Hay formatos suficientemente testados. Uno es el de las películas coming-of-age. Otro es el del descubrimiento de la homosexualidad y la salida del armario, modelo este por el que van pasando todas las cinematografías a medida de la apertura de su propia sociedad. La petite dernière combina estos dos formatos y, aunque se desarrolla en Francia, se enmarca también en el contexto de una familia musulmana, por definición, como todas las religiones, muy conservadora. Por el fondo late también el referente de La vida de Adele, algo inevitable (la participación en las manifestaciones del orgullo se han convertido casi en un lugar común).
Hafsia Herzi nos presenta a Fatima (Nadia Melliti) que descubre que es lesbiana a los 17 años, en su último año de bachillerato. Su contexto es el de una familia de origen argelino, la pequeña de varios hermanos, todos hombres, lo que hace de ese núcleo algo mucho más conservador. En una conversación con un imán, ya muy avanzada la película, cuando Fatima le habla de una “amiga” a la que le gustan las mujeres, el imán le explica que la homosexualidad no está permitida por el Islam pero tampoco por el resto de las religiones monoteístas como el cristianismo o el judaísmo (y ahí sale a relucir Sodoma y Gomorra). Sin embargo, le dice a Fatima, las relaciones entre mujeres (algo que le parece imposible de concebir) en principio serían menos graves que entre hombres pues “no hay penetración” (sic).
Si los problemas de Fatima en el instituto son los de cualquier adolescente que se ha de enfrentar a las burlas de sus compañeros (Fatima, además, juega al fútbol, deporte muy connotado para la asunción de tópicos), cuando llega a la universidad y se traslada a París, su liberación sexual es completa. Se adentra en las apps de citas, inicia una relación con una mujer mayor y, cuando esta se rompe, experimenta con otras. Los problemas se acaban lejos del hogar, pero sigue latente cómo abordarlo fundamentalmente con su madre.
Y la principal virtud de La petite dernière es su sinceridad a la hora de abordar este conflicto, cómo ser honesta con una misma y con tu familia, de ahí ese final abierto que solo pretende dejar en suspenso una cuestión que, quizás, la autora de la novela en la que se inspira la película, Fatima Maas, tardo o nunca pudo resolver. Con toda su convencionalidad narrativa, lo mejor que se puede decir de Herzi es que su película no adoctrina y tampoco cree en las soluciones mágicas.
(Francia, Alemania, 2025)
Guion, dirección: Hafsia Herzi. Elenco: Park Ji-min, Mouna Soualem, Aloïse Savage. Producción: Julie Billy, Naomi Denamur. Duración: 106 minutos