Voces por la justicia: el extraño caso de Edward Snowden
¿Héroe para la ciudadanía o traidor de toda una nación? Es la eterna pregunta retórica que ronda en el curioso universo de las TIC´s y pone a sus aficionados en un aterrador estado de alerta frente al uso de las mismas. Quizás por eso el productor y director Oliver Stone, a días de las recientes elecciones democráticas en las que Donald John Trump fue elegido Presidente, busca con este material reabrir -o al menos evidenciar- el nulo avance en materia seguridad informática que tanto inquieta al gobierno de Estados Unidos desde 2013, cuando se dio a conocer el emblemático caso de Edward Snowden. Este joven ex técnico de la CIA fue exiliado de los Estados Unidos tras denunciar el espionaje masivo que realizó el gobierno de su país para recopilar información bajo el manto de combatir el terrorismo internacional.
Como el documental Citizenfour (2014), de Laura Poitras -que recopila información en primera persona del caso-, este biopic es una cronología fiel a los hechos. El eje está puesto en mostrar a un muchacho que acciona según sus ideales, ingenuos, de servir a la nación, hasta que se decepciona cuando descubre lo que sucede detrás de ese speach de “garantizar la seguridad a los ciudadanos” y realiza la denuncia -en términos criollos, destapa la olla- con el afán de cuestionar por qué la Casa Blanca cruzó el límite legal, a través de un programa de inteligencia cibernética, para vigilar las comunicaciones (fijas, móviles y de Internet) de millones de ciudadanos a nivel mundial sin previo consentimiento. Las escenas didácticas, de escasa artística y musicalización, son una copia fiel de lo sucedido. Joseph Gordon-Levitt, de magnífica interpretación, se pone en la piel de Snowden para recorrer desde sus primeros pasos por las Fuerzas Armadas, donde sufrió el accidente de salud que lo incapacitó para seguir allí, hasta su labor como consultor de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), que lo llevó a ascender hasta conseguir encerrar en una micro SD, con un simple copy-paste en apenas 3 minutos, las pruebas necesarias para comprobar que aquello que denunciaba era cierto. Es aquí donde, a las claras, Stone toma partido por la defensa del implicado; lo presenta como un joven hacker brillante y audaz que enfrentó y ridiculizó al sistema de seguridad de la nación al escapar del país con la información que, curiosamente llevaba en la memoria SD oculta en su cubo mágico y, posteriormente, escapó del país -al recibir la orden de captura- mediante un documento que gestionó en tiempo récord de refugiado de paso de parte del Gobierno de Ecuador. Asimismo, Stone incluye la faceta sentimental y pivotea los hechos con la historia de su gran amor por la joven fotógrafa, Lindsay Mills (Shailene Woodley), y los embrollos que le trae a la relación tener semejante profesión. Luego de este parate, vuelve de lleno al meollo de la cuestión.
Lisa y llanamente, Snowden carece de una trama novedosa, se ajusta a lo conocido. Es un extenso largometraje, innecesario, donde lejos de aquel Stone creativo que transmitía emociones en trabajos como Expreso de Medianoche (Midnight Express, 1978) -que adaptó para la pantalla; fue dirigida por Alan Parker-, se ve un Stone paranoico, hasta quizás preocupado por sus excesivas películas denunciando a los Estados Unidos. Pero vale la valentía de exhibir en la pantalla grande estos casos que para aquellos que no estén empapados en el tema servirá como una especie de documento Wikipedia. Idóneo hubiese sido cambiar la rítmica, jugar más con flashbacks y avanzar en la materia; profundizando qué sucedió luego de la famosa denuncia tanto en la vida de Snowden como en materia jurídica. Hubiese sido interesante mostrar cómo aún permanece refugiado en Rusia, luego de tres años del gobierno de Obama. No obstante, es un buen camino repensar cómo la vigente era tecnológica puede ser vista como el yin-yang, con su lado bueno y su lado malo. Apenas dos meses atrás el mundo Pokemon Go había atrapado a más de un niño, en contraparte es gracias a la tecnología que se crean impresoras 3D para realizar prótesis y salvar vidas.
Luciana Calbosa