A Sala Llena

CRÍTICAS - CINE

Horrorland

La película de terror de origen sueco Horrorland (que lleva por  título original Karrusel) intenta proponer algo diferente en la vasta oferta de cine de género que se mueve en las mismas aguas, heredera de las producciones estadounidenses de los 70, que atravesaron con sus propias formas las dos décadas posteriores, todas inspiradas por el giallo italiano.

Pese a la intención interesante y el muy buen trabajo de imagen, no ayuda a lograr eco en un público que panquequea depende de la oferta de cada semana; a veces se vuelve snob, y otras, excesivamente simplón; no encuentra un punto medio, y de ahí el mayor problema: el espectador actual no se permite disfrutar de la sencilla experiencia del cine. 

El film dirigido por Simon Sandquist es un slasher hecho y derecho, y toma lo mejor y lo peor de la tradición de este tipo de producciones, (pensadas a partir de la necesidad de una revitalización del cine de horror hollywoodense) para adaptarlo de paso al gusto joven de entonces, al que se define por estos días, para segmentar con una visión bastante reduccionista y hasta me animo a decir idiota conceptualmente hablando, de “público objetivo”.

Como cuento en este preámbulo más o menos breve,  el planteo de arranque es el mismo que se presenta en cualquiera de las múltiples historias similares: un grupo de jóvenes movilizados por algún trauma específico vuelven a verse las caras, y la amenaza esperable, que se ve en el clima interno y con el que los personajes suelen jugarse bromas de diferente tono, no tarda en llegar.

El sitio de convocatoria es un parque de diversiones que mezcla atracciones clásicas con algunas otras del estilo del recordado Tren fantasma del Italpark (y acá se me cae una sota). En este marco, que hace honor al título con el que se decidió estrenar la película por estas tierras, los protagonistas son convocados para una especie de visita Vip, una oferta que se ofrece de manera asidua (de todo esto nos enteramos por Fiona y su diálogo casual con un compañero de trabajo), sobre todo en fechas específicas como la que sirve como excusa en este caso, Halloween.

El momento de festejo, que coincide con el contexto de “aniversario”  en que se rememora la situación traumática que abre la puerta a la seguidilla de situaciones violentas, tiene algún punto alto por fuera de los lugares evidentemente comunes, que son una convención. Afirmo sin dudar que a Horrorland no se la puede acusar de falta de intensidad o, si se quiere, para ser más específicos, de carecer de ritmo en la acción.

No hay aburrimiento y solamente puedo decir que complica el fluir de la empatía con los personajes y la historia por el hecho de la reducida oferta de copias en idioma original. Claro, no niego que para el público que puede considerarse no especializado, la interpretación sonora a la que me refiero resulta, tal vez, compleja de apreciar. Para quienes prefieren ver una película en la lengua en que fue pensada y concebida como obra, hasta tanto se acomoda a la idea, engancharse es un poco difícil, y eso lleva unos minutos.                                                                                                                  

Por fuera de lo que señalo, el director elige intercalar buenos planos y alguna construcción de imágenes interesante en lo estético a partir de la fotografía, y eso se festeja porque al menos es posible ver cierto buen gusto en el medio de la violencia natural. Tal vez sí le hubiera pedido, para ser honestos, alguna otra fuerte vuelta de tuerca pero, tal como fue pensada desde el guion, lo ofrecido es lo que se entendió como la mejor opción para el planteo de lo deseable a contar. 

Luego se ve lo lamentable de sentir cómo se desperdician las posiblidades de un cuento que podría haber sido mejor, en la piel de un elenco promedio que, desde su humilde lugar, aporta lo necesario para cubrir las exigencias. La supuesta promesa de una secuela no calma la ansiedad.

(Suecia, 2023) 

Dirección: Simon Sandquist. Guion: Mårten Gisby, Filip Hammarström, Henry Stenberg. Elenco: Wilma Lidén, Omar Rudberg, Amanda Lidh. Producción: Filip Hammarström, David Ovsepian. Duración: 93 minutos.

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