“Cinema Paradiso” en la India
Es de desear que el título de la nota no induzca al espectador a pensar que se trata de una copia del film italiano de Giuseppe Tornatore. Más bien se pretende alentarlo a ver una película de la India, que no pertenece al “género” Bollywood, ni a tantas otras obras (India es el primer productor mundial de películas), hechas exclusivamente para consumo interno.
Pan Nalin, su director, debutó hace veinte años con Samsara, también estrenada en Argentina y éste es apenas su quinto largometraje (si se excluyen documentales y cortometrajes).
Last Film Show ya tiene una larga carrera en importantes festivales internacionales y está pidiendo a gritos algún premio mayor, que lo merece. Justamente en los días en que se presentó el BAFICI tuvimos la mala noticia de la muerte de Jacques Perrin y hace poco la del recordado Pascual Condito, quien amaba Cinema Paradiso, pese a no haber sido su distribuidor en Argentina.
Lo que tiene en común este film con el italiano son sus dos personajes centrales, particularmente un niño de unos nueve años de edad de nombre Samay. Habita un humilde pueblo (Chalala) y ayuda ocasionalmente a su padre en la venta de té, en la estación de tren, aunque su progenitor prefiere que no falte a las clases y sobre todo que aprenda bien el inglés, fundamental para ser exitoso en su país.
Su vida cambiará cuando la familia entera vaya a ver una película religiosa, a instancias del padre. Pasará tiempo hasta que su padre se enteré de que Samay, junto a otros cinco chicos amigos, suelen faltar (diríamos hacerse la rata) para ir en tren al cine de singular nombre (Galaxy). Cuando la hermana confiesa que le gustaría ser actriz, es el padre quien lo desaconseja, afirmando que “el mundo del cine es depravado”.
Hay también en esta película un proyeccionista de nombre Fazal, con quien Samay entabla amistad y que le deja ir a la cabina y ver desde allí películas, a cambio de la comida que la madre le prepara al niño cuando va al colegio.
Cuando la banda de chicos roba bobinas de 35 mm y son descubiertas por la policía local, el único a quien logran detener es al personaje central de la historia. El padre logra liberarlo y lo castiga con una vara, pero la madre detiene los azotes.
El film pega un vuelco cuando el celuloide es reemplazado por la proyección digital y Fazal se queda sin trabajo al no saber cómo manejar el nuevo proyector, cuyas instrucciones son en inglés. Algo similar le pasa al padre cuando son reemplazados los antiguos trenes por otros más veloces que ya no paran en Chalala.
En unas escenas muy divertidas y aprovechando que ya no se usan las bobinas de 35 mm, los chicos logran armar un proyector y armar con una sábana, funciones “caseras” de cine.
El final es agridulce, aunque esperanzador, cuando el padre de Samay toma una decisión trascendente y le dice a su hijo que se apure, antes de “que cambie de opinión”.
Last Film Show es, un film en parte autobiográfico y tanto al comienzo, cuando Nalin homenajea a David Lean y Tarkovsky, como en el cierre en que el número de directores mencionados se multiplica varias veces, revela la cinefilia de un realizador, que habrá que seguir de cerca.
(India, Francia, Estados Unidos, 2021)
Guion, dirección: Pan Nalin. Elenco: Bhavin Rabari, Richa Meena, Bhavesh Shrimali. Duración: 100 minutos.