A Sala Llena

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El despertar de la Fuerza

El despertar de la Fuerza

Y llegó hoy. Ya está aquí y por fin pudimos verlo, y no queda más que sentirnos agradecidos. Un año, un añito más hay que esperar. Y para los neuróticos como yo, que soñamos con la fecha de la muerte día por medio, parece verdaderamente mucho tiempo. Un año entero para Episodio VII.

La llegada del tráiler no ha hecho otra cosa, que exacerbar los ánimos, que incendiarlos, que inyectarles una promesa tan jugosa y lujuriosa, que parece que las canas nos van a salir de un segundo para el otro y solo a cuenta de la anticipación.

Hoy, por esas cosas del sueño, me desperté muy tarde. Para cuando abrí los azules, ya eran como las diez y media de la mañana. Mi chuchi, que se tomó la semana, estaba a mi lado. Como el martes fue mi cumpleaños y yo hago muchísimo alboroto por eso, quedamos trillados, reventados y muy, pero muy fatigados debido a los festejos. Comimos y chupamos como descosidos, así que ahora estamos, como quien dice, durmiendo la mona larga. Aun así, la anticipación por la llegada del tráiler, era grande.

Imaginen esto: el martes 25 (día de celebración mundial de mi natalicio) salió el avance de Jurassic World, ya con eso la cosa se presentaba cargadita. Como arrancamos el festejo el lunes, venía echándome al coleto muchas, pero muchas cosas. Que champagne, que vino, que volcán de dulce de leche, que cupcakes, que torta, que macaroons, que risotto, que bananas, que ensalada César, que pizza, que mojitos, que cosmopolitans, que caipiroskas… en fin, una bacanal. El tráiler de la franquicia de los dinosaurios, llegó para coronar todo eso. Yo, cual caricatura de la Warner, abrí mi bocota gigante y me lo tragué igual que a una dinamita. Me lo engullí con todo y Chris Pratt. Por supuesto, siempre convencida de que la salida el propio 25, era un regalo exclusivo para moi.

Y la semana siguió y los festejos también. Porque, que mi media naranja no labure para hacerme compañía, de alguna manera prolonga las celebraciones. Así que, vale decir que ambos trailers, salieron esta semana, solo para homenajearme y celebrarme en mi día.

Para matar la ansiedad hasta que saliera el corto, hoy hice unas cuantas cositas. Me desconecté de la red durante las horas en que sabía que nada iba a suceder, para evitar dejarme los dedos en muñones. Salimos a hacer un brunch por ahí, sentados afuera, lejos de cualquier adminículo electrónico. Mi teléfono todavía permanece apagado, para no tener la más mínima novedad. Acompañé al Chuchi a la peluquería para mantener la mente lejos del suceso que se avecinaba y dilataba su arribo. Y, finalmente, para quemar la energía que me metía el anticipo, y “despertar la fuerza de mi trasero” me mandé al gym a entrenar un buen rato. Para cuando llegué a casa, reventada y arrastrando las patitas, el tráiler ya estaba en la red y era todo lo que había prometido y mucho, pero mucho más.

Unos cuantos planos perfectos, un poco de acción, los jóvenes que aparecen, la generación nueva que se adelanta como la infantería de la película, un montaje impecable, el Halcón resucitado, la arena, la música, el nuevo sable, la incógnita que nace y la pasión, toda pero toda la pasión.

Mientras lo veía, daba alaridos de alegría, mientras se me llenaban de lágrimas una y otra vez los ojos.

Estaba en una de las sillas del living, sentada a la mesa grande, en frente de la computadora. Mi esposo estaba detrás de mí y me ponía las manos en los hombros como para tranquilizarme, para bajarme los decibeles de la excitación. Pero para cuando hubo acabado el primer visionado (de decenas), él también ya estaba loco.

Tengo mucha esperanza con esta película. Y si bien yo soy de las que defienden a capa y espada la saga completa, lo que tal vez sugiera que le perdono todo, J.J Abrams me llena de confianza y de alegría. Creo que seguirá haciendo historia, con la misma convicción que pienso que Star Wars resume de manera magistral, todo lo que espero del cine. Escribo esto y las lágrimas me saltan de los ojos nuevamente. Mitad por la emoción, mitad por el miedo que me produce tener que esperar un año entero más. Para los optimistas, un año no es nada. Para las minas como yo, un año representa un sinfín de variantes, entre las que se encuentran la enfermedad, la muerte, la tragedia, la pegada del Quini, los desequilibrios hormonales, el éxito más allá de lo esperado, el reviente y los viajes espaciotemporales.

Episodio VII cuenta con absolutamente todo para ser una obra maestra de la cultura popular y cinematográfica del mundo. Esperar con el aliento contenido sería un suicidio, pero es imposible no suspirar y suspirar tratando de que el aire alcance.

Solo queda esperar a que la fuerza despierte y nos acompañe siempre.

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