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CRÍTICAS - CINE

Crítica: Hotel de criminales (Hotel Artemis), por Alejandro Turdó

(Estados Unidos, Reino Unido, 2018)

Guion y dirección: Drew Pearce. Elenco: Jodie Foster, Jeff Goldblum, Sterling K. Brown, Brian Tyree Henry, Sofia Boutella, Charlie Day, Dave Bautista. Producción: Simon Cornwell, Stephen Cornwell, Marc Plat, Adam Siegel. Distribuidora: Diamond. Duración: 94 minutos.

Huéspedes en el hampa all inclusive.

Si tuvieron la oportunidad de ver el trailer de Hotel de criminales (Hotel Artemis, 2018), quizá noten que hay altas probabilidades de confundirlo con un spin-off de la saga John Wick, en especial su recordado Hotel Continental, aquel que albergaba toda clase de delincuentes. Pues no. El debut cinematográfico de Drew Pearce, guionista de Iron Man 3 (2013) y Misión: Imposible – Nación secreta (2015), intenta llevar a la pantalla grande una historia con curiosas similitudes, pero se encandila con un reparto talentoso y una estética cuidada, que no trabaja la historia con igual nivel de rigurosidad.

En una Los Angeles distópica del no tan lejano año 2028, los disturbios callejeros y el enfrentamiento con las fuerzas de seguridad se vuelven el caldo de cultivo para una ciudad en llamas, en medio de la cual Sherman y su equipo de ladrones escapan tras un robo que no salió como esperaban. Por esa misma razón Sherman (Sterling K. Brown) y su hermano (Brian Tyree Henry) se refugian en el Hotel Artemis, una suerte de refugio para criminales, un lugar donde reciben asistencia médica y resguardo de la ley. El lugar opera bajo las estrictas órdenes de Jean (Jodie Foster), a quien llaman a secas “la enfermera”, encargada no solo del alojamiento sino también de la atención médica. Everest (Dave Bautista) es su mano derecha, el encargado de ponerle el cuerpo a situaciones que ameritan un tratamiento más agresivo, en el sentido más literal de la palabra.

El hotel tiene reglas contundentes respecto de todo aquello que no está permitido puertas adentro, relacionadas casi en su totalidad con la interacción permitida entre tan particulares huéspedes. Cuando el dueño del hotel y jefe del hampa conocido como el Lobo (Jeff Goldblum) tiene que hacer una visita de emergencia, se encienden las alarmas de todos los inquilinos y en especial las de Sherman y su hermano, quienes sin saberlo robaron algo que le pertenece. Es así como la narración intenta generar una tensa intriga respecto de la visita del Lobo. El problema es que este punto de giro demora tanto en llegar que una vez alcanzado, nunca se ubica a la altura de lo prometido.

Tanto los actores mencionados como aquellos con papeles menos preponderantes (como son los casos de Sofia Boutella, Charlie Day, Jenny Slate y Zachary Quinto) cumplen al momento de dar vida a personajes con pocos claros y muchos oscuros. La intensidad de las figuras a las que ponen el cuerpo se siente escena tras escena, a pesar de un guión que los obliga constantemente a tirar one-liners y hacer acotaciones para verse audaces y rápidos de lengua.

Una subtrama de la enfermera a propósito de una pérdida familiar intenta dar profundidad al personaje y al mismo tiempo justificar sus acciones dentro del hotel, pero la mayor parte del tiempo se siente como un estorbo en el camino del verdadero conflicto. Con un planteo que podría haberse visto beneficiado entregando más acción de la que prometía inicialmente, Hotel de criminales da la sensación de ser una oportunidad desperdiciada. Contando con todas las herramientas necesarias, Pearce no logra elevar el material por encima del promedio.

 

 

© Alejandro Turdó, 2018 | @AleTurdo

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

 

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