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CRÍTICAS

He Nacido para Verte Sonreir

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He Nacido para Verte Sonreir

Dirección: Lisandro Rodríguez. Autor: Santiago Loza. Producción: José Escobar, Mariano Villamarin, Lisandro Rodríguez, Santiago Loza, María Sureda, Mariana Tirantte, Natalia Fernández Acquier. Diseño de Luces: Matías Sendon. Escenografía y Vestuario: Mariana Tirantte. Asesoramiento Corporal: Leticia Mazur. Intérpretes: Luz Palazon, Martín Shanly. Prensa: María Sureda

Encontrar las palabras…

He tardado una semana para encontrar palabras que me ayudaran a redactar esta crítica. No sé si van a ser las adecuadas. ¿Pero como saberlo? No creo que vuelva a escribir otra crítica de la misma obra, ni para este sitio ni para ningún otro. Y aún cuando me tocara hacerlo, serían otras palabras. Quizás necesitaría ver la obra de vuelta.

Encontrar las palabras adecuadas es difícil. Especialmente si son palabras de despedida. ¿Como resumir el amor, los sentimientos, la culpa en apenas un saludo?

Después de Asco y La Vida Terrenal, la dupla Rodríguez/Loza encuentra un nuevo desafío (no tan nuevo teniendo en cuenta que van por la segunda temporada) en este tercer experimento del Ciclo Vos: como trabajar con dos personajes, de los cuáles uno tiene una participación prácticamente tácita y el otro debe expresar en un lapso limitado de tiempo, todo lo que siente por él.

Una madre y su hijo. Faltan pocas horas para que lo vengan a buscar a él para internarlo en un hospital neuropsiquiátrico. No emite palabras. Solamente toma agua. Se pasea por su habitación, cambiando de asiento: una cama, una silla. Mientras tanto, su madre, necesita despedirse, expresarse, revivir sentimientos, recuerdos, asumir culpas de la situación.

En un espacio limitado, cuadrado, ambos personajes se mueven, chocan con los muebles pero nunca se miran. No pueden. Él vive en su propio mundo, o al menos eso parece. Ella también. Ella vive en el pasado. El presente no existe.

La puesta en escena de Lisandro Rodríguez genera tensión y claustrofobia, el texto es muy poderoso, acentuado por la impresionante actuación de Luz Palazón que sale a escena y larga esta suerte de monólogo a dos receptores, el público y su hijo. Los diferentes niveles de expresividad que maneja, el volumen de voz, el estado físico. Aun cuando no para de hablar, ella pasa por diferentes escenarios, los revive y parece desmembrarse en distintas mujeres, o mejor dicho en distintos periodos de una misma. Pero lo extraordinario son los cambios físicos y vocales que genera en el medio.

La falta de respuestas del personaje receptor del monólogo, provoca una inestabilidad, un desequilibrio. Martín Shanly, aún cuando no tiene texto, y sus acciones son precisas y limitadas, consigue una efectiva interpretación. Su impasividad emociona, porque uno sabe que por adentro el personaje sufre. Quizás no entiende del todo, pero sufre.

El texto tiene momentos de ternura, momentos de humor, pero también de tensión e incomodidad. Es el complejo de Edipo casi a la inversa. El amor de una madre por su hijo… ¿cuánta verdadera culpa existe acerca de su comportamiento y malestar? ¿cuánto niega? ¿cuánto prefiere ocultar? El padre, ausente.

No hay revelaciones, ni sorpresas que ayudan a resolver el misterio del estado del hijo. Pero no se necesita. La búsqueda es más bien interna, y se trasluce en el semblante de la actriz, el miedo a revelar la verdad. Entrelíneas se puede ver una carga de violencia y abuso. Pero no literal. Opresión.

He Nacido para Verte Sonreír no se digiere fácilmente. No provoca sonrisas. Habla de la mentira hacia uno mismo.

La escenografía blanca, pura contrasta con la información que se devela, con el estado emocional del protagonista. La iluminación que sube y baja, variando el comportamiento de la madre, y la banda sonora de Brian Eno, son perfectos acompañantes de una puesta en escena pulcra.

Un texto fino, lleno de sutilezas para desmembrar y analizar varias veces; dos interpretaciones de lujo.

Siento que no tengo más palabras. Que la obra debe verse y discutir… después de varios días. A veces, las palabras no son necesarias tampoco. Solo basta una mirada para comprender y transmitir un sentimiento.

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El Ciclo Vos tiene como premisa experimentar sobre el espacio y la palabra. En esta ocasión, el monólogo en carne viva es llevado adelante maravillosamente por Luz Palazón. Acompañada por el silencio incómodo de Martín Shanly, quien sostiene una mirada por demás intimidante, todo esto siempre sobre una asfixiante escenografía blanquisima que no puede contener tantas palabras, tanto silencio.

En Elefante, Club de Teatro, se arma este espacio reducido como sus personajes. La idea de Lisandro Rodriguez, con textos de Santiago Loza, es reflejar una parte de un relato. No cuenta historias, sino  fragmentos de vida: He Nacido … se trata de la tercera pieza que respeta esta estética, luego de Asco y La Vida Terrenal.

En este caso se aborda la temática de la despedida; una madre verborrágica intenta trasmitirle a su hijo su sentir con respecto a su partida hacia una institución de salud mental. Este permanece en silencio, parece no escucharla pero sus ojos reflejan otra cosa. El vacío, que se va abriendo en la vida de esta mujer de clase acomodada, es transmitido a borbotones en la voz de Palazón, quien encarna un personaje ruidoso y por momentos, frívolo. La estructura que contiene a la blanca escenografía y a los personajes funciona como marco de las experiencias emocionales, recuerdos, anhelos y fantasías que se manifiestan dentro del relato. El efecto es el de ir llenando ese pequeño espacio con el discurso interior del hijo y el soliloquio eterno de la madre, hasta desbordar y obligar a algunos de ellos a moverse fuera de él.

Lisandro Rodriguez recurre al humor dentro del estallido, el que el espectador espera durante toda la pieza, sin darse cuenta que lo esta presenciando: una despedida torpe pero despedida al fin; un adiós que se fue dando hace varios años pero parecía nunca verbalizarse. Un hijo “que se puso malo”, un hijo que aguarda en silencio y responde con la mirada.

He Nacido encierra un ansia rota, proveniente de una mujer que vuelve a plantearle a su hijo un sin fin de emociones en bruto, las cuáles nacen de una relación que ha llegado a su fin.

Teatro: Elefante – Guardia Vieja 4257

Funciones: Martes 21 Hs.

Entrada:  $45 y $35

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Por Julia Panigazzi

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