De Martes a Martes, de Gustavo Triviño
Juan Benítez (Pablo Pinto) es un aficionado a hacer fierros. De caracter tranquilo e introvertido (tal vez demasiado), sueña con abrir su propio gimnasio. Pero debe conformarse con una triste rutina que incluye trabajar en una fábrica con gente que no le cae bien. En medio de esa lucha diaria típica de cualquier padre de familia de clase media baja, presenciará un hecho que cambiará su vida.
Con una larga trayectoria como camarógrafo, Gustavo Triviño se la jugó con su ópera prima. Lo que comienza en un estilo costumbrista, siguiendo la vida de un retraído laburante, y de pronto adquiere la forma de terrible oscuridad, donde se nos presenta el costado más siniestro de los personajes. Ademas, no es tibia a la hora de mostrar la relacion entre poderoros y humildes y los juegos de poder.
Incluye una de las escenas de violación más intensas del cine nacional. Sólo para estómagos fuertes.
Pablo Pinto (hermano del director Eduardo Pinto) es la revelación y lleva muy bien el protagónico. Lo acompaña un elenco experimentado compuesto por Alejandro Awada, Daniel Valenzuela, Rolly Serrano y Jorge Sesán, entre otros.
Sin dudas, De Martes a Martes es un film destinado a llamar la atención, pero, sobre todo, uno muy bueno.
