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CRÍTICAS - CINE

El Silencio del Puente

(Argentina, 2011)

Dirección, Guión, Investigación y Producción: Eduardo Schellemberg.  Distribuidora: Independiente. Duración: 94 minutos.

Injusticia sin fronteras.

En 1991, Carlos Saúl, por entonces presidente argentino, inauguraba el puente San Roque González de Santa Cruz en la Ciudad de Posadas, que uniría la capital misionera con la ciudad de Encarnación en Paraguay. Dicho puente -que se empezó a construir durante las dictaduras militares de Videla y Stroessner- permitiría un mejor acceso a la triple frontera y mejorar el comercio de la zona y la comunicación entre ambas naciones.

Sin embargo, gracias a las privatizaciones de empresas nacionales que terminaron por destruir la economía durante la década del ’90, el 70% de la población de la provincia mesopotámica quedó debajo del nivel de pobreza, lo que provocó que la principal actividad en dicho puente fuera el narcotráfico. Eso trajo como consecuencia la creación de la Policía Caminera en la frontera paraguaya, que controla el paso de droga y mercancía de una frontera a otra.

En el año 2001, en una “confusa” persecución a traficantes en el puente, dos gendarmes misioneros murieron, supuestamente ahogados. Desde entonces, la viuda de uno de ellos – Aurora- está tratando de descubrir la verdad acerca de la muerte del marido. El trabajo de Eduardo Schellemberg tiene posiblemente un mayor valor periodístico que cinematográfico, ya que tiene una clara intención de denuncia contra el sistema legal y la corrupción policiaca en ambos bordes del puente.

El realizador toma como protagonistas a tres personajes: la susodicha Aurora -a quien viene siguiendo en estos diez años en que busca justicia-; un ex fiscal paraguayo devenido en jefe de la policía caminera, que muestra el funcionamiento del registro en el puente; y un abogado misionero, que pretende mostrar la razón por la cual las comunidades de ambas fronteras se convierten en peones del narcotráfico para poder mantener a sus familias.

Si bien el documental termina siendo un poco extenso, hay que atribuirle a Schellemberg la pasión por la investigación (con buen material de archivo) y un preciso uso del montaje, lo que da como resultado un relato fluido y dinámico gracias a que va intercalando, en forma progresiva, las tres historias. En los tres casos, la narración se va construyendo de a poco. Ya sea para aclarar un misterio (la muerte del gendarme), comprender los motivos que dejaron al ex fiscal fuera del poder judicial paraguayo (funciona en menor medida, pero es un personaje interesante) o para ser testigo de la construcción del informe del abogado sobre la pobreza de la zona. De las tres historias, la de Aurora es la más atrapante porque como personaje tiene una construcción completa. Además, se la muestra en la cotidianeidad y mientras narra los hechos que acontecieron en la primavera de 2001. El director también la ayuda en la búsqueda de testigos para la apelación contra los sospechosos por el crimen de su marido.

Por otro lado, tiene muy buenos momentos el seguimiento del día del ex fiscal, como por ejemplo cuando atrapan a un motociclista o a un automotor con cocaína encima. Algunos datos no logran comprenderse en su totalidad, pero eso se debe a que lo que sucede en el puente termina siendo tan corrupto como confuso. El Silencio del Puente es un trabajo que da pie a la reflexión y que hace una aplicada denuncia sobre una región del país donde la justicia prefiere hacer la vista gorda.

calificacion_3

Por Rodolfo Weisskirch

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