarse queda inexorablemente sujeto a objeciones. Algo de todo esto sucede con Secretos de una Obsesión (Secret in Their Eyes, 2015), una película según su propia campaña publicitaria “inspirada en El Secreto de sus Ojos”, film argentino ganador del premio de la Academia como Mejor Película Extranjera en el año 2010. Por ende, antes que nada, la utilización de la palabra “inspirada” enciende un par de alarmas, sin siquiera comenzar a analizar propiamente el film.
Es imposible no hacer un cuadro comparativo al momento de explicar el argumento de Secretos de una Obsesión: Ray (Chiwetel Ejiofor) y Jess (Julia Roberts) son dos colegas del FBI en pleno ascenso profesional, llamados a investigar el asesinato de una joven que termina siendo la hija adolescente de Jess. El Ray de Ejiofor es una suerte de Ricardo Darín y la Jess de Roberts es una combinación de los personajes de Guillermo Francella (colega de Darín) y Pablo Rago (viudo de la víctima), en la versión original. Jess y Ray son ayudados por una nueva fiscal de distrito recién llegada a la Ciudad, interpretada por Nicole Kidman, haciendo las veces de Soledad Villamil. La trama tiene lugar en plena ebullición anti-terrorista post 9/11, y el presunto asesino es protegido por poderes superiores ya que es un espía norteamericano infiltrado en una mezquita, desde la cual provee con información relevante para la “guerra contra el terror” a la administración de Estados Unidos.
La película del director y guionista Billy Ray se sucede escena tras escena de forma mecánica y este casting clase A, compuesto por algunos de los mejores actores de Hollywood, hace lo que puede dentro de una adaptación que por momentos se siente como hecha por obligación. Todas las secuencias fundamentales se resuelven sin tensión ni espectacularidad. Si tomamos por ejemplo la elaborada secuencia original en la cancha de Huracán, donde Darín y Francella persiguen al sospechoso, aquí es reemplazada por una breve búsqueda, localización y consecuente captura en el estadio de los Dodgers, un equipo de béisbol (incluso la escena previa, centrada en el paradero del asesino, se resuelve desde una lógica tan endeble como inductivista).
El relato intenta combinar una historia criminal, una historia política y una historia romántica que nunca terminan de cuajar. Ese romance sutil entre Darín y Villamil se torna burdo y evidente entre Ejiofor y Kidman desde la primera escena que comparten, como si fuese necesario poner esa tensión sexual en evidencia por si algún despistado no capta las sutilezas. Aparentemente tenerlo al propio Juan José Campanella -director del film original- como productor ejecutivo no fue suficiente para prestar atención a este tipo de detalles.
Con una historia que no logra llegar nunca a un clímax aceptable y un final que hace tambalear incluso la lógica interna propuesta por la adaptación, Secretos de una Obsesión tal vez sea vista en su país de origen como otro thriller policial más, de esos que llegan rápido al cable premium o al servicio on demand, pero por estas tierras posiblemente no tenga ni siquiera esa suerte.
Por Alejandro Turdó