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CRÍTICAS - STREAMING

Vivarium

DOS PARA EL MISTERIO

El streaming se afianza cada vez más como el espacio para encontrar narraciones extrañas, las que otrora aparecían con frecuencia en la cartelera pero que hoy no tienen lugar entre los estrenos programados. De hecho, la etiqueta de “extraña” hoy se corrió hacia producciones de gran escala, sin ir más lejos una película del año pasado como Joker tuvo esa definición de parte de críticos y espectadores sorprendidos, a los que les pasó por alto el gran número de influencias que poseía, por no decir que repetía las estructuras narrativas de El rey de la comedia y Taxi Driver. Los recintos de películas “diferentes” ofrecen, a través del VOD (video on demand) y otras fuentes menos sanctas, una variedad que invita a bucear y a dejarse llevar, como cuando se abría el diario el jueves y allí un póster o una pequeña reseña eran suficientes para alentar la curiosidad. Hoy la extrañeza se convirtió en una cualidad , y es desde ahí que Vivarium se erige con la historia laberíntica de una pareja joven (interpretada por Imogen Poots y Jesse Eisenberg) que decide ir a ver una casa para comprar en un barrio tipo suburbia, en el que las casas son todas idénticas e idílicas. En ese punto es que, obnubilados por el posible estilo de vida que podría adosarse junto a la casa, aparece el plano kakfiano y sus vidas cambian para siempre. Allí descubrirán que será imposible dejar el lugar sin cumplir con una condición. 

Vivarium es un nido de ideas, de muchas que se juntan pero que no se desarrollan ni llegan a un destino claro porque se estancan en otro laberinto (además del físico que plantea la historia). No es extraño que el director Lorcan Finnegan use su corto Foxes de 2012 como fuente ya que la sorpresa, la extrañeza y el interés se disipan hacia los costados; la progresión dramática se frena al mismo tiempo que los personajes concientizan su encierro físico. Cuando la historia encuentra una posible salida en la dinámica de una película indie se asoma un hilo de terror, el cual resulta una simple distracción en forma de atmósfera. La película ofrece todos los elementos de resolución del misterio en sus primeras escenas; es por esa decisión que resulta decepcionante el planteo del segundo acto, pues desecha por completo la idea del “cómo”. Así, termina importando más la trama que el armado del rompecabezas, si es que necesita ser armado. 

Vivarium es una película busca; tenía la plata para hacer la mitad del viaje propuesto y en el camino pretendió que al hacer dedo cayeran resoluciones mágicas a todas las puntas pensadas. Incluso ciertas estrategias visuales, como iluminar todo el set (en los exteriores especialmente) con el fin de presentar espacios artificiales dentro de la diégesis, reflejan una luz más propia de un estudio de televisión o de publicidad de detergente que de una película. En otros tiempos esta segunda obra de Finnegan habría sido ignorada, pero en épocas de escasez de películas que al menos se jueguen a escaparle a la comodidad de la industria marketinera obtiene una recepción más abierta en un público curioso, y es por eso que se es más indulgente, incluso cuando el único rasgo destacable sea una mera premisa que huye de la media. 

 

 

 

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

(Irlanda, Dinamarca, Bélgica, 2019)

Dirección: Lorcan Finnegan. Guion: Garret Shanley, Lorcan Finnegan. Elenco: Jesse Eisenberg, Imogen Poots, Danielle Ryan, Molly McCann. Producción: Brendan McCarthy, John McDonnell. Duración: 97 minutos.

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