A Sala Llena

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29° Fest. Int. de Cine de Mar del Plata – Día 2

29° Fest. Int. de Cine de Mar del Plata – Día 2

Domingo 23 de noviembre.

Si bien la actividad del festival comenzó el día anterior, hoy se iniciaron las tres competencias principales: Internacional, Argentina y Latinoamericana. Y la primera de todas estas películas era también una de las más esperadas del año: Jauja, lo nuevo de Lisandro Alonso, protagonizada por Viggo Mortensen.

Como todas las primeras funciones privadas de la Competencia Internacional, se realizó a las 9 hs. en la Sala Astor Piazzolla del Auditorium. Luego de la proyección, hubo una conferencia de prensa en el mismísimo escenario, donde estuvieron el director, el actor principal, el escritor Fabián Casas (autor del guión) y uno de los actores secundarios. Los cuatro respondieron preguntas sobre sus experiencias en el largometraje, que se rodó en parajes patagónicos. Inevitablemente, Viggo intercaló alguna que otra referencia a su amado San Lorenzo, aunque varias veces decía “Ya no hablaremos de fútbol”. Sin embargo, nunca dejó de contar sus impresiones de su participación en el que definió como un “western existencial argentino-danés”. Nunca dejó de reconocer la importancia de sus raíces escandinavas a la hora de componer su personaje. Un momento tan interesante como divertido fue cuando Alonso les hizo una pregunta a los periodistas, sobre la interpretación de un episodio crucial del film. Como se podía esperar, las respuestas fueron variadas. Apenas terminó la conferencia, el intérprete de Una Historia Violenta reincidió a cuestiones futbolísticas: así como durante el Festival de Cannes solía mostrar un cartel con la leyenda “Queremos la Copa”, en referencia a la Copa Libertadores que su equipo finalmente obtuvo, ahora sacó otro cartel que rezaba “Queremos la otra”, dejando en claro sus deseos de que San Lorenzo triunfe en el inminente Mundial de Clubes.

El fútbol sí fue el eje principal de la función privada de El 5 de Talleres: entre el público abundaban las camisetas de Talleres de Remedios de Escalada, club en el que juega el protagonista de la película, encarnado por Esteban Lamothe. Los primeros minutos surgieron ovaciones como en una cancha.

Otro de los acontecimientos de la jornada fue la presentación de Voley, segunda película de Martín Piroyansky, quien llegó acompañado por parte de su elenco: Violeta Urtizberea, Inés Efron y Justina Bustos. Un estreno que entusiasmó al público presente en la sala.

En cuanto a las actividades especiales, se destacaron la presentación del libro Canadá Cuadro a Cuadro, Animadores y Animadores del Canadian Film Board, de Irene Blei y el homenaje al director de fotografía Alberto Etchebehere.

Y como cereza al postre del domingo, proyección de Relatos Salvajes en el espacio Cine al Aire Libre.

Un día intenso, en lo que apenas es el comienzo de la gran fiesta de cine junto al mar.

 

Jauja, de Lisandro Alonso (Argentina / Dinamarca / Francia / México, 2014 – Competencia Internacional), por Matías Orta

Con cuatro películas, Lisandro Alonso se convirtió en una cara conocida en festivales internacionales y para un grupo de seguidores. La impronta contemplativa de su obra ya es característica, y si bien puede gustar o no, ocupa un lugar destacado en el cine nacional.
Sin apartarse de sus inquietudes, en Jauja sube la apuesta al contar con una figura internacional.

La Patagonia, principios del siglo XX. Gunnar Dinesen (Viggo Mortensen), un geólogo de origen danés, llega al Sur argentino en busca de Jauja, un territorio que, al de estilo de El Dorado, ofrece riquezas pero es inhallable. Y en medio de la misión pierde a su hija mayor (Villbjork Malling). Sale a buscarla, sin parar, pero descubrirá que ese viaje podrá cambiarle la vida.

Como sucedía en films como La Libertad, aquí también hay un estudio sobre el hombre y la naturaleza, y cómo el individuo se vuelve pequeño en la inmensidad que lo rodea. Para enrarecer el clima, recurre a elementos oníricos que convierten a las tierras patagónicas en un paraje misterioso, no carente de peligros. Y cuando llega el momento justo, se atreve a desafiar al espectador, y lo hace con inteligencia.

Viggo aparece gran parte del tiempo en pantalla y vuelve a dejar en claro que puede sostener una película él solo y también su versatilidad a la hora de asumir roles físicos, emocionales y las dos cosas en una misma historia. Y versatilidad para los idiomas: esta vez puede hablar en danés, el idioma de su familia paterna.

Jauja puede generar muchos sentimientos, pero nunca indiferencia, probando que el cine de Alonso continúa en la misma búsqueda.

calificacion_3

 

 

 

Melbourne, de Nima Javidi (2014, Irán – Comp. Int.), por Elena Marina D’Aquila

El debut cinematográfico de Nima Javidi cuenta un día en la vida de una pareja iraní que está a punto de tomar un avión para irse a estudiar a Australia pero la muerte súbita de una bebé que ha caído en su cuidado antes de partir, pone a prueba sus límites y su relación.

Luego de una secuencia de créditos iniciales hipnótica, que muestra ropa puesta en bolsas de plástico selladas, Javidinos guía a través de un personaje que está realizando un censo en la capital de Irán, hacia el departamento de los protagonistas Amir y Sara, quienes deberán lidiar con varios personajes que los visitarán en el momento menos indicado, lo que dará rienda suelta al pánico causado por una situación inesperada que se les escapa de las manos.

Los diálogos y discusiones entre la pareja, que van convirtiéndose en gritos desesperados de angustia, sumados al sonido de las llamadas telefónicas constantes, los preparativos y la partida cada vez más urgente hacia Australia, funcionan como una bomba a punto de detonar que sumerge al espectador en un estado de paranoia y locura similar al que Javidi arroja a sus personajes, enfrentándolos a tomar decisiones que pondrán en duda su moralidad.

Un drama claustrofóbico y de un nivel de tensión asfixiante, que consigue de forma muy inteligente, explotar un conflicto y llevarlo lo más lejos posible.

calificacion_3

 

 

 

El 5 de Talleres, de Adrián Biniez (Argentina, 2014 – Comp. Arg.), por M.O.

Argentina supo tener un subgénero de películas con fútbol. En los ’50 y ‘60, films como Pelota de Trapo y El Crack atraían tanto a cinéfilos como a futboleros. Una tradición que no prosperó en el transcurso de las décadas, hasta el estreno de la animada Metegol. El 5 de Talleres recupera el encanto de esos films que usan la pelota como excusa para hablar de las personas.

El Patón (Esteban Lamothe) juego como volante central en Talleres de Remedios de Escalada, emblemático equipo del Ascenso. Una expulsión lo deja varios partidos afuera de las canchas. En ese tiempo, toma decisiones cruciales para su porvenir: decide abandonar la carrera al final del campeonato, retoma las materias faltantes para completar el colegio secundario y planear un emprendimiento con su esposa (Julieta Zylberberg). No será sencillo: aunque es un hombre de carácter, Patón experimentará miedos, inseguridades… y como si fuera poco, no deja de entrenar con sus compañeros ni de brindarle su apoyo a un conjunto que debe luchar partido a partido.

En su segunda película (debutó con Gigante, de 2009), Adrián Biniez presenta una historia acerca de dejar atrás una etapa de la vida para comenzar otra, al tiempo que se adentra en el vestuario de un equipo de fútbol alejado de la gloria y de los millones, donde los futbolistas deben hacer otros trabajos para subsistir. Si bien el tono es de comedia (sobre todo, eventos y personajes que remiten a verdaderos representantes del fútbol argentino moderno), no le escapa a los momentos dramáticos, románticos y hasta picarescos.

Esteban Lamothe le pone el cuerpo (en varios sentidos) al Patón. Es convincente como futbolista, pero lejos de quedarse en lo que podría haber sido una mera caricatura, le da humanidad al personaje. Julieta Zylberberg no se queda atrás y le otorga credibilidad a una esposa joven,  que ni en los momentos más difíciles deja de acompañar a su pareja.

El 5 de Talleres atraerá por su reflejo del mundo de los futbolistas, pero, principalmente, por su calidad a la hora de contar una historia sobre el amor, la lealtad y el cambio de vida. 

calificacion_4

 

 

 

La Entrega, de Michaël Roskman (2014, Estados Unidos – Autores), por E.M.D’A.

La Entrega es una película extraña y por momentos hasta impredecible que puede pasar del policial negro a la comedia romántica de una escena a la otra sin ningún tipo de problema. Como una cruza entre Michael Mann, Scorsese y Ferrara filmando una de gángsters en Nueva York, el director belga Michaël Roskman le imprime a su segunda película, ese aire turbio, denso, de personajes marginados que habitan los suburbios de la ciudad que estos grandes directores han sabido retratar; el peligro que acecha en las calles fantasmagóricas, sucias y humeantes donde la traición es moneda corriente y los enemigos pueden estar en cualquier lado.

Dennis Lehane es, además del autor de la novela en la que está basada la película, su guionista y escritor de otras obras que ya han sido adaptadas al cine, como Río Místico, Desapareció una Noche y La Isla Siniestra.

Roskman construye la tensión que irá in crescendo hasta volverse asfixiante, a partir de la sensación de peligro constante que crea en el espectador, valiéndose principalmente del montaje para generar suspenso y dilatar el tiempo sobre todo de una escena clave con un final muy violento. El director belga no le escapa ni le teme a la violencia explícita y algo que comienza como un relato enmarcado por la Navidad, se irá gradualmente transformando en una verdadera pesadilla que desatará una vorágine de sangre pero sin llegar a regodearse.

El desarrollo del personaje de Hardy -en una interpretación precisa y controlada- y su transformación a lo largo de la película, es algo realmente fascinante de ver. El actor británico cambia de acento para interpretar a un barman que trabaja para el dueño de un bar (James Gandolfini) manejado por gángsters chechenios que lo utilizan como “bar de entregas”, es decir lugar de tránsito y lavado de dinero.

Si bien mantiene una estructura clásica, el film se permite algunas disgreciones narrativas, dejando por momentos a un lado el conflicto central y explorando con una libertad renovadora, otros aspectos de la trama.

Un film noir que se debate entre el tono seco y las actuaciones parcas de un policial setentoso y el sentimentalismo justo y necesario; entre lo impersonal y la identificación con los personajes. Oscura, intensa y llena de dualidades y posibilidades.

calificacion_4

 

 

 

Voley, de Martín Piroyansky (Argentina, 2014 – Busco mi Destino), por M.O.

La carrera de Martín Piroyansky como actor ya es reconocida. Basta con ver sus participaciones en películas como Mi Primera Boda y La Araña Vampiro para percatarse de un talento innato tanto para comedias como haciendo personajes más oscuros. Sus incursiones como director tienen una preocupación por las relaciones amorosas, no exentas de humor: el cortometraje No me Ama y Abril en Nueva York, su ópera prima. Pero en Voley, su segundo largometraje, va aún más allá.

Seis amigos llegan a una isla del Tigre, para pasar Año Nuevo en casa de los abuelos de uno de ellos (justamente, Piroyansky). Las intenciones son claras: sexo, alcohol, drogas, más sexo, histeriqueo, más sexo, más droga, mucho más sexo… Un plan (o anti-plan) divertido, pero del que surgirán cuestiones que pondrán a prueba la amistad del grupo.

Una comedia sobre la actual generación de veinteañeros, pero no con el lenguaje del cine independiente sino en una clave cercana a las comedias norteamericanas de las últimas décadas: las de Judd Apatow y Greg Mottola, algo de los hermanos Farrelly. Pero más que un rejunte de influencias, Piroyansky le imprime a la historia una personalidad propia, y no le tiembla el pulso cuando llega el momento de ponerse un poco más serio.

Delante de cámara, el director está acompañado por un elenco joven, que encaja perfectamente en la propuesta: Violeta Urtizberea, Chino Darín, Vera Spinetta, Inés Efron y la debutante Justina Bustos. Cada uno tiene una personalidad definida, pero todos gozan de los mismos gustos… y entre sí.

Voley no sólo es muy divertida, desprejuiciada y fresca, sino que también llena un vacío del cine nacional contemporáneo.

calificacion_4

 

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