A Sala Llena

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28º Festival Int. de Cine de Mar del Plata – Día 8

28º Festival Int. de Cine de Mar del Plata – Día 8

Sábado 23 de noviembre.

Y llegó el día. Si bien durante mañana habrá funciones (sobre todo, de las películas que resulten ganadoras), el festival concluye esta noche: a las 20 hs., siempre en el Teatro Auditorium, se llevará a cabo la ceremonia de premiaciones. Terminará la ansiedad para quienes compiten con largometrajes y cortos y, sobre todo, marcará el cierre del gran evento cinematográfico argentino de cada noviembre.

Pero antes, invitados, prensa y más podrán celebrar en Tío Curzio.

La Batalla de Solférino, de Justine Triet (Francia, 2012 – Competencia Int), por Elena Marina D’Aquila

El primer largometraje de ficción de Triet, se centra en un solo día: la segunda vuelta entre Sarkozy y Hollande. Laetitia debe, como periodista, cubrir la jornada electoral mientras una multitud de franceses aguardan los resultados, y además lidiar con sus disputas personales: el acoso del padre de sus dos hijas, Vincent, que desea a toda costa verlas ese día. Laetitia  le repite hasta el hartazgo al novato niñero al que le encarga a sus hijas, que no abra la puerta y se mantenga dentro de la casa, porque Vincent anda rondando y no puede entrar a la casa. Y lo primero que hace el niñero cuando éste le golpea la puerta, es abrirle.

El problema que presenta la película es que las acciones de los personajes están forzadas por el guión para llevar a cabo la película. Nada resulta verosímil, ni que el niñero abra la puerta, ni que luego Laetitia le pida que lleve a sus hijas a las calles de París donde a pesar de haber miles de personas, el padre las encuentra y luego mantienen una discusión, que llevará a otras, y a que no paren de gritarse durante todo el metraje. Esa misma noche, a las 2 am Vincente toca la puerta de Laetitia con su amigo –supuesto abogado- y ella le abre la puerta a ambos y los hace pasar. A partir de ahí, el verosímil se cae a pedazos porque de no soportarse y gritarse todo tipo de cosas, pasan a reírse, tomar una cerveza, y despedirse cariñosamente. Hay algo que no está entendiéndose y es la intención de la cineasta, qué es lo que quiere mostrar y cómo. En medio de esta batalla de Vincent por ver a sus hijas, aunque no es el día que le correspondía verlas, la trama personal se alterna con demasiados planos documentales  del día de las elecciones, que no aportan nada a la historia, más que relleno. La Batalla de Solferino no puede representar nada más que putos gritos y llantos de bebé.

7 Salamancas, de Marcos Pastor (Argentina, 2013 – Competencia Arg), por Matías Orta

El Norte argentino es famoso por muchas cosas. Entre ellas, los mitos y las leyendas que cautivan incluso a los más escépticos. Una de esas historias tiene que ver con la Salamanca, un lugar que, mediante voces y otros sonidos, atrapa a quien ande cerca. Pero el caso del obrero protagonista (Manuel Echegaray) es diferente: es él quien va en busca de ese espacio, donde podrá convocar a Zupay, el Diablo. Para lograr su objetivo, deberá superar siete etapas.

La cámara sigue la travesía de hombre a través de parajes boscosos y montañosos, alejados de la civilización, filmados de manera que nos adentran en ese ambiente donde criaturas sobrenaturales y otros entes son amos y señores. Sin caer en pretensiones, el director Marcos Pastor logra momentos poéticos, a veces inquietantes, pero que nunca dejan de fascinar.

Si querés empaparte de la esencia de aquellos relatos orales que se transmiten de generación en generación, 7 Salamancas es tu gran oportunidad.


El Verano de los Peces Voladores, de Marcela Said (Chile, 2013 – Competencia Lat), por M.O.

Para eliminar a las carpas que pueblan su lago artificial, Pancho (Gregory Cohen) no duda en usar los métodos más arriesgados y cuestionables, como explosivos. Métodos que no les agradan demasiado a los habitantes de la comunidad mapuche de la zona. Mane (Francisca Walker), la hija de Pancho, se sentirá cada vez más alejada de esa violencia y atraída hacia los lugareños, que son los verdaderos dueños de esas tierras ahora maltratadas.

La película funciona como un retrato intimista de estos personajes, haciendo hincapié en el despertar sexual de la joven, nunca olvidando el conflicto entre los nativos y quienes llegan a esos parajes para imponer su polémico sentido del orden. Lejos de ser explícita, y sin ponerse demasiado pretenciosa, Marcela Said se concentra en climas y en diálogos que denotan la tensión en ese contexto.

El Verano de los Peces Voladores no llega a ser una obra maestra, pero bien vale tener en cuenta la búsqueda artística de una directora que parece seguir dándole chapa al nuevo cine chileno.

 

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