Si bien incluye varios guiños para lectores de Harry Potter, Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos (Fantastic Beasts and Where to Find Them, 2016) no es sólo para fanáticos. El libro del mismo nombre, publicado en 2001, es la reproducción de un bestiario que aparece dentro del universo de la ficción como lectura obligada en la escuela mágica de Hogwarts. Es decir, no es un relato sino una lista de monstruos. Por lo tanto, la película toma el texto original apenas como punto de partida y nos ofrece un argumento inédito de la autora J. K. Rowling, en su debut como guionista.
El magizoólogo británico Newt Scamander (Eddie Redmayne) -futuro autor del bestiario del título- desembarca en Manhattan en busca de nuevas criaturas para su colección, que traslada en una insondable valija. El año es 1926, y su misión es tanto científica como pedagógica: estudiar, catalogar y luego divulgar sus conocimientos. Sin embargo, el viaje se complica cuando accidentalmente intercambia valijas con un muggle, un humano sin habilidades mágicas, Jacob Kowalski (Dan Fogler). Previsiblemente, a Jacob se le escapan varios animales y deberá rastrearlos junto a Newt; Porpentina Goldstein (Katherine Waterston), una agente del Congreso Mágico de Estados Unidos, y su hermana Queenie (Alison Sudol). En el medio, los cuatro se enfrentarán a la intransigente dirigencia del Congreso y a una secta religiosa, los Second Salemers (en referencia a los famosos juicios de Salem).
En los films anteriores, el contexto escolar sirve de motivo organizador de la trama. Las casas del cuerpo estudiantil, las materias, la interacción diaria con los docentes, el inicio y la finalización de las clases, las competencias deportivas: son todos factores que articulan la aventura y le dan una columna vertebral. Pero en este caso no encontramos una institución antiquísima, con sus tradiciones y leyendas, sino una ciudad moderna. Si Harry Potter relata las andanzas de un puñado de alumnos, como Cero en Conducta (Zéro de conduite, 1933), de Jean Vigo, o la reciente El Hijo de Rainbow (Son of Rambow, 2007), de Garth Jennings, Animales Fantásticos… es una mezcla entre Los Cazafantasmas (Ghotsbusters, 1984) y Zootopia (2016): una odisea a través de una ciudad extraña y caótica infestada de seres extraños. La excusa de la búsqueda de criaturas, además, es una brillante solución para adaptar lo que, en su edición impresa, es una enciclopedia. Vemos la gestación del bestiario, la investigación previa. Scamander nos adelanta su contenido, nos describe cuáles son los animales reunidos en su valija, qué hacen, cómo son y -obviamente- dónde encontrarlos.
El resultado es divertido y visualmente atractivo. Cada animal es un despliegue de color y textura, y representa un desafío único para los protagonistas. Las antiguas calles de Nueva York están representadas con mucho cuidado, aunque algunos excesos de urbanismo digital rompen el encanto. En este sentido, la batalla final repite los vicios estéticos de miles de blockbusters contemporáneos: una vez más, Manhattan es destrozada. Los protagonistas, por otro lado, componen un cuarteto entrañable aunque algo superficial. Redmayne y Waterston compiten para determinar quién es más tierno, Sudol sonríe tanto que parece estar preparándose para promocionar dentífricos y Fogler, con sus torpezas y despistes, podría haber sido un comediante del cine mudo. Su Jacob es el más autoconsciente de todos, alguien que se reconoce superado por un contexto literalmente increíble. Es el representante del público, porque su reacción ante el maravilloso mundo de los magos refleja la nuestra. De todos modos, los cuatro son bocetos de personajes, con algunos detalles biográficos jugosos y personalidades precisamente delineadas, pero todavía indefinidos y algo vacíos. Quizás, en las secuelas, cobren más vida.
Guido Pellegrini | @beaucine
