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FESTIVALES

16º Festival de Cine Alemán: Fukushima Mon Amour (Grüße aus Fukushima)

(Alemania, 2016)

Espíritus radioactivos

El último film de la realizadora Doris Dörrie (¿Bin ich schön?, 1998) retoma la estética y el estilo narrativo de los primeros films del director norteamericano Jim Jarmusch (Dead Man, 1995) para aproximarse al desastre nuclear ocurrido en la prefectura de Fukushima hace cinco años tras el terremoto y el tsunami que asolaron la zona. Con una mirada similar a Extraños en el Paraíso (Stranger than Paradise, 1984) y Bajo el Peso de la Ley (Down by Law, 1986), la cineasta alemana recupera la poética errante de Jarmusch para imprimirle a su obra un carácter dialectico tan sombrío como esplendoroso.

Adentrándose en La Zona, Dörrie retoma el espíritu antibélico y poético de Marguerite Duras y Alain Resnais de Hiroshima Mon Amour (1959) en Fukushima Mon Amour (2016) para encontrar su propia representación de la denuncia social a través de la amistad de dos mujeres muy diferentes que se necesitan la una a la otra para superar sus tragedias personales y reconstruir sus vidas.

Luego de romper su compromiso de casamiento el mismo día de la boda, Marie (Rosalie Thomass) viaja de Alemania a Japón para sumarse a un grupo de payasos que se proponen ir a Fukushima, a fin de alegrar y divertir a los pocos pobladores que no han abandonado la ciudad. Aunque declarada como habitable por las autoridades sanitarias japonesas, los actores descubren rápidamente que los jóvenes se han ido y ya solo quedan en la ciudad ancianos que desean continuar viviendo en el lugar en que habitaron toda su existencia.

Desde el primer día en la ciudad, Marie se decepciona y reflexiona sobre las malas decisiones que viene tomando últimamente sobre su vida personal, hasta que conoce a Satomi (Kaori Momoi), una malhumorada anciana que la manipula para que la joven alemana la lleve a su hogar en ruinas en medio de la zona considerada aún no habitable debido a la radiación.

Después de un intento fallido de escapar de la tentación de ayudar a Satomi, Marie regresa y descubre que la anciana es una geisha con un pasado muy interesante y tumultuoso. A partir de allí, ambas se ayudan mutuamente a convivir con los fantasmas que cada una acarrea. Dörrie regresa, con su opus, a su pasión por la cultura japonesa a través de la mitología y la cosmogonía en una alegoría sobre la necesidad de escapar de nosotros mismos para ayudar al prójimo. Auxiliándose ambas entre sí, descubren que pueden sobreponerse a sus tragedias personales y enfrentar los fantasmas que las están contrariando.

Fukushima Mon Amour utiliza el blanco y negro para crear un mundo en el que lo etéreo y lo real se confunden. Así, el color se manifiesta como ausencia, y los fantasmas que erran por las noches para apesadumbrarlas duermen en su interior durante el día, esperando el momento indicado para recordar a los personajes que las heridas que han causado siempre regresan para darles una nueva oportunidad de sanar.

calificacion_5

 

 

Martín Chiavarino

Cobertura completa del festival.

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