ESTEROIDES
Por razones muy largas de explicar, con pocos días de diferencia me encontré viendo la miniserie WandaVision y las cuatro horas del corte de Zack Snyder de La Liga de la Justicia. Creo que las dos tienen más en común de lo que uno cree, aún cuando vengan de compañías distintas y en algún punto rivales, aún cuando WandaVision sea más una producto impersonal y lo de Snyder podría considerarse como la película de un autor, al menos en el sentido más rudimentario con el que suele referirse a esos directores que manejan un estilo personal.
La miniserie en cuestión es, gracias a su enorme producción, casi indistinguible de una película (o más bien de una película de Marvel, al menos las más ligadas al cine artesanal), mientras que La Liga de la Justicia tiene cosas en común con las series: cierta desprolijidad narrativa, y por supuesto, un final abierto, que parece la invitación clara a una secuela. Además, la película de Snyder se divide en capítulos precisos, incluyendo un final que es una sumatoria tan disparatada de epílogos que, si no fuese por el tono solemne, podría ser un chiste de Deadpool.
El resultado de tantos epílogos no puede ser otra cosa que una lógica de lo desmedido, imposible de no atribuirlo a otra cosa que a un Snyder que, en vez de seleccionar el material para ampliar su película, parece haberse engolosinado y elegido cualquier cosa que había sido descartada en el montaje anterior y que la parecía más o menos llamativa. Esto incluye un sueño larguísimo que funciona de premonición de algo que Snyder probablemente nunca llegue a filmar, y una escena de rescate de Flash a Iris West que sólo parece estar ahí para poder poner un choque de autos y al superhéroe atravesando un vidrio en ralentí. El resultado es desconcertante: una película que se toma un tiempo gigante para contarnos cosas, pero así y todo le quedan varias cuestiones narrativas sin cerrar o desarrollar.
Hay una lógica bastante evidente, en el film, de lo grandilocuente. Mientras más grande y más largo, para Snyder es de alguna manera mejor. Un hecho que también se asocia a un gusto por la cámara lenta absolutamente insólito, capaz de poner en ralentí y con música de fondo una escena de transición de Aquaman sumergiéndose de nuevo en el agua. También podría decirse que esa lógica de lo grandilocuente se encuentra en cómo Snyder filma prácticamente cualquier cosa. Obsesionado con que la cámara se mueva todo el tiempo y la música orquestal suene en cualquier lado, es capaz de rodar un diálogo intimista entre la madre de Superman y Lois Lane con música épica de fondo y negándose a hacer algo tan básico como dejar que el espectador vea tranquilo a dos personas hablando sobre cosas cotidianas.
Supongo que, sólo en este sentido, WandaVision puede ser algo distinta. La serie de Marvel se encarga en sus primeros capítulos de ser intimista, aunque sea en una clave rara. Wanda imagina su vida como si fuese una sitcom e inconscientemente –o quizás no tanto- toma de rehén a todo un pueblo que debe actuar como si fuesen actores de reparto o extras de ese espacio personal creado por ella. Y lo hace, básicamente, porque todo el dolor que tiene adentro a raíz de las pérdidas que tuvo a lo largo de su vida la hizo entrar en la necesidad de armarse un mundo de fantasía. El tema es que cada nuevo capítulo es una sitcom más cercana a su tiempo. Así, si el primer capítulo es una sitcom de los ‘50, el segundo copiará la estética de las sitcom de los ‘60, la otra de los ‘70, etc… La metáfora es obvia, pero no deja de funcionar: aún cuando imagine su vida como una sitcom, mientras más se acerca al tiempo presente, más se acercará a su tragedia personal.
El recurso es ingenioso pero hay dos problemas básicos de la serie. El primero es que las parodias de sitcoms causan muy, pero muy poca gracia. Los chistes son malos y fuera de timing. El segundo es que, luego de un comienzo poco convencional, la serie va arrimándose más y más a una de los tantos productos del universo Marvel. Así es como los últimos capítulos consistirán en Wanda peleando con una enemiga que está (casi) a su altura, se contará una historia de origen y luego un enfrentamiento con una vuelta de tuerca ingeniosa. Del experimento del principio, llegando al final, no queda nada de nada.
En algún punto, la falta de timing en las sitcom y ese abandono de la originalidad para entregarse al cliché tienen en común un mismo pecado capital: la pereza. La falta de timing tiene que ver con un guion y una dirección que ha hecho el chiste de copiar un estilo pero ha creído que con eso bastaba. Así que parodiaron algunos programas, algunas situacione, y ya está. Lo otro es simplemente entregarse a la fórmula de siempre, la que saben que rinde, y la que Marvel va a repetir en este tipo de productos hasta que deje de tener popularidad.
Desde esta óptica, quizás el nuevo corte de La Liga de la Justicia pueda redimirse un poco. Decididamente es muchísimo más desprolija que WandaVision, pero al menos tiene la cualidad de la demencia, esa rara virtud que suelen tener esos films de autores cinematográficos megalómanos.
Snyder es uno de esos directores que se toma su gigantismo muy en serio, y a veces causa ternura el hecho de que ese gigantismo choque también con un espíritu aniñado. Un hecho que me parece bastante evidente, a contrapelo de algunas notas que he leído: insólitamente, hablan de esta Justice League como una película “adulta” porque hay una decapitación y Superman usa un traje negro. Pero nada de esto puede, por supuesto, ir contra el hecho de que, en el fondo, toda esta película es bastante infantil. No porque Snyder trabaje con superhéroes, sino más que nada porque su cine tiene algo de mensajismo de sobrecitos de azúcar (el momento en que Flash va más rápido que la luz y empieza a repetirse conceptos dignos de una publicidad de zapatillas es un buen ejemplo), de conflictos de telenovela (la historia de Cyborg), y de momentos ultrasolemnes (el vergonzoso diálogo final entre Batman y el Guasón) que Snyder filma como si estuviese filmando Macbeth. También hay otra cosa aniñada que tiene que ver con ese mencionado maximalismo extremo, como esos juegos de chicos que están explorando los límites de su imaginación y empiezan a buscar personajes cada vez más fuertes, cada vez más rápidos y escenas que no den más de espectaculares.
Snyder se ha vuelto en el auteur ideal de estos últimos tiempos de superhéroes y puede que la propia WandaVision sea una prueba de ello. Porque si algo tienen las dos cosas en común es que construyen ya superhéroes y supervillanos que van a una escala de poder sobredimensionada. Son seres superheroicos bañados en esteroides que encuentran a Wanda capaz de crear vida (incluso vidas de superhéroes) y Flash superando la barrera de la luz, al punto tal de viajar al pasado. Son formas de elevar la apuesta de lo gigante. No sólo eso, también son seres que sufren desgracias horribles, desmedidas, propias de una tragedia griega.
No es casual que algo pase en tiempos como estos. En la época del CGI, donde básicamente cualquier imagen es reproducible, no es difícil plantearse cosas a escalas elefantiásicas, con villanos que ya no destruyen casas o mundos sino universos enteros, y héroes cuyo poder semeja al de los dioses. Tal se ha solidificado esta tendencia, que cuando James Mangold hace una película como Logan, que no tiene un casting de muchas estrellas, ni CGI por todas partes o explosiones por todos lados, nos parece que estamos viendo algo transgresor.
El problema es este gigantismo es obvio. En principio, es cada vez más difícil conectarse ante personajes con capacidades y objetivos tan superlativos. Sobre todo, si la tentación de mostrar imágenes espectaculares tras imágenes espectaculares le hace al olvidar al director que la clave de las grandes películas de aventuras y acción no están en sus momentos más impresionantes sino en esos instantes reposados, donde los héroes y villanos se dan a conocer. En segundo lugar, que tanta ostentación, tanto poder, semeja mucho al jugador de naipes que apuesta todo lo que tiene para simular que tiene todo cuando en verdad tiene muy poco. En todo caso, me da curiosidad saber cuánto tiempo pueden mantener el engaño.
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0 comentarios en “La liga de la justicia de Zack Snyder (Zack Snyder’s Justice League)”
Es gracioso ver a los fans diciendo “Snyder agregó mucho desarrollo de personaje” cuando solo vemos a la mujer maravilla haciendo lo que ya sabemos que puede hacer y al robot hablar con la mamá sobre explicando la situación con el padre.
En 5 minutos y 2 escenas Indiana Jones es 40 veces más “profundo” que cualquiera de estos personajes.