No necesitamos más a Arnold
Como todos saben, o por lo menos, así espero, con motivo del festejo del primer aniversario de A Sala Llena Online, decidimos realizar la primer avant premiere del sitio.
Podríamos haber elegido El Origen, o Encuentro Peligroso, pero nos decidimos por Depredadores. ¿Por qué? Llámenlo instinto cinéfilo.
Es una apuesta arriesgada proyectar una película de terror / ciencia ficción. Es más, si la película hubiese sido desastrosa, esta misma crítica la estarían leyendo el próximo martes, después de la función. No vamos a tirar abajo nuestra función una semana antes ¿no?.
Pero la están leyendo ahora. ¿Por qué?
Porque en Robert Rodríguez se puede tener Fe… cinéfila.
No soy un fanático de la saga de Depredador, pienso, que si bien la primera es bastante entretenida y elemental, y a pesar de convertirse en un objeto de culto de los años ’80, las secuelas fueron bastante grotescas, banales y desaprovecharon un buen personaje de terror en pos de entretenimiento masivo, llenar las expectativas de un público ávido de ver sangre y tripas… pero los pobres guiones, las pobres búsquedas estéticas terminaron por ni siquiera satisfacer este tipo de público.
A comparación, la saga de Alien siempre estuvo un paso más adelante (al menos las primeras cuatro). Los productores buscaron directores con mente de autor, capaces de crear personajes y atmósferas intensas, claustrofóbicas. No solo gore. Seamos honestos, siempre hubo una mayor búsqueda creativa y artística. Pero llegaron las Alien Vs Depredador y terminaron con ambos mitos… hasta ahora.
Alguien debía revivir a estos dos monstruos del cine. Con la saga de Alien, lo está haciendo, nuevamente, Ridley Scott. Con Depredador, el descendiente director de Roger Corman: Robert Rodríguez.
Si bien esta vez se alejó de la silla del director y cedió el lugar a Antal, un interesante director nacido en Estados Unidos pero que comenzó su carrera cinematográfica con la intensa película Kontroll (2003, vista en el Bafici 2004) en Hungría por la cual ganó numerosos premios, Rodríguez se encargó de la producción, la supervisión del diseño sonoro y de los efectos visuales.
Antal, que venía de hacer las discretas Habitación sin Salida y Armored en Estados Unidos, tomó la posta y supo darle el nivel necesario de suspenso, intensidad, administrarle buenas dosis de terror, gore, y ciencia ficción a la saga dirigida originalmente por John Mc Tiernan, con el extraterrestre del gran y querido Stan Winston.
Pero no solo eso, sino que le rinde tributo a la original en varios sentidos. Suerte de secuela/remake, nuevamente vemos a un grupo de mercenarios en medio de la jungla. Solo que esta junta no queda en nuestro planeta.
Hombres cayendo con paracaídas en caída libre. En tierra, ninguno conoce a otro, provienen de distintos países incluso. Lo que tienen en común: son todos asesinos de una forma a otra, condenados, solitarios, despiadados. El liderazgo lo toma un capitán de las Fuerzas Especiales (Brody, cada vez más consolidado como héroe de acción), y lo siguen una agente del Mossad (Braga), un violador condenado a muerte (Goggins), un mercenario de pandillas mexicanas (Danny Trejo, llamado Cuchillo según los créditos. ¿Será primo de Machete?), un yakuza, un miembro de un clan de asesinos africanos, un soldado ruso que luchaba en Chechenia, y un médico alfeñique, completamente dócil (Grace, rol similar al de El Hombre Araña 3).
Pronto, los cazadores se convierten en presa y empiezan las persecuciones. Los depredadores empezarán a cazarlos uno por uno, al mejor estilo “diez indiecitos” de Agatha Christie, o mejor dicho ocho indiecitos. No olvidemos que también así era la original película de 1987, y también las dos primeras entregas de Alien.
El principio remite indefectiblemente al gancho Lost: marginados de la sociedad deben convivir, sobrevivir y luchar contra el mundo sobrenatural que tienen ante sus pies: primero se odian, después deben unirse para seguir vivos. La única diferencia es que estos están armados hasta los dientes.
La película combina aventura, acción, humor negro y terror. Es entretenida de principio a fin. Hay muertes de todo tipo para los amantes del género, y si bien contiene todos los lugares comunes y clisés que uno espera del género, se va adivinando el orden en que se irán sucediendo las defunciones, los creadores son bastantes astutos para guardarse algunas cartas bajo las mangas y sorprender.
Los mayores aciertos son de índole cinéfila, como decía. Se cita a la película original en la mitad y en el final, y no falta una línea perteneciente a un clásico de Brian DePalma. Pero también en la creación de personajes y elección del elenco: esta vez, no son solamente soldados que no marcan diferencia en carácter uno de otro. Acá cada uno tiene su lugar para destacarse, ya sea por su misterioso pasado, como por sus destrezas físicas. La elección de Brody en vez de Schwarzenegger es más adecuada de lo que parece a simple vista. Le da carácter, profundidad dramática a su personaje. Como Sigourney Weaver lograba con Ellen Ripley en Alien. A la vez sorprende ver a Laurence Fishburne en un rol seudo humorístico – absurdo. El resto del elenco no desentona, a excepción de Topher Grace, que no puede salir del estereotipado personaje de nerd depresivo de That’s 70s Show. Ya no son más héroes de acción solamente, sino personas palpables, más reales que en otras películas del género.
Los diálogos no son de lo más brillante. Brody dice cada palabra como si fuese una “tag line” (las frases hechas de los trailers), y por momentos las explicaciones son demasiado redundantes. Pero lo mejor es la acción, la adrenalina. El clásico juego del gato y el ratón, las trampas, la atmósfera seca de la selva que penetra en la sangre y te hace pertenecer a la película. El mismo mérito de la original.
Los efectos especiales nunca pasan a primer plano ni sobresalen sobre la cuestión humana. Es más que loable la actitud de Rodríguez de seguir utilizando actores para interpretar a los depredadores, con vestuario y bocas diseñadas con animatronics y algún que otro retoque de CGI (especialmente para el Depredador más grande y feo) y no crearlo completamente en computadora como haría George Lucas.
Hay que seguir teniendo fe en Rodríguez. Depredadores es un divertido film clase B que no va a desilusionar a aquellos que vayan el lunes a la Avant Premiere del Abasto. Por supuesto, tengan en cuenta que van a ver una película de Depredador… No esperen una “cinema de qualité” europea, la competidora del Cocodrilo de Oro de un Festival Internacional o la próxima ganadora del Oscar.
Ya sé que son lectores fieles, pero tampoco pedimos tanto…