Todo lo Demás, de Natalia Almada (México, 2016 – Competencia Latinoamericana), por Alejandro Turdó
La Soledad de la burocracia
Natalia Almada abrió la Competencia Latinoamericana en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata con Todo lo Demás (2016), un ensayo sobre la desconexión en medio de las urbes. En 2011 la directora mexicana también había participado en el festival con su documental El Velador (2011), pero ahora nos trae su primera ficción.
Doña Flor es una mujer mayor, acorralada detrás del escritorio de la oficina estatal en la cual trabaja, presa de la carga monotona de repetir lo mismo día tras día. Adriana Barraza (Amores Perros, Arrástame al infierno, Cake) se pone en la piel de Flor y es la única actriz profesional dentro del reparto, una apuesta cuyo objetivo es representar de la mejor manera posible esa cotidianeidad, por momentos asfixiante, de miles de personas.
El estancamiento laboral y profesional, los viajes en transporte público, la falta de comunicación y afecto; todas cuestiones que Almada expone a través de un lenguaje visual sumamente contemplativo que nos pone en los zapatos de un personaje tan interesante como enigmático.
La ausencia de banda sonora, la elección de los planos y el manejo estético la acercan bastante al género documental que tanto conoce Almada, algo que en este caso da un tono sumamente particular a la obra.
Mi Último Fracaso, de Cecilia Kang (Argentina, 2016 – Nuevos Autores), por Matías Orta
Se sabe que hay relación entre las cultura de Argentina y de Corea. De hecho, este país cuenta con un buen número de ciudadanos de aquellos pagos orientales, que a su vez dieron pie a gran cantidad de descendientes. Entre ellos, Cecilia Kang, directora de Mi Último Fracaso.
En este documental, Kang narra el choque cultural desde la óptica de mujeres de la colectividad coreana, desde una profesora hasta su propia familia, sin importar la edad. La cámara las registra en su quehacer cotidiano (dar clases, preparar la comida o salir de fiesta, según cada generación), y es a través de esas acciones y de las charlas que nos adentramos en las costumbres, los pensamientos y los sentimientos con respecto a su origen y a su relación con la impronta porteña.
El registro del que se valió la directora, tan anclado en el ámbito familiar, no impide que funcione como paradigma, ya que al mismo tiempo logre plasmar la situación de otros clanes de coreanos en territorio argentino.
Mi Último Fracaso es un material interesante a la hora de comprender cómo dos culturas pueden convivir y complementarse.
Paterson, de Jim Jarmusch (Estados Unidos, 2016 – Autores), por José Luis De Lorenzo
Ghost bulldog
Paterson es la ciudad más grande de New Jersey, que no solo se destaca por ser una de las mayores productoras de seda, sino de poetas como Williams Carlos Williams, autor cuyo compilado de poemas fue publicado con el mismo nombre de la ciudad.
Jarmusch retrata desde el urbanismo y también desde ese lugar poético que Williams deja libre, y de ahí en más se detiene para indagar sobre la vida del joven chofer de transporte público de apellido Paterson (Adam Driver), quien, como admirador de la obra de Williams, comienza a escribir sus propios trabajos, aunque distinto sea su impulso para publicar.
La confluencia del arte en cualquiera de sus expresiones siempre ha estado presente en la obra de Jarmusch. Aquí la prosa adquiere un apartado especial. A medida que Paterson idea sus composiciones, los textos son impresos sobre los fragmentos de film. También presentes el jazz, el diseño textil y esos submundos que Jarmusch bien retrata: los bares.
Paterson es un tipo simplón, tranquilo; convive con una novia que compone diseños en su hogar, utilizando colores opuestos como el blanco y negro. Algo así también son ellos, muy distintos. Y hay un tercer integrante, su perro.
El registro de Paterson dista de Only Lovers Left Alive (2013), la anterior película del director, y se acerca más al costumbrismo de Ghost Dog: El Camino del Samurai (Ghost Dog: Way of the Samurai, 1999) y Flores Rotas (Broken Flowers, 2005). El film transcurre en el lapso de una semana, en cierta manera con idea de mostrar la cotidianidad sin atisbos de conflictos sorpresivos, salvo la destrucción del libro de notas donde Paterson dejaba impresos sus poemas, a cargo de un pequeño depredador constituido por un Nellie, el bulldog francés que fue recordado en la gala de presentación del film tras fallecer antes de llegar a presenciar el estreno mundial.