A Sala Llena

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CRÍTICAS

Aurelia Norte

Dramaturgia y Dirección: Diego Faturos. Elenco: Sebastián de Vega, Lizzy Pane, Jorge Fernández Román, Carlos Bembibre, Mariela Barcos, Malena López, José Frezzini, Camila Fernández, Mariana Mollo, María de los Ángeles Yebra, Johanna Zapaterra, Luli Krusemann, Julia Pinedo. Asistente de Dirección: María Tibi. Escenografía y Vestuario: Eli Itovich. Diseño Gráfico: Verónica Martonelli. Diseño de Luces: Lucía Feijoó.

Los seres galácticos.

Aurelia Norte es una obra que se despliega ante el espectador de forma arrolladora. Trece actores entran y salen del escenario a la espera de un exorcismo mientras un pueblo vive su vida alrededor de una extraña religión que involucra a dos hermanos, el reverendo Flanklin y su hermana Samanta, quienes controlan litúrgicamente la ciudad con el aval del corrupto intendente Guido Bevilaqua. Los sacerdotes ejercen su poder a través de un relato místico que habla de seres galácticos que gobiernan el universo y se comunican con la humanidad a través de interlocutores investidos por un poder extraterrestre, que les permite canalizar la luz y alejar la oscuridad. Los pobladores, atentos creyentes del relato cósmico, ven llegar a la enajenada hija de una de las habitantes del pueblo. Su arribo es un mal augurio para el pueblo y coincide con el comienzo de una tormenta que se prolonga por veintiún días y amenaza con paralizar la pequeña localidad.

Con una parca puesta en escena que aprovecha cada resquicio del escenario y un gran trabajo de iluminación que juega con la movilidad y la presencia o ausencia de los actores, la obra de Diego Faturos imprime una acción sin respiro donde cada actuación implica una historia de vida y una necesidad de expresión. Cada actor encarna una falta, una oquedad que carcome el alma y precisa gritar su clamor sacándose lo “oscuro” del cuerpo.

Mientras el agua cae impertérrita, un intendente acosa a toda mujer que se le cruza y elude todas sus responsabilidades junto a su cínica secretaria. Una joven periodista intenta atrapar al corrupto Bevilaqua en su ego desenfrenado a través de la verdad que se esconde en la palabra. Los sacerdotes de una secta, que tuvieron que huir de Brasil por una muerte confusa, controlan un pueblo sumido en las más extravagantes creencias e intentan sacar un demonio del cuerpo de una triste mujer, que sufre por el abandono y el desamor. Una joven que atiende en un bar se encuentra con un cliente al borde del autismo que espera por su resentida madre y le ofrece sexo por dinero mientras piensa en su padre ausente. Otra joven, una cantante y bailarina perdida en su camino a Súnchales, busca el éxito comercial y se ve atrapada en el inhóspito pueblo de Santa Fe, a la vez que otras dos jóvenes atrapadas por su inocencia buscan su sexualidad mientras una de ellas intenta esconder su embarazo.

Estas historias nos sumergen en las aguas desbordadas de un pueblo santafesino corrompido por manipuladores y degenerados que pretenden ejercer sus deseos carnales bajo la investidura de un poder cósmico. Lo que parece un drama se transforma en una obra cínica de sutileza y sensibilidad extremas, con toques de humor y una violencia a flor de piel que permite ver la obra -o el mundo que Aurelia Norte construye- desde una distancia prudente con respecto a la historia. Al mismo tiempo nos adentramos a través de esa misma distancia en la reflexión de un drama que las actuaciones presentan con agilidad, siempre en función de una escenificación que coloca en medio de todas las miradas a unos actores que no se permiten el descanso y llevan su enajenación hasta las últimas consecuencias.

Al experimentar Aurelia Norte no solo vemos una obra de teatro, sino que nos adentramos en un pequeño pueblo de la provincia de Santa Fe sin importancia para el país, o tal vez entramos en un vórtice de energía cósmica que atrae la luz. En cualquier caso, la obra nos coloca en la disolución de un pueblo a través de su exorcismo. Hay que expulsar lo “oscuro” y solo los sacerdotes pueden sacarlo y restaurar la prosperidad. La historia de este pueblo podría ser la de la idiosincrasia que define nuestros miedos, nuestros pequeños relatos individuales que al final pesan más que las leyendas de seres que habitan en estrellas lejanas. Cada uno de nosotros es una semilla de luz que pide a gritos una devolución de la mirada para sabernos vivos y encontrar la sonrisa que perdimos, pero desgraciadamente nadie puede vernos. Ese es el drama que Aurelia Norte nos regala.

calificacion_5

Teatro: Timbre 4. Boedo 640.

Entradas: General: 120 pesos.

Funciones: Sábados 23:15 hs.

Por Martín Chiavarino

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