A Sala Llena

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FESTIVALES

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Ya pasó la 11ª edición del Buenos Aires Rojo Sangre, y hay mucho para destacar.

Esta vez, el festival estuvo co-producido por la distribuidora VideoFlims y por la gente de Vaco Moloco, responsables de Operación Cannabis. Fueron los muchachos de ambas empresas quienes se encargaron de presentar las funciones cual showmen de categoría. Además, este año hubo una ceremonia de premiaciones elaborada, creativa y original, con chicas disfrazadas de zombies y Walter Cornás como un anfitrión afecto a las caracterizaciones (su aparición vestido como Marty McFly quedará en la memoria de quienes estuvimos presente). Y hasta hubo una fiesta de cierre, en la que se disfrutó como nunca.

Gabriel Schipani y Pablo Sapere, responsables máximos del BARS, hicieron nuevamente otra gran tarea (la organización fue una de las mejores), y el hecho de que permitieran la colaboración de VideoFlims y de Vaco Moloco ayudó a maximizar la onda y la frescura del evento.

En cuanto a las películas, la cantidad y calidad de los cortometrajes y largometrajes demuestra que cada vez hay más gente que filma obras de género, y que hay público ansioso por ver en pantalla grande zombies, asesinos seriales, cabezas cortadas y lindezas por el estilo. Pasaron films de cineastas consagrados, como los muchachos de Farsa, Adrián García Bogliano, Tetsuo Lumiere y Mariano Cattaneo, pero también las creaciones de gente más nueva, que recién se suma a esta movida de cine nacional de género hecho con pocos recursos. Es muy positivo saber que ya esté apareciendo una nueva camada de realizadores influenciados por el trabajo de Pablo Parés y Daniel de la Vega, entre otros. Justamente en el BARS también se presentó el libro Guerreros del cine: argentino, fantástico e independiente, escrito por Matías Raña, en el que se narra y se analiza la evolución de esta movida.

Gracias al BARS y a la oportunidad que le dieron a miles de directores, el género sigue creciendo en este país. No por nada el INCAA y productoras de mayor envergadura comenzaron a valorizar el potencial de estas películas, y por eso en los próximos tiempos vendrán La memoria del muerto, de Javier Diment, y Sudor frío, de la productora platense Paura Flics.

De todos modos, hay aspectos que podrían mejorarse. En la entrega de premios, una mención especial fue para Nicanor Loreti, a quien sodomizaban en Nunca más asistas a este tipo de fiestas. Si bien en el momento causó mucha gracia, sobre todo entre quienes conocemos a Nicanor, todo quedó en un chiste demasiado interno que puede atentar contra la seriedad indispensable para continuar ganando respeto en el medio cinematográfico.

El esfuerzo y la pasión llevaron a que el Buenos Aires Rojo Sangre sea el festival de cine fantástico con más antigüedad en Latinoamérica, y uno de los más respetados alrededor del globo. Y con los años se pondrá cada vez mejor. Porque, como dijo el enorme escritor y director Clive Barker: “¿Para qué sirve la sangre, sino para ser derramada?”.

 

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