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CRÍTICAS - CINE

De tal padre, tal hijo (Soshite chichi ni naru)

(Japón, 2013)

Dirección y Guión: Hirokazu Koreeda. Elenco: Masaharu Fukuyama, Machiko Ono, Yôko Maki, Rirî Furankî, Jun Fubuki, Shôgen Hwang, Megumi Morisaki, Isao Natsuyagi. Producción: Kaoru Matsuzaki y Hijiri Taguchi. Distribuidora: Distribution Company. Duración: 121 minutos.

Koreeda vuelve a retratar una historia familiar, como hiciera con Nobody Knows o Still Walking. En esta ocasión, la trama se centra en dos parejas a las que se les avisa que sus hijos han sido involuntariamente intercambiados en el hospital al nacer. Se plantean así las notables diferencias entre una familia adinerada y una más humilde, los distintos tipos de crianza, de involucramiento y exigencia frente a los niños. Mediante un litigio judicial, se busca la mejor manera de restituir cada niño a su familia original, cuestión sobre la que Koreeda se detiene meticulosamente.

También se desliza el hecho de que los genes pueden determinar las conductas futuras como el desempeño profesional, lo que se pone en evidencia del lado de la pareja más fría, constituida por el empresario exitoso que traslada asuntos de su propia infancia a su hijo. Sin caer en golpes bajos ni resoluciones abruptas, el film deambula por la nueva estructura familiar por la que deberán transitar ambos niños, y el hecho de tener que contar con dos familias sin cortar los lazos afectivos.

calificacion_4

Por José Luis De Lorenzo

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Ganadora del Premio del Jurado en Cannes, la película del japonés Hirokazu Koreeda se centra en una pregunta difícil: ¿debemos elegir al hijo biológico o al que uno creyó suyo durante seis años de crianza? Pero a pesar de la seriedad de la premisa, De tal Padre, tal Hijo está narrada en tono de comedia.

Llena de situaciones entrañables y graciosas, la elección de no enfatizar el drama es el mayor acierto de la dirección. El carácter ameno y simpático de la película hace que el espectador se involucre tanto más en la problemática de sus personajes, consiguiendo que las escenas dramáticas sean mucho más poderosas. La familia es un tema recurrente en las películas de Koreeda. De tal Padre, tal Hijo está inspirada en sus propias dudas sobre la paternidad: ¿qué convierte a uno en padre, el lazo de sangre o el tiempo pasado con el hijo?

El protagonista de la película, Ryota, es un empresario exitoso acostumbrado a obtener todo lo que se propone a través del esfuerzo. Pero cuando recibe una llamada del hospital, diciendo que su hijo no es “su” hijo, todas sus dudas sobre los vínculos familiares salen a la luz. Además de enfrentar el dilema moral, Ryota debe enfrentarse a sí mismo cuando -por primera vez- se encuentra con circunstancias que exceden su control. El resto del elenco se completa con Midori (la esposa de Ryota), la pareja que cría a su hijo biológico, y por supuesto, los hijos de ambas familias.

calificacion_4

Por Carla Cuesta

 

De tal Padre, tal Hijo es de esas perlas de otros festivales que siempre pueden arreglarte el día. Sobre todo porque era jugar sobre seguro: cuatro veces van ya con ésta que el japonés Hirokazu Koreeda pasa por Donostia -debió ganar la Concha de Oro al menos dos veces: con Still Walking, que se fue de vacío de forma incomprensible, y con Kiseki, que ganó Mejor Guión- y la gente es tan consciente de eso que cada vez que el amable director aparece para presentar una película la ovación y el cariño del público resultan abrumadores. Si encima no tiene la presión de concursar, pues mejor que mejor.

De tal Padre, tal Hijo es una más de sus películas con niños de por medio. En este caso niños intercambiados al nacer en un hospital cuyos padres son informados del fallo cuando ya tienen seis años, dejando a su arbitrio la decisión de volverlos a cambiar cual cromos o quedarse como están. O sea, una reflexión en toda regla sobre si la paternidad es una condición innata por sangre o es algo adquirido por la crianza de la criatura en cuestión. O ambas cosas.

La película contiene todas las claves reconocibles del cine de Koreeda: pulcritud en la dirección, tempo pausado, encuadres milimétricos, esplendidas interpretaciones -sobre todo de las dos últimas adquisiciones de ese criadero de niños maravillosos que debe tener por ahí escondido en algún rincón remoto de Japón, cuya existencia todos sospechamos- y emociones soterradas pero a flor de piel que surgen primorosas arrasando con todo cuando uno menos se lo espera, hasta dejar al espectador al borde de la lágrima. O directamente llorando en una de esas lloreras buenas con las que uno se queda tan a gusto.

Puede que sea algo más plana que otras joyas anteriores suyas, pero hasta una película menor de Koreeda resulta mucho más estimulante que la mayor parte de las películas que veremos en Donostia. Y si uno es padre o tiene ciertos conflictos no resueltos con el suyo, verá cómo esta película le araña el corazón un poco.

calificacion_4

Por David Garrido Bazán

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