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CRÍTICAS - CINE

Hanna, según Tomás Maito

Otra chica mala

Rudas, audaces y entrenadas para matar; en las últimas décadas el cine quiso mostrar así a las mujeres. Luc Besson puso en escena a  Anne Parillaud en Nikita (quizás la más recordada asesina de sexo femenino), y luego a una niña Natalie Portman, quién buscaba vengar a su hermanito en El Perfecto Asesino; también Quentin Tarantino colocó su acento en la cuestión creando al mítico personaje de Uma Thurman en Kill Bill. En Hanna, el nuevo film de Joe Wright, aparecerá la joven Saoirse Ronan, quién interpretará a una adolescente sin ningún escrúpulo al momento de aniquilar a alguien.

En la reciente película del realizador de Expiación, Deseo y Pecado, se narra como la prematura asesina, quién fue distanciada de la civilización, para ser educada y entrenada por Erik, su padre (Eric Bana), que le encomendará su primera misión, en la cual tendrá que huir entre África y Europa de una tropa liderada por Marissa (Cate Blanchett), agente de inteligencia estadounidense que busca eliminar a su padre y encontrarla a ella, a la que ve como una compleja amenaza.

El hilo narrativo del film no solo se desarrolla entre frenéticas persecuciones y abundantes escenas de acción, sino que a lo largo de la trama se irán relevando las incógnitas sobre la existencia de la adolescente, a través de operaciones encubiertas surgidas en el pasado.

Quizás lo más desentendido del film sean los puntos en que Wright muestra como Hanna se familiariza con el mundo exterior que le fue esquivo por tanto tiempo, momentos en los que tiene contacto con los hombres o la tecnología, los cuales están para distender y dar descanso a la acción, pero que junto a la asociación con lo fantástico y las fábulas de los hermanos Grimm que plantea la narración, no terminan de cumplir su cometido y cerrar ideas concretas que aporten algo más al núcleo de la obra.

Hanna no presenta nada nuevo dentro de las películas de acción o espionaje, aunque sí hay que decir que gracias a llevaderos climas de acción, un montaje acorde y el acompañamiento musical a cargo de The Chemical Brothers hacen que la obra sea bastante compacta.

A favor de Wright, se puede mencionar que tras films monótonos y sumamente sentimentales como Orgullo y Prejuicio y Expiación…, pudo irrumpir en un género diferente, en el cual a pesar de no mostrar demasiados destellos, provoca con Hanna un trabajo intenso de un ritmo mucho más avasallante que en sus anteriores incursiones, haciendo hincapié en que la estética moderna le sienta mejor que la de época.

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