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CRÍTICAS - CINE

Crítica: Deadpool 2, por Paola Menéndez

(Estados Unidos, 2018)

Dirección: David Leitch. Guión: Rhett Reese, Paul Wernick, Ryan Reynolds, basado en el personaje de Marvel Comics. Elenco: Ryan Reynolds, Josh Brolin, Morena Baccarin, T. J. Miller, Leslie Uggams, Brianna Hildebrand, Stefan Kapičić, Zazie Beetz. Producción: Lauren Shuler Donner, Simon Kinberg, Ryan Reynolds. Distribuidora: Fox. Duración: 111 minutos.

El Bocón ataca de nuevo

“¡Cuánta amargura! ¿Seguro que no perteneces al universo de DC Comics?”.

Deadpool

Aprendemos con naturalidad a lo largo de nuestras vidas que la historia y los hombres que recogen lo esencial o importante raramente pueden ser cómicos. De una forma que le es característica, persiste en la configuración trágica un poder didáctico que el terreno de la risa difícilmente pueda ocupar. Sin embargo, esto no significa que el dominio de lo cómico sea restringido o impotente: la risa permite arrojar con eficiencia una verdad sobre el mundo y el hombre. En ese sentido, la irrupción de la nueva entrega de  Deadpool en una cartelera atravesada por la solemnidad de los genocidios y de las grandes epopeyas colectivas resulta una  profunda bocanada de aire fresco. ¿O no tanto…? Si algo identifica el estilo Deadpool es su carácter humorístico y predecible. Cualquier espectador testigo de la primera entrega (para no hablar de un lector de comics avezado) sabrá que no encontrará Wakandas tercermundistas ni guanteletes poderosos, sino más bien un bufón empecinado en romper la cuarta pared caminando a lo Tony Manero entre lo sagrado y lo profano.

Por ello, hablar de la historia tras Deadpool 2 es invocar directamente dicho espíritu. Como el mismo personaje denuncia, los “escritores perezosos” nos describirán la línea argumental completa en los primeros quince minutos del film con referencias bien explícitas. En primer lugar, a la impecable Logan (2017) de James Mangold. Sabemos, por el enorme material escrito, de la rivalidad entre Wolverine y Deadpool, pero esta disputa también ha atravesado resignificada la pantalla grande. En X-Men Orígenes: Wolverine (2009) aparece Deadpool por primera vez suscitando una recepción muy negativa.  De manera que esa mácula en el personaje fílmico no resulta fácilmente olvidable para la audiencia, y una buena estrategia de superación consiste en la posibilidad de la (auto) parodia. Deadpool se ajusticia a sí mismo para barajar de nuevo pero existe la seguridad de que otros caminos que ya le han sido vetados. El otoño de los héroes, la muerte que finalmente le llega de manera sublime a Logan, no será un destino posible para Deadpool, y el film juega con ello [1].  Entonces, el primer llamado de atención es sobre esta rivalidad que se muestra fogoneada de manera permanente y que no hace más que reafirmar el sustrato de cada uno de los estos opuestos. Por otro lado, la alusión a Entrevista con el Vampiro (1994) actualiza el esqueleto argumental, a saber, el valor de la familia y la oposición entre dos tutores o modelos parentales [2] para el pequeño mutante. El movimiento de la película apunta entonces hacia un recorrido de aprendizaje en el sentido más estricto. Desde este punto de vista resultan destacables los pasajes de Blind Al (Leslie Uggams) en la medida en que, emulando a la pitonisa de  Matrix (1999), territorializa el lugar de la  sabiduría y la cohesión grupal  como contrapartida de la escuela de Xavier [3].  Por ello, es del todo cierta la advertencia de que “la siguiente película será una película familiar”. Jugando quizá con el sentido de esta proposición es que obtenemos, hacia el final, lo prometido.

Superaccción

Pasos de comedia con buena dosis de acción es el cóctel que David Leitch (Atómica, 2017) expone exitosamente al tiempo que se develan de forma descarada una serie de clichés del género. Uno de los momentos más  memorables del film, a causa de las peleas y las risas, incluye la presentación de la X-Force [4], encabezada por una increíble Domino (Zazie Beetz). Posteriormente, Cable (Josh Brolin) será también de la partida con una correcta interpretación pero sin el impacto que generó su Thanos en  Avengers: Infinity War (2018).

La presencia de Juggernaut, en cambio, es un tanto decepcionante. Deadpool se reconoce como “su fan” y le menciona las proezas que realizó en varios números de historietas. Sin embargo, su aparición en este film resulta  ligeramente más interesante que en X- Men: La batalla final (2006) y su poder queda severamente cuestionado por la manera en la que lo abaten. Dicho en otras palabras: no se le hace honor al personaje.

Finalmente el sentido salvaje de Deadpool, caracterizado por la inclinación hacia la rebeldía y el caos, nos invita a dudar de todo. Incluso del pasado; en tanto la vida es, antes que nada, una fantasía.

 

 

© Paola Menéndez, 2018 

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

[1]  Bajtín señalaba que “[…] los bufones y los tontos asistían siempre a las funciones del ceremonial serio, parodiando sus actos (proclamación de los nombres de los vencedores de los torneos, ceremonias de entrega del derecho de vasallaje de los nuevos caballeros armados, etcetera)”. Deadpool parodia la muerte de Wolverine con ese mismo espíritu.

[2] Hablamos de la educación de Claudia (Kirsten Dunst)  y el  modelo despiadadamente hedo-darwinista de Lestalt  (Tom Cruise)  frente a la doctrina estoica de Louis (Brad Pitt).

[3]  Cada vez que el personaje sufre una crisis o una pérdida (física o afectiva), recurre a la anciana. Lógicamente sus consejos no son del todo eficientes.

[4] Sabemos que hay una película de X-Force en preproducción para Twentieth Century Fox, escrita y dirigida por Drew Goddard.

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