Alonso y Aguirre, (Perdidos en el Inframundo)
Dramaturgia y Dirección: Paula Brusca, Cristian Palacios, Juan Manuel Caputo. Escenografía: Jorge Palacios, Nacho Riveros. Vestuario: Natalia Alayón Bustamante. Iluminación: Nacho Riveros. Música: Lucas Alves de Lima. Intérpretes: Cristian Palacios Juan Manuel Caputo. Prensa: Marcos Mutuverria.
Camino a El Dorado
La Compañía Nacional de Fósforos reestrena esta divertida obra que nos lleva a la época de la conquista, donde dos condenados a muerte, ladrones de poca monta le roban el mapa que conduce a la mítica Ciudad Perdida de El Dorado, a un insulso Virrey. Sin embargo, para poder llegar a su destino, Alonso y Aguirre deben atravesar el inframundo, enfrentarse al mismísimo demonio, y dominar a un gusano come hombres llamado “Tiempo”.
Apelando al absurdo y la sátira extrema, Cristian Palacios y Juan Manuel Caputo, se burlan de las películas y obras que retratan el mundo de los conquistadores, haciendo uso (y abuso) de un acento español demasiado marcado y locuaz. El lenguaje es una herramienta de humor de los intérpretes. La influencia de los Monty Python, especialmente con Los Caballeros de la Mesa Cuadrada, es notoria. Tanto Palacios como Caputo van intercambiando personajes con fluidez y dinamismo.
Con ingenio, aprovechan las limitaciones de la escenografía para llevar al espectador al inframundo, y estimulan la imaginación, con pocos elementos.
Sin embargo, debido a que ambos actores usan métodos clownescos, slapstick, juegos de palabras constantes, sin dar respiro, por momentos las acciones y las palabras se pierden. No dan tiempo a que el espectador reaccione. Es como una acumulación constante de chistes y golpes de efecto, que terminan saturando. No todos los chistes son igual de ingeniosos y a veces el lenguaje es tan enredado que cuesta comprender, y seguir el texto, aun cuando este se trate de una mera excusa para reproducir un efecto humorístico o experimentar en la relación del cuerpo y la voz del dúo interpretativo.
La sucesión constante de sketchs, sin descanso o momentos de transición imposibilita reflexionar sobre lo que se acaba de visualizar.
Además de los Python, ambos intérpretes denotan influencias del humor de Los Macocos, pero, mientras que el mítico grupo de comediantes, tiene acciones limpias, la obra de Caputo, Palacios y Brusca es un poco desprolija. La sensación final es que es más divertido estar en el escenario que en las butacas entre el público. No pareciera haber conciencia de que hay una sala, y que se necesita mayor conexión con la audiencia. Especialmente, teniendo en cuenta que se trata de un número clownesco. Los actores la pasan mejor que los espectadores, a pesar de todo el esfuerzo físico que desarrollan admirablemente durante más de una hora. El final no es convincente, pero da pie a un secuela.
Alonso y Aguirre (perdidos en el inframundo) es una obra que se disfruta, cuando el espectador se conecta con el humor y las situaciones. Particularmente me pasó por momentos. Entraba y salía de la historia. Más allá de eso, hay que afirmar que tanto Caputo como Palacios son dos artistas talentosos, repletos de herramientas creativas, que diseñaron un espectáculo ingenioso y original, con una puesta en escena con elementos meticulosos. La iluminación, el diseño de objetos, la atractiva propuesta gráfica denotan un gran trabajo y pasión por el material. Emprolijando un poco el tratamiento final, puede ser que nos estemos encontrando ante un nuevo clásico de la escena porteña.
Teatro: Timbre 4 – México 3554
Funciones: Lunes 21 Hs.
Entrada: $50 y $40