Hitchcock: el Maestro del Suspenso (Hitchcock, Estados Unidos, 2012)
Dirección: Sacha Gervasi. Guión: John J.MacLaughlin. Elenco: Anthony Hopkins, Helen Mirren, Scarlett Johansson, Danny Huston, Toni Collette, Jessica Biel, James D’Arcy, Ralph Macchio. Producción: Alan Barnette, Joe Medjuck, Tom Pollock, Ivan Reitman y Tom Thayer. Distribuidora: Fox. Duración: 98 minutos.
Leyenda y superficialidad.
Lamentablemente estamos ante otra oportunidad desperdiciada en y por el Hollywood contemporáneo, esa fuente inagotable de recursos que sólo en ocasiones ofrece un producto cultural de calidad. En este caso resulta aun más triste tratándose de una película que pretende centrarse en la mítica figura de Alfred Hitchcock durante la filmación de su obra maestra Psicosis (Psycho, 1960), pivote fundamental del horror y eje de un sinfín de diversas extrapolaciones que abarcan a todo el ámbito cinematográfico. Lo limitado de la perspectiva con la que se encaró el objeto de estudio condena al opus a la superficialidad.
Aquí encontramos todos los lugares comunes que el cinéfilo promedio puede esperar de un retrato estándar del británico y su cuantioso legado, la mayoría de ellos fruto más de la especulación que de los datos fácticos. De hecho, Hitchcock (2012) trabaja en demasía la relación entre el realizador y su esposa, ese otro gran enigma llamado Alma Reville, aun a expensas del rodaje propiamente dicho y para colmo utilizando clichés burdos que van desde la obsesión con sus actrices hasta un supuesto acercamiento amoroso de Alma para con Whitfield Cook, guionista de Extraños en un Tren (Strangers on a Train, 1951).
Con Anthony Hopkins y Helen Mirren como la pareja protagónica, el punto más fuerte pasa precisamente por el desempeño del elenco. Si bien Scarlett Johansson (Janet Leigh), Jessica Biel (Vera Miles) y James D’Arcy (Anthony Perkins) cumplen en sus respectivos roles, Mirren y Hopkins -en cambio- hacen lo que pueden a partir de los desvaríos del guión de John J. McLaughlin, la poca luz que el film en su conjunto arroja sobre la personalidad del señor y la distancia corporal concreta que separa a ambos intérpretes de los verdaderos Alma y Alfred, por supuesto mucho más pequeños y “opacos” en sus facciones generales.
Recurriendo a estereotipos de las biografías como la presencia del “fantasma” de Ed Gein, el asesino serial en el que se basó el libro de Robert Bloch, las “dudas existenciales” sobre la expectativa comercial del convite y los consabidos “problemas familiares”, la propuesta resta importancia a la elección de Psicosis como su próximo proyecto luego de Intriga Internacional (North by Northwest, 1959) y apenas si dedica un par de escenas a los pormenores de la legendaria realización. Por suerte se mencionan con respeto las batallas contra la censura y el poder de los estudios, de las que Hitchcock, el director, salió airoso…
Por Emiliano Fernández
Una mirada deslucida en torno a un gran maestro.
Alfred Hitchcock es uno de los más importantes realizadores de la historia. Por eso, la idea de hacer un film basado en parte de su vida resulta un tanto arriesgado, ya que el producto podría no estar a la altura de tan inmensa figura. Lamentablemente, esto se cumple y Hitchcock de Sacha Gervasi no consigue retratar dignamente una historia en torno al gran director de cine británico.
Esta biopic se desarrolla en el momento en el que Hitch -como le gustaba que lo llamen- realiza Psicosis: su obra cumbre y más reconocida. El film tiene distintas matices bien marcadas: el proceso de producción y filmación de la película, el interior de Alfred, de su mujer Alma, y por sobre todas las cosas, la historia de amor y los misterios de su matrimonio. La cuestión es que el guión de John McLaughlin resulta un poco flojo, lo que hace que la narración se torne por momentos un tanto distante a partir de varios tópicos un tanto innecesarios como ciertas escenas oníricas que detallan los miedos del protagonista que surgen a partir de estar tan involucrado con la obra.
Si hay algo para destacar en el film es cómo éste trata el tema de voyeurismo, principal en la filmografía de Hitchcock y característico de su personalidad. Es muy interesante como Gervasi se enfoca en esto ya sea para destacar la esencia de la película que se filma dentro de la película cómo para caracterizar al personaje totalmente perseguido por sus deseos y miedos. Hitchcock podría ser un film hecho a medida para los actores, aunque Anthony Hopkins en el rol de Alfred – a pesar de estar correcto – no se encuentra a la altura del personaje. Por otro lado no ayuda demasiado a su interpretación el exagerado maquillaje que le pusieron. Aunque si hay un personaje sobre el cual gira el desarrollo del film es el de Alma, que protagonizada por una Helen Mirren bastante convincente. La obra muestra la importancia que ella tiene sobre él, desde su apoyo y colaboración en sus películas, cómo su rol casi maternal en la relación entre ambos.
El problema de Hitchcock es que nunca termina de enganchar, ya que al ser tan diversas las temáticas que expone, todo se termina tornando un tanto agotador y a pesar de tener buenos lapsos que combinan de manera agradable el drama con chispas de humor negro; el film de Gervasi termina siendo un tanto desprolijo y seguramente quede en el recuerdo de pocos, como otra de esas tantas biopic un tanto fallidas.
Por Tomás Maito
La sombra de un gigante.
Buenas noches. La película de la que hablaremos a continuación es la historia casi incestuosa de un director de cine obsesionado con las mujeres rubias y la esposa del mismo, que viviendo a la sombra del genio, desea tener una película para sí sola. Todo en el marco del rodaje de una de las obras que cambiaron el género de horror para siempre… Alfred Hitchcock siempre fue innovador, impuso modas, géneros, vivió a la vanguardia de Hollywood, y supo superponerse a la mayoría de las caídas que tuvo con films que superaron a su anterior obra. Dotado de una imaginación audiovisual notable, imponiendo una buena cantidad de lívido, atento a la provocación del público se trata de un cineasta que constantemente es objeto de estudio tanto por su experimentación audiovisual, como por la rebeldía temática de sus obras. Sascha Gervasi, realizador proveniente del documenta -venía de filmar el maravilloso trabajo Anvil! La Historia de Anvil-, agarra el libro “Alfred Hitchcock y la realización de Psicosis”, y lo convierte simplemente en Hitchcock, que lejos está, por suerte, de ser una biopic.
Gervasi consigue en los primeros minutos del film mantener un tono cínico no muy alejado al de su anterior documental o de la serie “Alfred Hitchcock Presenta”. Sin embargo, con el proceder de los minutos, la historia se hace bastante convencional y Gervasi salta de secuencias oníricas a otras más reales, similares al telefilm de la tarde de Hallmark. La película de a poco se empieza a alejar de la afición de Hitch por Psicosis – que Paramount no quiere filmar y terminan financiando el matrimonio protagonista – a centrarse en demasía en un supuesto romance entre Alma, esposa de Alfred y un escritor de Hollywood, lo que lleva a Hitch a obsesionarse con la idea de la infidelidad, y a la vez con su protagonista femenina, Janet Leigh. Recién en el final vuelve a centrarse en la meticulosidad artística del director.
Hitchcock es un film que presenta algunos detalles bastante conocidos de la biografía y la personalidad del personaje como su romance platónico con Grace Kelly, pero por otro profundiza en su carácter vouyerista, elemento que está presente acaso en toda su filmografía. Hitchcock se identifica con Norman Bates, y Gervasi en cierta forma comparte esta faceta con el espectador. También, el director de Anvil! intenta cuidar la estética del film y darle un aspecto de historia noir de los años 60, con reminiscencias a un melodrama de Douglas Sirk. Pero por otro lado, se limita a narrar el cuentito que termina siendo bastante anecdotario para llevar a la pantalla grande. Como si fuera un pecado ser irrespetuoso con la vida de uno de los grandes directores de cine de la historia. En este sentido, la trama se vuelve bastante conservadora y tiene mayores similitudes con Mi Semana con Marilyn, película que pasaría desapercibida sino tuviese una gran interpretación de Michelle Williams.
Nuevamente, el atractivo de este film es la actuación -más cercana a una imitación que a una caracterización-, del hombre de las mil caras Anthony Hopkins. Después de interpretar a Picasso o Nixon, pareciera que ninguna persona real es imposible para el protagonista de El Silencio de los Inocentes, y es cierto que detrás de los 3 kilos de maquillaje que tiene encima, el trabajo de Hopkins es bastante notable, aun cuando se limita a ser una caricatura de Hitchcock y no algo un poco más íntimo. Su pelea con la dieta, su comportamiento caprichoso, algo infantil son aspectos desconocidos que logran sacar adelante los momentos más tediosos del film. Es palpable que Hopkins ha visto numerosas veces la serie “Alfred Hitchcock presenta”, así como entrevistas al verdadero personaje, consiguiendo imitar postura y forma de hablar del realizador británico. Acaso, en un tono más natural y con intención de no generar una imitación – dado que hay pocas entrevistas a la verdadera Alma Reville – Helen Mirren consigue una buena actuación, sutil y más contenida que en otros trabajos. Aunque si es por su comportamiento adúltero era más interesante su trabajo en El Cocinero, el Ladrón, su Mujer y el Amante de Peter Greenaway. Acá Hitchcock es cínico y desconfiado, pero menos despiadado que el personaje que interpretaba Michael Gambón, así que Helen se ahorra tener que cocinar a su pretendiente.
Es interesante como Gervasi va mostrando el matrimonio de Alfred y Alma, casi como una relación madre – hijo, teniendo en cuenta, que el incesto es parte fundamental de la historia de Norman Bates. De esta manera, la ficción y lo real se mezclan en una suerte de cajas chinas. Hay varios datos de color, que el cinéfilo memorioso que conozca la historia del director va a comprender mejor que aquel que nunca haya escuchado hablar. Por ejemplo: Vera Miles y su relación con Hitchcock tras El Hombre Equivocado. El guión deja abierta una subtrama, que solo aquel que sepa un poco de historia va a entender. Gervasi ha elegido un elenco interesante para interpretar personajes que no logran sobresalir y no gozan de profundidad. Así, tanto Toni Collete como James D’Arcy, Jessica Biel, Danny Huston y Ralph Maccio (sí, Daniel-Sam) aportan muy poco y están desperdiciados. Un poco mejor aparece Scarlett Johansson como Janet Leigh, consiguiendo evadir sus típicos tics interpretativos. Es una lástima que la visión del personaje sean tan superficial.
Vista más como una curiosidad que envuelve con un poco de humor, sin golpes bajos la historia de uno de los rodajes más polémicos de la historia y al realizador que cambió el cine de Hollywood, Hitchcock es un film menor que no hace justicia a la carrera audiovisual del personaje, y tampoco consigue mantener el nivel cinematográfico del otro director que se encuentra atrás de la cámara, Sascha Gervasi. A pesar de todo se deja ver, y los fans quedarán contentos con algunos guiños sutiles que aparecen durante el transcurso. Y eso ha sido todo. Nos encontraremos la próxima, seguramente con alguna otra mediocre historia de amores fallidos de Hollywood. Material no falta. Buenas noches.
Por Rodolfo Weisskirch