Nos acercamos a la mitad del festival, y las emociones fuertes van en aumento. Incluso los más profesionales terminan cediendo ante los encantos de las grandes estrellas, que siguen llegando para acompañar a los films de las diferentes secciones.
Además de los astros que se lucen delante de cámara, también dicen presente los directores, en su mayoría autores consagrados o en vías de hacerlo. Como Yorgos Lanthimos y Andrey Zvyagintsev, quienes estrenaron sus flamantes creaciones.
The Killing of a Sacred Deer, de Yorgos Lanthimos (Irlanda / Reino Unido / Estados Unidos, 2017 – Competencia Oficial)
La singular mezcla de suspenso y situaciones ridículas que suele hacer el director griego Yorgos Lanthimos volvió este año con un trabajo que se acerca más al género de terror que al thriller. Una familia gélida, con relaciones muy extrañas, empieza a sufrir las consecuencias de una maldición con tres etapas: la discapacidad para caminar, la falta de apetito, el sangrado por los ojos y la muerte. Los padres, unos médicos interpretados por Nicole Kidman y Colin Farrell, saben por qué la desgracia les está tocando la puerta y analizan medidas desesperadas para poder ponerle punto final. En el medio, un psicópata adolescente que se hace amigo de los hijos y parece el principal responsable de todo.
Barry Keoghan se pone en la piel de Martin, ese adolescente problemático, que junto a un muy sobrio y medido Farrell, son las mejores actuaciones. La música y el ritmo recuerdan a algunas películas de Hitchcock y, sobre todo, a El Hombre Duplicado (Enemy, 2014), de Denis Villeneuve. La trama se acerca a la olvidable La Caja (The Box, 2009), que se estrenó con más pena que gloria hace ocho años.
Con un nivel gore menor al de Dogtooh (Kynódontas, 2009), aunque con escenas tan intensas que dan ganas de taparse los ojos durante gran parte del film, la película logra atrapar con su misterio. Sin embargo, pierde su encanto con un sentido del humor que no se conjuga con la tensión de la historia. La ridiculez de algunas partes suma para hacer aún más siniestra a la familia del cirujano que interpreta Farrell, pero en el contexto luce desubicado. No es nada nuevo para la filmografía de Yorgos, por lo que si sus trabajos anteriores resultaron atractivos, con esta nueva historia podría suceder lo mismo.
Loveless, de Andrey Zvyagintsev (Rusia, 2017 – Competencia Oficial)
Pocas películas logran trasladar el clima de un lugar a la historia en la pantalla como Loveless (2017). La nevada Rusia, en pleno invierno bajo cero, parece el Caribe en comparación al afecto que se tiene la expareja protagonista de la película. Están separados, terminando los trámites de divorcio se odian. Ya tienen pareja cada uno, y él espera otro hijo con su nueva mujer. En el medio, Boris, el hijo de 10 años, testigo de la ruptura y las discusiones, y el que menos contención tiene ante tanto drama.
Entonces, sin aviso, Boris desaparece. Sale para la escuela, pero nunca vuelve. Los padres se dan cuenta recién cuando pasan algunos días. Antes de la inesperada ausencia, el chico había escuchado cómo ni la madre ni el padre querían hacerse cargo de él. Hasta se barajó la posibilidad de algún hogar estatal donde pueda vivir. A partir de ahí comienza una búsqueda eterna, en la que se muestra que la “falta de amor” de la que habla el titulo se remonta varias generaciones, debido a la manera con la que los padres también se criaron.
El guión empieza despacio y recién a la mitad presenta el conflicto que se va a desarrollar durante el resto del film. El gran mérito de cómo está contado el relato es que funciona como la autopsia de una familia y quizás, con un foco general, de una sociedad con cada vez menos sentimientos. La película de misterio sobre una desaparición que el argumento promete puede quedar en segundo plano.
En el festival generó reacciones dispares, pero muchos aseguran que es una de las grandes candidatas a llevarse la Palma de Oro.
Damián Hoffman | @DamianHoffman
