Aquí estamos de nuevo.
En estas horas que llevo aquí puedo respirar el clima de cinefilia y de playa que caracteriza a este lugar en esta época. Sin embargo, parte de la alegría es opacada por problemas de organización que todavía no pueden resolver: acreditaciones que tardan en estar listas (incluso algunas quedan mal hechas, con fotos equivocadas), stand que faltan, información incompleta sobre determinados eventos… Faltan ajustar bastantes tuercas. Confiamos en que lo lograrán.
Ayer por la noche se realizó la apertura oficial del festival. Personalidades nacionales e internacionales (el actor español José Sacritán, el más reconocido) desfilaron por la alfombra roja, donde posaron para fotógrafos periodísticos y para el público cholulo, y luego fueron a la sala del Auditorium. Lo imponente de esa sala nunca deja de maravillar, aunque uno haya estado allí en otras oportunidades.
Una vez más, la periodista Gabriela Radice es la encargada de conducir el evento. José Martínez Suárez, el Presidente del festival, dice unas breves palabras, en las que agradece nuestra presencia. A continuación, discursos de Liliana Mazure, presidenta del Instituto de Cine, y de Daniel Scioli, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. El segmento musical estuvo a cargo de Los Amados, con su estética Almodovariana, sus pasos de comedia y sus ritmos centroamericanos de antaño.
Luego, bajaron las luces y proyectaron la película que inauguró el festival: ¡Vivan las Antípodas! de el director, Victor Kossakovsky, quien estuvo presente y contó algo sobre su obra antes de comenzar la proyección.
Finalizada la película, gran parte de los acreditados tuvieron acceso a una fiesta de apertura, celebrada al lado de la sala. Abundaban copetinas, bebidas de todo tipo. Una gran oportunidad para reencontrarse con amigos, comenzar relaciones con invitados especiales (Alex Cox resultó un hombre con mucha buena onda) y conocer personalmente a los contactos que tenemos en redes sociales. Los Amados volvieron a estar a cargo de ponerle música a la velada, aunque pronto le dejaron lugar a éxitos de la música disco, que luego dio paso a, por ejemplo, Alcides y Miguel “Conejito” Alejandro. Personal del festival, periodistas, invitados, todos disfrutaron de un grato momento. Pero mucha gente quedó afuera, y eso es algo que debería ser solucionado por parte de los organizadores.
Corte al domingo 6 (hoy, bah,) por la mañana. Á las 07:30, hablé para “El fin del finde”, programa de FM Nacional Rock. Comenté sobre el festival (lo que pasó y lo que pasará).
A las 10 hs, proyección de Diablo, dirigida por Nicanor Loreti, que participa en la Competencia Argentina.
Mucho que hacer en las próximas horas. mientras, pueden ir leyendo estas breves críticas.
¡Vivan las Antípodas! (Victor Kossakovsky, Argentina/Alemania/Chile, 2011)
La película presenta una idea ambiciosa: retratar fragmentos de situaciones que se viven en lugares que están en las antípodas de otros. Por ejemplo, si alguien cavara un agujero en Entre Ríos, Argentina, llegaría a Shangai, China. Así, tres ejemplos más (los únicos en el planeta Tierra, ya que la superficie está casi toda cubierta de agua).
Como algunos de sus más prestigiosos compatriotas suyos, como Andrei Tarkovski, Kossakovsky tiene una fascinación especial por la naturaleza, y lo demuestra con secuencias bellamente filmadas. La cámara es colocada en lugares que parecen imposibles, y de manera novedosa, logrando la sensación de mundo debajo del otro.
Casi no hay diálogos. En este sentido, los principales y mejores aportes provienen de dos hermanos entrerrianos. Su visión de las cosas saca risas (¿buscadas?) en el espectador. También hay momentos duros, como una escena con una ballena muerta en las costas de Nueva Zelanda, que incluyen una dureza no aptas para quienes odien ver sufrir a los animales, incluso si ya están muertos.
Pese al preciosismo de las imágenes, la película se pone muy densa, lo que pone a prueba la paciencia de determinados espectadores. Pero también es parte de la esencia de este cine contemplativo.
Una interesante manera de arrancar el festival de este año.
orta@asalallenaonline.com.ar
Emulando a Gagarin
Durante la ceremonia de inauguración Victor Kossakovsky hizo una referencia que fue mal traducida: Yuri Gagarin dio la primer vuelta a la Tierra en el espacio durante 108 minutos. Esta es la duración exacta de la nueva obra de este director de culto.
Las antípodas son lugares opuestos geográficamente hablando. Pueden compartir visiones o ser completamente asimétricos. Estos puntos geográficos fueron elegidos porque están habitados, se podría decir.
El realizador toma al paisaje como protagonista y a los traseuntes como parte de la escenografía que ayudan a pintar el paisaje. Como si fuera una pintura de Monet, los humanos o seres vivos, somos adornos que ayudan a poblar la belleza con la que el Kossakovsky pinta la tierra. Planos meticulosamente encuadrados, armados con una fascinación pictórica. Se trata de una propuesta radical e inusual para un film de apertura de festuval, riesgosa, pero al mismo tiempo, valiosa. Veníamos de años viendo buenos films narrativos estadounidenses. Esta coproduccion, en cambio opta por lo experimental.
No se puede catapular como un típico documental. Hay dos personajes que llevan el relato, los entrerrianos hermanos Pérez, una suerte de Vladimir y Estragón sueltos por la mesopotamia, esperando vaya a saber uno que cosa. Pero este componente humorístico ayuda a darle un poco más de dinámica al film y no atarlo tanto a su estructura episódica.
Si bien los dos primeros segmentos, son los más ricos y después la película divaga un poco en sentido narrativo, es la fuerza, el poder hipnotizador de sus imágenes que determinan la acción acompañado por un acorde y atractivo diseño sonoro, y una banda musical imponente, impactante.
Se puede comparar a Kossakovsky con Kubrik. Es un trabajo de observación admirable, que pese a sus extensos y algo reiterativos 110 minutos, vale la pena ser apreciados. El montaje y la comparación entre las antípodas nunca son forzadas. Debe ser una de las pocas películas nacionales, donde el agregado de efectos especiales es funcional al relato.
Habrá diversas miradas, diversos gustos pero a fin de cuentas, se trata de una propuesta auspiciante para un Festival que siempre prioriza el arte antes que el glamour. Bienvenido sea Mar del Plata 2011.
weisskirch@asalallenaonline.com.ar
Diablo (Nicanor Loreti, Argentina, 2011)
Si Guy Ritchie fuera argentino y filmara una de sus películas de gangsters aquí en estas tierras, el resultado sería similar a la ópera prima de Nicanor Loreti.
Marcos (Juan Palomino), “el Inca del Sinaí”, un boxeador atormentado, recibe la inesperada visita de su primo Hugito, (Sergio Boris), quien suelen andar en malas compañias. Para peor, el primo está metido en un lío gigante, y sujetos nada divertidos lo buscan para destrozarlo. Pero Marcos demostrará que sigue siendo un luchador como pocos y deberá salvar las papas.
Una comedia negra de acción, muy al estilo del mecionado director de Snatch y de los films de Quentin Tarantino. También hay otros homenajes y parodias cinematográficas, pero jamás resultan invasivas ni distraen al público.
En el rol de Marcos, Juan Palomino va como piña (nunca mejor usada esta expresión). Compone a un antihéroe que primero golpea y luego pregunta, como un Charles Bronson criollo. Un duro que trata de encauzar su vida, pero al que la violencia siempre reclama. En el elenco también se destacan Boris, Luis Aranosky (con otro personaje border que tan genialmente compone), Luis Ziembrowsky y Hugo “Kato” Quiril, el otrora luchador de catch devenido en artista de culto. Hay cameos de los directores Javier Diment y Fabián Forte, quienes también se desempeñaron en roles detrás de cámara.
Frenética, desopilante, sangrienta, Diablo es una muestra de cine de género hecho con poco dinero, pero con mucha garra, corazón, alma y talento. Un auténtico cross a la mandíbula.
orta@asalallenaonline.com.ar