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FESTIVALES

El Cine Independiente Vive en Cosquín Parte 1

 

“Este es un Festival Familiar”, me decía Mercedes Benitez mientras miraba la ceremonia de clausura de premios.

Más allá de los aspectos filiares que unieron a los organizadores del festival, el viaje de vuelta parecía el regreso de un viaje de egresados. Todos hablaban con todos, reíamos, opinábamos. Parecía que nos conocíamos desde hace años, pero lo cierto era que cuatro días antes, la mayoría éramos extraños.

Miembros de la organización del festival, directores de cortos y largometrajes, críticos, distribuidores, acompañantes. Algunos se fueron antes, otros llegaron después.

Para el domingo, a las 21:30 Hs cuando el micro salía de la Municipalidad de Cosquín, ya todos eramos viejos conocidos, compañeros de jergas que compartíamos opiniones cinematográficas, experiencias de rodajes, esfuerzos de haber concretado la obra.

El Cine Independiente no es el Cine del Futuro, como reza un popular Festival porteño. No, el cine independiente vive el ahora. Es un cine de identidad, de autor y de héroes, sin dudas.

Es dar lo que no se tiene, sacrificarlo todo por la obra e incluso quebrantar la ley, los valores morales.

Pero tener una obra terminada es una sensación de libertad y emoción poco frecuente. Y verla plasmada ante la pantalla frente a centenares de desconocidos que se ríen, emocionan, transpiran el una sensación gratificante que solamente aquellos, que llevan el cine en la sangre lo entienden. Aquellos que están compenetrados en la obra desde la concepción de la misma hasta que se pule el último detalle sonoro.

Admito que me he sorprendido con este Festival. Cosquín es un pueblo chico. Su centro lo componen el Municipio, la plaza, 4 cuadras de negocios y, por supuesto, el auditorio donde cada enero se festeja el Festival de Folclore más importante del país. ¿Puede un pueblito con estas características abrirle las puertas al cine?

Apuesten que sí, y lo más sorprendente, el público acompañó, especialmente el local. Porque la mayoría de las obras, algunas que ya pasaron por la cartelera porteña, no tienen oportunidad de llegar a la provincia serrana. Y lo más irónico es que, el único film que se estrenó en varios cines de la capital cordobesa, De Caravana, el premiado largometraje de Rosendo Ruiz, made in Cordoba, éxito masivo y fuerte competencia de los tanques hollywoodenses aún no tiene distribuidor en Buenos Aires.

Tras la ceremonia inaugural con el auspicioso estreno de Belgrano de Sebastián Pivotto con Pablo Rago (ambos presentes), tras las deliciosas empanadas autóctonas (hechas con una capa de hojadre dulce) y el vino, llegó el primer día de exhibición de obras.

Las películas se exhibieron en tres salas: el “Microcine” del Municipio, cuya pantalla y cantidad de butacas lo convierten en un cine más “profesional” que muchos de Buenos Aires; el “Holiday” ubicado dentro del único Shopping del centro, una sala confortable y “El Alma Encantada”, un teatro convertido en cine gracias a la instalación de una pantalla.

De las 53 obras presentadas (incluidos 30 cortometrajes) habia visto 6: 4 obras de ficción y 2 documentales.

A continuación voy a presentar una breve reseña de los 6 films que vi el primero de los tres días:

 

Hacerme Feriante (Julián D’ Angiolillo, Argentina, 2010)

Un film que me había perdido en el Bafici y en su estreno comercial. 

Definitivamente se trata de una de esas obras imperdibles, que sirven para entender una comunidad, un factor social de ahora, que representa un sitio donde se da un cambio constante, una representación de la Argentina contemporánea: La Salada.

Como me dijo posteriormente el director, es un límite geografíco, pero tambien cultural. D’Angiolillo comienza la película con un breve noticiero que nos cuenta en pocas palabras la historia de la ciudad: desde que era simplemente un balneario hasta que fue ocupado por las tres ferias que predominan hoy en día: Punta Mogotes, Ocean y Urkupiña.

Pero el director y equipo deciden ser meros espectadores, observadores de una realidad, entrando en las casas, analizando el mercado, el funcionamiento y la organización de la “Feria Ilegal Más Grande del Mundo”, según la unión europea. Y es así como llegamos a conocer, empatizar, comprender a sus personajes sociales, entender la importancia que tiene la feria para otros feriantes del interior del país.

D’Angiolillo no juzga, no entrevista. Mira y deja que cada uno saque su propia conclusión

Discípulo del José Luis Guerin de En Construcción, el director de Hacerme Feriante es testigo de la evolución, de las controversias, de la luchas con los políticos. Hacerme Feriante es una crítica social, una mirada que no pretende llegar a lo sentimental, sino a lo intelectual, a abrir la cabeza, a cambiar los prejuicios de la clase media.  Y de ahí que se justifica la meticulosa, prolija, simétrica puesta en escena, claramente de influencias pictóricas y arquitectónicas.

El relato está bien narrado. Es cierto que cuando hay conflictos clásicos internos y externos, la narración es más fluida y dinámica, más lineal por así decirlo que cuando el director pretende mostrar como funciona la feria desde que se abren sus puertas a las doce de la noche hasta que se va el último micro proveniente del interior del país.

Esta secuencia es un poco más monótona y monocorde probablemente, pero al mismo tiempo, es más experiemental. La cámara no existe. Hace recordar un poco a los trabajos más interesantes de Godfrey Reggio (Koyaanisqatsi, Powaqqatsi) Se nota un trabajo estéticamente plástico.

Ironía, política, costumbrismo y una lucha constante por sobrevivir. Eso es La Salada y lo que sostiene D’Angiolillo. Una obra meritoria.

 

Huella y Memoria de Jorge Prelorán (Fermín Rivera, Argentina, 2010)

Parte de una generación revolucionaria, marcada por las manifestaciones sociales y la lucha cultural, Jorge Prelorán fue el creador del documental etnográfico. O sea, películas biográficas sobre personajes de diversas etnias, más propiamente, miembros de comunidades originarias. El cine de Prelorán compitió y compartió valores con el de Raymundo Gleyser y Jorge Cedrón, pero Prelorán nunca quiso ser tan político. Su crítica a la burguesía y clases altas argentinas las hacía mostrando aquello que no se quería ver. Varias veces, él y Gleyser filmaron juntos. Pero la obra de Preloran se mantiene prácticamente desconocida en nuestro país. En Estados Unidos filmó bastante (su primer corto, Death Be Not Proud data de 1961 y actuaba, aunque no está confirmado un jovencísimo Tom Skerrit), fue profesor en la Universidad de California, escritor, coleccionista de datos, genio audiovisual.

El film de Rivera es hermoso, un homenaje a un realizador que amaba el cine independiente de verdad. Aquel por el que no buscaba un rédito económico. Más allá de que Rivera utiliza herramientas que Prelorán no aprobaba, el director se va adaptando al lenguaje del director de Hermógenes Cayo.

Rivera lo lleva a Prelorán por un viaje honesto y sentimental por varios lados de Argentina, Venezuela y Estados Unidos. Y Rivera es un personaje emblemático: da lecciones de vida, de cine, donde una imagen habla más que por mil palabras.

Ese es el legado. Como pensar el cine documental, como convivir con la historia, con nuestros pueblos, nuestros artistas.

Entretenido, reflexivo, optimista a pesar de todo, Rivera, deja en claro, que no se trata solamente de una biografía documental con un admirable material de archivo, entrevistas inteligentes y el descubrimiento de un personaje admirable, sino que es conciente que su misión es seguir la de su protagonista y dar a difundir material increible, visualmente asombroso, contemplativo y participativo a la vez, que forma parte de nuestra cultura escensial de nuestra naturaleza.

Sencillo, sin pretensiones. Cine puro.

En el Festival de Cine Independiente, el cineasta que aseguraba que no hacía falta dinero para poder filmar no podía estar ausente. Una verdadera lección de cine.

Cabeza de Pescado (July Massacesi, Argentina, 2009)

Un historia de amor con elementos de ciencia ficción o un film de terror clase B con elementos románticos. Una de las propuestas argentinas más radicales de los últimos años. Un film en un bellísimo blanco y negro que remite a los primeros films de David Lynch como Cabeza Borradora o El Hombre Elefante. En un futuro no muy lejano, post guerra nuclear, los chicos mutantes son apropiados por un excéntrico millonario que organiza combates clandestinos con ellos, como si fueran gallos o perros. Un taxidermista (que no sufre de epilepsia, vale aclarar) tiene una vida monótona. Su mujer ha enloquecido, su suegra es una carga, y no sabe que hacer con su hijo enfermo.

Todo cambia cuando conoce a una mujer joven, de la que se enamora. Ambos planean escaparse. Su boleto es la venta de su hijo al magnate, y ahí empezará el cuestionamiento moral del protagonista.

Original en su concepción, la película toma varios elementos clase B y propias del género para armar un relato ecológico, una pesadilla surrealista bien planteada, con un guión sólido. Si bien el ritmo se disipa un poco en la segunda mitad, cuando se centra en la historia romántica, las interpretaciones son creíbles y los efectos fuera de campo aportan generando tensión al relato, sumado a una enfermiza banda sonora.

Massacesi, docente cinematográfica acierta en los códigos que inserta en su ópera prima. En el medio se pueden ver referencias Soylent Green y Nosferatu entre otras obras. Una agradable sorpresa.

 

Albor (H. Emmanuel Figueroa, Argentina, 2010)

Film indefinible, sorprendente y pretencioso a la vez. El principio es bastante incoherente con lo que vamos a ver durante el resto del metraje. Una pareja que vive en una choza en medio de un campo seco, misionero en apariencia. Ella se ocupa de cuidar la pequeña granja que tiene. Él es un hachero. Todo parecería indicar por el tratamiento estético, manejo de tiempos y temática, que estamos frente a la secuela de La Libertad de Lisandro Alonso, pero no. Cuando el hachero vuelve, comienza un viaje místico que recorre las galaxias, el cosmos y diversos niveles de espiritualidad pero también es un cable a tierra con la velocidad de las comunicaciones y la vida urbana en contraste con la tranquilidad rural. Hay chamanes danzando alrededor de una marmita, símbolos católicos, efectos especiales y una luz blanca parpadeante y enceguecedora que parece sacada del final de Irreversible. De hecho como todo viaje místico (o lisérgico) cinematográfico, se acaba en un orgasmo y la fecundación de un niño. Figueroa, de esta manera parece seguir los pasos de Gaspar Noé (hay conexiones místicas con Enter the Void), pero por suerte evita caer en moralismo o respuestas facilistas. El juego experimental que propone es ambuloso, pero al mismo tiempo intenso. Atrapa y aparta al mismo tiempo. Si bien la propuesta es bastante pretenciosa, tiene un meticuloso trabajo experimental que lo conecta también con el cine de Jodorowski o incluso con Stanley Kubrick. Una experiencia sensorial no apta para todos, pero aún así que demuestra la versatilidad del Festival.

 

Guerriller@s (Pujantell Montse, España, 2010)

Interesante documental acerca de mujeres transexuales. Nacidas en cuerpo femenino, pero identificadas como hombres, las tres protagonistas de esta obra tienen entre 20 y 30 años y  relatan como se llevan con su cuerpo y su mente. Un relato inteligente que nos lleva a entender los miedos, los métodos hormonales y la lucha de estas personas contra el prejuicio, ya que ninguna se identifica con un sexo y se propone justamente la idea de la no discriminación de género. Los tres testimonios principales son honestos, coloquiales, ingeniosos. La directora propone un documental sin tabúes, con humor, dinámica, pero al mismo tiempo con estética televisiva, abusando un poco del plano dividido, hasta en escenas poco justificadas. La concepción responde al estilo de documentales sexuales que solía verse en I Sat como Real Sex.

Más allá de eso, es una propuesta bastante poco convencional, que atrapa más por el tema que por la calidad cinematográfica en sí.

 

En tu Ausencia (Iván Noel, España, 2005)

Iván Noel fue uno de los personajes más controvertidos del Festival. Debido a ciertas declaraciones que dio, no sería muy dificil compararlo con Lars Von Trier y por la forma que tiene de filmar (según él no utiliza luz artificial y eso se puede apreciar ya que todas sus obras están filmadas de día, y los interiores son bastante oscuros y siempre están al lado de una ventana), hay ciertas coincidencias.

La cuestión es que sus films no tienen el grado de polémica o la estética cruda de los films del director danés. De hecho, sus obras son bastante clásicas y mucho más “sencillas”. Noel vivió mucho tiempo en un pequeño pueblo de España, donde desarrolló las historias de sus obras. Todas están integradas por niños de entre 7 y 12 años y se nota cierta preocupación por la relación padre – hijo.

En tu Ausencia es la historia de un chico de 11 años que vive con su madre en un pueblo campestre. Su padre falleció en un accidente. En medio del despertar sexual (tiene una amiga mayor que él que lo busca siempre) la llegada de un extranjero que dice ser amigo de su padre, le cambia la vida. Encontrará la figura paterna que no tuvo. Sin embargo en el pueblo no lo ven con buenos ojos.

La ópera prima de Noel tienen un nivel muy bello de lirismo y poesía iniciático, aunque cae en algunos clisés y lugares comunes. Uno podría asociarla como una versión más sutil de El Espíritu de la Colmena (por el paisaje y la relación del protagonista con el entorno) o  El Último Verano de la Boyita.

Pero la obra se sostiene gracias a creibles interpretaciones y una gran fotografía. El guión es un poco banal y cae en innecesarios momentos sentimentaloides. También se apoya bastante en flashbacks un poco rústicos y desprolijos que cortan con el lirismo de las escenas del presente.

Según Noel, trabajó con un equipo técnico muy reducido y básico. Eso se nota, porque logra construir un micromundo muy simple y bello con pocas herramientas.

 

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