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CRÍTICAS - CINE

El secreto de sus ojos

Basada en la novela La Pregunta de sus Ojos, de Eduardo Sacheri, quien junto a Campanella también ha delineado el guión.

El contar con una novela siempre puede ser considerado como un primer boceto de un guión cinematográfico. Esto me recuerda a las novelas de Elmore Leonard, en las cuales la diferencia entre guión y novela a veces es ínfima; con “La Pregunta…” ocurre algo similar.

El film intercala escenas de la actualidad y lo acontecido en la década del 70. Una violación y asesinato de una mujer cuya investigación plantea interrogantes que no terminan de cerrar, por un lado debido al mal e intencional accionar judicial.

Con varios géneros conjugados, el film rota desde aspectos de un film noir hasta un thriller de suspenso. La cuidada producción permite asociar a El Secreto… a un film de calidad. Demostrado con las diversas técnicas de filmación utilizadas (persecución en estadio Tomas A. Duco) por un director que ha tenido significancia internacional, quien mamó de la industria hollywoodense a la hora de trabajar en capítulos de series como Law & Order, House M.D. o 30 Rock.

Los ojos tienen una gran importancia en el film: las miradas encontradas en fotos, en sospechosos dan rienda a la asociación y a develar pistas que el film va dejando en el camino, en cierto modo, creando una complicidad con el espectador.

La historia de El Secreto… —así como sus géneros— también ronda diversos estados de ánimo: frente al incompleto policial negro, por no contar con una femme fatale entre otros, detrás del relato judicial se percibe una importante carga sobre una historia de amor, quizás lo mas importante. Espósito es un hombre ya jubilado de su profesión, tuvo que abandonar y dejar latente sus sentimientos por las circunstancias que se vivían en nuestro país durante el comienzo de la dictadura militar. Latente, porque algo en el caso no cierra y él, como hombre de valores, no puede dejar de cerrar esa etapa para comenzar con otra.

Las lecturas son variadas. El film tiene cuatro cortes marcados hacia el final, donde podemos considerar que si terminara en cualquiera de ellos, funcionaría igual. Pero, aquí se decidió por delinear el círculo y cerrarlo por completo, algo que el espectador a veces pide a gritos ante una obra cinematográfica actual, cuando éstas dejan inconclusos por doquier.

En materia actoral, tanto Darin como Villamil —quienes ya han compartido cartel en la excelente El Mismo Amor, la Misma Lluvia (también de Campanella)—, reivindican nuevamente sólidas performances y el gran trabajo de dirección de actores. Guillermo Francella deja de lado sus personajes cómicos para lograr un secundario que podría considerarse el “héroe” del film en relación a la historia.

Me asombró gratamente la participación de Mario Alarcón en su rol de Juez, cada minuto de presencia en pantalla es imperdible, y el logrado casting de Javier Godino.

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