(Alemania / Suecia / Estados Unidos, 2017)
Dirección: David Leitch. Guión: Kurt Johnstad, basado en la novela gráfica The Coldest City, de Antony Johnston y Sam Hart. Elenco: Charlize Theron, James McAvoy, Eddie Marsan, John Goodman, Toby Jones, Sofia Boutella. Producción: A.J. Dix, Eric Gitter, Ildiko Kemeny, Beth Kono, Kelly McCormick, David Minkowski, Peter Schwerin y Charlize Theron. Distribuidora: UIP (Universal). Duración: 115 minutos.
Dura de matar
Hace tiempo ya que los personajes femeninos vienen dominando las grandes pantallas, convirtiéndose en un subgénero en sí mismo. No nos olvidemos de Ellen Ripley (Sigourney Weaver) en la saga Alien (1979-1997) o de Alice (Milla Jovovich) en Resident Evil (2002-2016). Mujeres de armas tomar que parecería que se rebelan contra el mundo todo. Charlize Theron fue una de ellas. En Mad Max: Furia en el Camino (Mad Max: Fury Road, 2015) o afeada al extremo en Monster (2003). En todas se lució y nos recordó que no es sólo una cara bonita.
En Atómica (Atomic Blonde, 2017), Theron es una toda una amazona: independiente, hábil, fuerte y sobre todo, una agente secreta experta en artes marciales. La película presenta el relato de Lorraine Broughton (Theron) luego de ser brutalmente golpeada en una pelea cuerpo a cuerpo. A partir de ese momento la historia nos ofrece una mezcla explosiva de talento, vestuario sugerente y la mejor música de los ’80 acompañando deliciosamente cada micro historia (Queen, New Order y Depeche Mode, entre otros). Es el año 1989 y el muro de Berlín está a punto de caer. Lorraine entrará en juego luego del asesinato de un agente para recuperar una lista secreta de nombres importantes.
Con toques eróticos y siempre con la sensualidad a flor de piel, Atómica, de David Leitch -director de coreografías en John Wick (2014), doble de riesgo en películas varias y actualmente filmando Deadpool 2 (2018)-, no se anda con vueltas en un cine que no perdona. El cine de acción siempre pide a gritos que, sin necesidad de un guión brillante, al menos la parte estética, las peleas y los movimientos sean creíbles y sobre todo entretenidos.
Por su parte, acompañan a la perfección dos actores cada vez más sólidos: James McAvoy -especialmente después de Fragmentado (Split, 2016)- y Sofia Boutella, luego de La Momia (The Mummy, 2017).
© Ximena Brennan, 2017 | [email protected] | @AnXieBre
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Mm ba ba de
Um bum ba de
Um bu bu bum da de
La presión empujándome hacia abajo
Presionándote como ningún hombre lo pidió
Bajo la presión que derrumba un edificio
Que separa a una familia
La que echa la gente a la calle”
“Al final, todos estamos buscando lo mismo”, dice ella en la conversación en un bar berlinés. “Los talentos están sobrevalorados”, dice esta mujer altamente talentosa en las artes de ataque y defensa, y de moda también. Lo que dice y su manera de atacar a sus contrincantes, puestos en contexto con el estilo de la película, hablan de una suerte de heroína. ¿Habría que ver en la violencia despiadada que retrata el filme una manera de sobrevivir en un mundo de engañados y engañosos donde ella no encaja?
Es el terror de saber
De qué trata este mundo
De ver a algunos amigos
Gritando <<Déjennos salir>>
El rezo de mañana me eleva
La presión sobre la gente, la gente en la calle
¿De qué trata ésta que algunos llaman la John Wick (2014) versión femenina? Charlize Theron interpreta a una agente entaconada de la CIA e interrogada por una misión en Berlín para recuperar el cadáver de su ex novio. La película se sitúa en los días previos a la caída del muro, aunque de entrada se empeña en no importarle esa parte de la historia. La caída del muro es una excusa para darle contexto a la trama. Es una excusa como lo es también cuando se mete en el cine para confundir a quienes la persiguen porque, lo sabemos, ¿qué mejor sitio para escondernos de la realidad que una sala de cine? Acaso cada excusa esconde algo más profundo de lo que se evade.
Okey
Pierdo el tiempo – golpea mi cerebro por el piso
Estos son los días donde nunca llueve pero todo se empapa
La emoción de la película viene brindada por las escenas de persecución en auto y la relación entre Lorraine y Delphine. La química entre ellas, más allá de la atracción física latente, entrama una complicidad que se convierte en el centro de la película. Entre matices de rojo y lluvia para retratar su relación, se dicen palabras delatoras de su enmascaramiento como agentes. “Cuando dices la verdad, tu mirada cambia”, le precisa Delphine a Lorraine. “Gracias por decírmelo para no volver a hacerlo”, responde. En este mundo de engañados luchando por desengañarse, ellas parecieran las más claras o quienes luchan por más claridad.
Al final, si bien la película cae en la facilidad de los sueños como disparadores para mantener la trama en movimiento, el centro es Charlize Theron. Desde su rostro gélido en apariencia hasta sus tacones rojos, desde el ingenio del personaje para atajar las impertinencias de sus interrogadores hasta la atención en el vestuario negro y blanco que entalla su figura esbelta, no importa que no sea su mejor actuación. Dejemos el afán comparativo para otro momento. Su presencia tan sugerente y ciertas miradas hacia Delphine la convierten en una heroína con estilo, éste mismo que la película tiene con la edición tan enérgica de Elísabet Ronaldsdóttir y la fotografía de Jonathan Sela que emula la novela gráfica The Coldest City en la que se basa. Puede que todos busquemos lo mismo sin que siquiera lo sepamos, a fin de cuentas. Lorraine parece saberlo o eso delata su sonrisa. Como el eco de la voz de Freddie Mercury en la canción “Under Pressure”, este eco perdido que pide darnos a nosotros mismos más oportunidades y “por qué no podemos darnos amor darnos amor darnos amor”, secretamente Lorraine lucha sólo por su propia causa aunque sólo a veces dependa de los golpes para ello.
© Eduardo Elechiguerra Rodríguez, 2017 | @EElechiguerra
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