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DOSSIER

El gurú imposible

El origen de este artículo empieza con un mail general que manda Javier
Porta Fouz a la redacción de El Amante –Cine- preguntando si alguno quería
escribir algo sobre los 50 años de El
Desprecio
. Se sabe, El Desprecio
es esa película de Godard que adelantó a decenas de largometrajes que hablan
sobre “la muerte del cine”, digamos que en las menos de dos horas que
concentran esa historia de amor trágica entre Camille y Paul (Brigitte Bardot y
Michel Piccoli) y se hace una suerte de funeral al cine americano clásico
(entre otras cosas) se vieron influenciadas tanto películas como Irma Vep de Assayas, Goodbye Dragon Inn de Tsai y casi toda
la filmografía de Wenders. En el momento en el que Porta Fouz lanzó la consigna
pensé que no hacía falta redactar nada porque al fin y al cabo ya se escribió
mucho sobre esta película en particular. Sin embargo después de un tiempo, ya
con la edición de la revista cerrada, me arrepentí de esa negativa. El Desprecio representa algo importante
en la época de este director que es la discusión en torno a su figura. Hoy
Godard sólo parece estar capacitado para despertar reverencia o sorna pero lo
cierto es que no siempre fue así. Uno de los ensayos más conocidos que hay
sobre su persona (el de Susan Sontag, escrito en los 60), decía que a
diferencia de Dreyer o Bresson, nunca era seguro que una película de él garantizara
una obra maestra y que parte de la gracia de seguir su cine era saber que podía
encontrarse una película fallida en cualquier momento. Este escrito de Sontag  prueba que hubo un tiempo en que Godard era un
cineasta eminentemente discutido. El
Desprecio
hoy es considerada una obra maestra incluso por los detractores
del realizador, sin embargo fue destrozada en el momento de su estreno hasta
por los que reverenciaban al director. Hasta la mencionada Sontag –que sin
embargo defendía mucho la película- decía que el largometraje tenía “errores
evidentes”. El Desprecio y su
recepción negativa por parte de tantos es reflejo de mejores tiempos para el
cine de Godard porque hacía un cine que no tenía incondicionales incapaces de
tocar una película suya.

El tiempo pasó y no sólo Godard y la recepción sobre él cambió, también
esa película de los 60 que tan mal recibida había sido empezó a valorarse cada
vez más. Hoy de El Desprecio se
hicieron célebres hasta detalles técnicos de su filmación como la música de
Delerrue que se repite una y otra vez al punto tal que uno puede sentirlo a
Godard tras la consola poniendo y sacando la música arbitrariamente, o el
departamento de Camille y Paul con las puertas a medio terminar.

Una de las curiosidades más grandes de esta película es el hecho de que
Brigitte Bardot nunca fue filmada de manera más hermosa. Sin embargo Godard
nunca quiso a Bardot en ese rol si no a Anna Karina –quien fuera la mujer de
JLG en ese momento- y la propia Bardot cuenta que JLG le trataba (valga la
redundancia) con desprecio y pidiéndole una y otra vez que se comportara y
hablara como su esposa. Quizás porque Godard quería que Bardot fuera otra
actriz es porque le salió tan bien filmar a ese personaje: en El Desprecio Camille es una
imposibilidad, una mujer que Paul quiere pero detesta al mismo tiempo y que
trata a veces con devoción y a veces con crueldad. El reflejo más perfecto de
esa imposibilidad de saber qué hacer con ella se da en esa legendaria charla de
media hora en la que se pasa de un segundo al otro del insulto al gesto de
ternura. Cuenta Karina que la razón por la cual ella no quiso aceptar el rol es
porque sabía que había mucho de confesional en El Desprecio y que su marido estaba utilizando en realidad la
película para hablar de la crisis de pareja que estaba teniendo el matrimonio.
De hecho la propia Karina asegura que las discusiones que tienen allí Piccoli y
Bardot son las mismas que el realizador y la actriz tenían en la vida
cotidiana.

Siempre me he preguntado algo con respecto a esta película y es que
originó que: si la depresión de Godard por su cuestión matrimonial o su
sensación sobre la muerte de un tipo de cine que le gustaba. En algún punto uno
siente en El Desprecio que el
pesimismo llama al pesimismo y que la visión oscura que Godard tiene de la
industria del cine en ese momento está muy ligada a la misma visión oscura que
tiene sobre las relaciones humanas. Desde este punto de vista El Desprecio quizás sea más el producto
de un estado de ánimo y una intuición que de la obra de alguien que pensó
detenida y lúcidamente su tiempo. Hay razones para pensar esto. JLG es siempre,
en sus mejores y peores versiones, un cineasta de lo inmediato que ha tratado
de filmar lo primero que le viene a la cabeza. Estaba Fuller en París y le hace
un “reportaje” en Pierrot el Loco,
se vuelve maoísta y hace una serie de películas al respecto, tiene celos de
Anna Karina y hace Una Mujer es una
Mujer
, tiene una cámara de video y empieza a experimentar con eso, tiene
material en video y empieza a hacer collage. La paradoja de Godard es que se ha
ensalzado como gurú a alguien cuyo procedimiento de trabajo ha sido siempre
contrario a la posición de cualquier sabio. Godard es impaciente, amante de la
improvisación y el experimento, de pensar la tormenta mientras la está viviendo
y no esperar a ver donde derivan las cosas. Godard es visceral y brillante, y
dentro de esas características han salido estupideces y cosas sublimes,
profecías y desaciertos notables. Pienso incluso que este realizador ha pensado
mejor su tiempo cuando reflexionaba sobre cambios que se estaban viendo que
cuando los mismos se instalaban: así es como logró anticipar el Mayo Francés en
Masculino Femenino pero no supo
entender los alcances verdaderos de  una
revolución en las diez horrendas películas panfletarias que hizo para el
movimiento Dziga Vertov. Si las fallas en su cine no molestan, si hasta las
mejores obras maestras de su filmografía tienen bienvenidos errores es porque
parte de la gracia de su arte está en las fisuras que irremediablemente traen
las acciones nacidas ansiedad. Hoy El
Desprecio
, privilegiada como una de sus mejores películas, poco a poco
metida cada vez más adentro del cánon internacional, sigue siendo una muestra
de lo alto a lo que pudo llegar su pensamiento inmediato e impredecible y cómo
a veces una intuición brillante puede ser más profética que un razonamiento a
conciencia, hay mucho de sentimiento irracional en El Desprecio, de melancolía por algo que se sabe que se está
extinguiendo (un cine, una pareja) aunque no se sepan bien el porqué de las
causas. El mucho en verdad, el sentimiento descarnado de esta película, y de
ahí curiosamente se extrae una filosofía.

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