Marilina Bertoldi | Voz y guitarra
Hernán Rúpolo| Guitarra
Agustín Agostinelli | Batería
Santiago Jhones | Bajo
¿Quién dijo que el rock ha muerto?
El telón se abre repentinamente. Una figura diminuta se erige en medio del escenario aún a oscuras mientras suenan los acordes más gruesos que una banda pueda tocar. No se trata de una joven Patti Smith ni de un castaño Dave Mustaine, pero por momentos puede darse cierta confusión. Marilina Bertoldi y sus secuaces ya nos introdujeron, con un par de acordes metaleros como prefacio, en el ambiente en el que nos sumergiremos los siguientes cien minutos: todo Niceto Club fue testigo de una nueva noche de rock potente, aplastante, indiscutible.
Connor Questa, con unos pocos años de trayectoria y un puñado de presentaciones a lo largo del país, es una de esas bandas cuyo fugaz ascenso parece sentarle muy bien. En el camino hubo dos discos, muchos videoclips, un cambio de nombre, un ligero retoque en la formación, el premio mayor en dos concursos para bandas, tocar el mismo día que Foo Fighters en el estadio River Plate, el Cosquín Rock y algunos amigos de peso en el ambiente. Esta noche le toca a Niceto Club tenerlos por segunda vez en su carrera y ofrece a la banda y al público un lugar y un sonido a la altura de las circunstancias.
La noche abre, como su último disco Fuego Al Universo, con la potencia de “Todo Lo Posible” y el público no tarda un segundo en ponerse a saltar. La banda engancha “Resiste En Pie” y enseguida vuelve a su última placa con “Pensar Bien”, en donde la guitarra feroz de Hernán Rúpolo comienza a hacerse notar gracias a un solo con un whammy delicioso. La oposición entre ritmos y bases de Connor Questa no se da no solo desde lo musical sino desde lo visual: Hernán y Marilina llevan adelante las melodías con sus guitarras, vestidos de rojo; Agustín Agostinelli desde la batería y Santiago Jhones en el bajo, ambos completamente de negro, son la poderosa estructura sobre la que las canciones se apoyan y nos aplastan. La prolijidad estética no es un dato menor: funciona como el marco de la precisión con la que los músicos ejecutan. Mientras toca la Connor Questa, nada parece entrometerse. No hay una nota de más, un acople inesperado o un corte fuera de tiempo.
El show avanza y con la décima canción se avecina el primer momento inolvidable de la noche. La banda arranca con los acordes de “Fap”, el complejo tema que cierra Fuego Al Universo. Al riff atronador le sigue el funky bailable con un tremendo groove de bases muy aceitadas. La voz de Marilina comienza a lucirse, entre frenos, quejidos y fenomenales subidas hasta que llega el momento del blues. Y aquí Rúpolo se transforma en un emulo de Albert King, luego de Page y luego de Slash, mientras la banda acompaña. Pero pasa demasiado tiempo sin que la enorme voz de Marilina entre en escena, así que, desafío “guitarrístico” mediante, se hace presente de la manera más espectacular y sorprendente: hay que frotarse los ojos para creerlo, pero micrófono en mano y dando un alarido mejor que otro no está Janis Joplin, sino la menor de las Bertoldi.
No hay respiro para el público que se rompe las manos tras escuchar “Hoy Decido Que”, “Tantos Mares” y una gran versión de “Acorde De Paso” con Marilina al piano. Luego llega uno de los temas más viralizados de una banda que ya estrenó su ¡noveno! videoclip oficial, el cover de “Creep”, de Radiohead. Un medley de “Lo Roto Expone” y “Pasiones”, dos de las canciones más populares de la banda, dejan al público coreando en vano y se nota que el final se acerca.
La frutilla del postre la ponen los invitados, pero más desde lo simbólico que desde lo musical. Ale y Diego Kurz de El Bordo y Sebastián Cáceres, de Catupecu Machu, se suben al escenario y nos demuestran que Connor Questa está en la cresta de la ola, aunque sus aportes a las canciones sean más entusiastas que prolijos.
Solo queda tiempo para un cierre a toda máquina: el cover de “Respect”, de Aretha Franklin, encumbra a Marilina como una de las voces más potentes y versátiles del rock nacional, capaz del filo desgarrador, de un grito enloquecido, como de la sutileza que se espera de una voz femenina.
Sin embargo, me quedo pensando en Rúpolo, con una pinta que mezcla a Vedder con Frusciante y la Les Paul Custom negra colgada del hombro: un violero que juega y hace jugar, un guitarrista completo y preciso, que gusta de arreglos complejos sin irse por las ramas, muy capaz en la mezcla de efectos y totalmente incendiario a la hora de los solos. Los invito, señoras y señores, a pararse frente a Connor Questa y seguir pensando que el rock ha muerto.
Lugar: Niceto Club (Niceto Vega 5511)
Entradas: desde $70