A Sala Llena

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33º MDQ FILM FEST | La migración

33º MDQ FILM FEST | La migración

(Peru, 2018)

Guion y dirección: Ezequiel Acuña. Elenco: Santiago Pedrero, Paulina Bazán, Mateo Vega, Julián Reyes. Duración: 80 minutos.

Un lugar donde poder perderse

Las penumbras de la sala no coincidían con la lluvia tormentosa que azotaba la ciudad ni con el ánimo en las calles. Agua y ansiedad.

Fuí a ver La migración de sopetón. Algún conocido me había mencionado el nombre del director, alguna vez había leído una nota sobre otra de sus películas. Lo cierto es que tuve un espacio en mi grilla de horarios y La migración apareció para ocuparlo.

Guillermo viaja a Lima luego de recibir una postal de su viejo amigo Nico. En ella observamos un faro y una breve inscripción. La brevedad de explicaciones se condice con el destino de dicha amistad, el inusitado distanciamiento y la misteriosa lejanía. Guillermo viajará a Lima para buscar a su amigo.

Acuña, consciente del eje de su trama, juega al juego de las aproximaciones. Guillermo no busca directamente a Nico sino que se aproxima en su periferia. Como ese espectro que prestaba Orson Welles en El tercer hombre, con quien Nico y la propia La migración comparten un aire de familia. Curioso triunfo del paraíso de los arquetipos: un thriller político expresionísta se encuentra con una comedia dramática de aprendizaje.

El protagonista sobresale en el entorno foráneo por su discordancia, su acento porteño y su desconocimiento de latiguillos y expresiones locales. Pese a todo, es reconocido en su cualidad de distinto. Varios personajes lo reconocen como lo que era (en su relación con Nico), lo que no es y lo que podría ser en potencia. Pues la película consiste en eso, en que Guillermo se re-conozca en sus intempestivos desvíos.

No por nada el film se impregna de ese espíritu ingenuo, de ese regreso a un estadio infantil que en alguna medida queda apartado de toda vorágine cotidiana. Y esa es la figura del viaje, la matriz fundante de este rescate, un momento particular donde el acostumbrado espacio y el habituado tiempo se remiten a otro estadio; un precepto del fantástico.

Espíritu ingenuo que encuentra un desarrollo en la voz en off de cada personaje, en tanto forma del conocer. Conocemos a través de este artificio las diferentes singularidades y sus respectivas signaturas. Aquí todo se ejecuta en pos del proceder lúdico, hallando un correlato propicio en El principito de Saint-Exupéry. Durante el film se menciona una obra de teatro basada en ese cuento, con la ausencia de un protagónico apropiado. Ese lugar vacante, de ausencia y periferia, se traslada a Guillermo, quien, para confirmar nuestra intuición, finaliza su historia en un acto del conocer lúdico: el “Dígalo con mímica”.

Así como empezó, terminó. La lluvia seguía incólume y la ansiedad todavía permanecía en las odiosas calles, aunque había salido con una tranquilidad vuelta certeza. Había encontrado un lugar donde poder perderme.

 

 

© Pedro Seva, 2018 

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

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