El Extraño Caso de Angélica (The Strange Case of Angelica, Portugal, España, Francia, Brasil, 2010)
Guión y Dirección: Manoel de Oliveira. Producción: Francois d’Artemare, Renata de Almeida, Maria Joao Mayer, Luis Miñarro. Elenco: Pilar Lopez de Ayala, Leonor Silveira, Ricardo Trepa, Luis Miguel Cintra, Isabel Ruth, Filipe Vargas, Carmen Vargas. Duración: 97 Minutos.
Crítica previamente publicada con motivo de exhibición en el 63º Festival de Cannes.
Apertura de la sección Un Certain Regard, Manoel de Olivera, un respetado director de tan sólo 101 años, vincula la metafísica con un relato romántico. Un hombre solicita la asistencia de un fotógrafo para un trabajo particular, ante su ausencia la labor deriva en Isaac, un jóven fotógrafo, tímido y considerado “extraño”. El trabajo: tomar fotos de una bella mujer que al estar a poco tiempo de casarse, fallece.
La cámara de fotos como elemento fantástico capta algo más que una simple imagen, Angélica cobra vida en ellas y esto derrumba física y psicológicamente a Isaac, quien se enamora de ella. Determinados sucesos extraños lo persiguen, el entorno nota esos cambios en las actitudes del jóven fotógrafo de religión judía, envuelto en el encargo de la sesión a cargo de la católica madre de la difunta.
Oliveira nos brinda nuevamente una grata experiencia cinematográfica luego del hermoso segmento de Chacun Son Cinéma y Belle Toujours, de cuidada fotografía y un trabajo digno de Ricardo Trepa en el rol de Isaac.
Link a la conferencia de prensa del film:
http://www.festival-cannes.fr/en/mediaPlayer/10422.html
A los 100 años, de Oliveira nos da una nueva demostración que no hay edad para la inspiración. Divertida e irónica, fábula con elementos oníricos y surrealistas, efectos digitales, además de una crítica a las rutinas y supersticiones que tienen los habitantes de pueblo.
Una reflexión sobre como la gente cobra vida en el interior del arte. El protagonista de esta obra, un fotógrafo, vive rodeados de muertos vivos, pero cuando ve Angélica su mundo cambia, en realidad ésta solo cobra vida en el interior de la cámara. Al protagonista esta relación no le gusta nada. La joven fallecida llega a sus “sueños” en forma de espíritu y lo enloquece.
De Oliveira se toma su tiempo para construir los planos y no hacer cualquier cosa. Encuadres perfectos, llenos de profundidad y proporción aurea. Posándose en la geografía de la ciudad portuguesa.
Hablar mucho más le va a quitar la magia y sorpresa a esta clase magistral de cine. Más allá de cierta lentitud en la forma en que avanza la trama, es una película simpática, de interpretaciones irregulares, que valoriza la importancia de las legendarias cámaras de fotos: una fuerte crítica al cine, al mismo tiempo. La foto es eterna. Uno ve El Extraño Caso… y no recuerdo la génesis cinematográfica, sus patriarcas más experimentales como los Lumiere o Meliés. Para ellos está hecha la película.
Absurdo, romance, drama. No le falta nada más a este cocktail majestuoso del director más innovador de los últimos tiempos.