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CRÍTICAS - CINE

¡Atraco!

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¡Atraco! (Argentina / España 2012)

Dirección: Eduard Cortés. Guión: Eduard Cortés, Piti Español, Marcelo Figueras. Producción: Gerardo Herrero, Pedro Costa, Luis A Scalella. Elenco: Guillermo Francella, Nicolás Cabré, Amaia Salamanca, Jordi Martínez, Oscar Jaenada, Daniel Fanego. Distribuidora: Argentina Sono Film. Duración: 102 Minutos.

Cuando el humor sobra

Es irónico; por fin se realiza un film noir con actores argentinos, una historia que lo justifica, una estética, un tono y personajes de los mejores policiales negros nacionales de la década del ’50. Aquellos que realizaban Hugo Fregonese o Kurt Land como Apenas un DelincuenteEl Asalto. Por fin se recupera la tradición noir, con una trama histórica tan absurda que podría ser real; por fin Guillermo Francella puede demostrar que es un gran actor dramático y puede ser un protagonista serio, profundo, creíble.

Si, ¡Atraco! tenía todos los motivos para ser un gran policial, algo que podía hacer olvidar el bodrio que fue La Señal de Ricardo Darín y que podía rememorar el tono romántico-épico que Eduardo Mignona supo construir en La Fuga. Lo que uno podría preguntarse entonces es por qué si la película tiene los condimentos necesarios para convertirse en un éxito asegurado tuvieron que meter a Nicolás Cabré para interpretar a un personaje cómico.

Parece que Eduard Cortés y los demás productores no confiaban en que el film funcionara bien sin una cara bonita y una dosis de humor contemporáneo. El efecto termina siendo contraproducente. Cabré, su personaje y los momentos cómicos perjudican una historia bastante atrapante.

1955. Perón está en Panamá. Uno de sus secretarios, Landa (maravilloso y soberbio Daniel Fanego) pretende empeñar los joyas de Evita para conseguir el dinero suficiente para que el General pueda establecerse en Madrid. Sin embargo, Franco no quiere que un presidente exiliado viva a su gusto en España. Landa no se rinde, ya ha empeñado las joyas, y hará lo posible para que Perón se quede en Madrid. Al mismo tiempo, se entera que a la joyería en la que hizo el empeño acude Doña Carmen, esposa de Franco, que exige las joyas de Evita. Landa y el dueño de la joyería planean un falso robo para sacar las joyas de España antes que Doña Carmen se las lleve. Para eso manda a un ex guardaespaldas y un joven actor desempleado para que cometan el “atraco”.

Cortés logra hacer una exacta reconstrucción de época y, ayudado por la fotografía de David Omedes, genera climas líricos. El problema es el tono de las actuaciones que afecta a todo el relato. Lo que empieza siendo una comedia negra sobre una pareja despareja que debe robar una joyería (Francella es meticuloso, serio, experto; Cabré es tonto e inocente) deriva en un policial hecho y derecho, con un chica en el medio (una sólida Amaia Salamanca) que, si bien no funciona en el rol de femme fatale, termina siendo el talón de Aquiles de uno de los personajes que hará que todo termine en un melodrama previsible. Aun así, el salto de género es evolutivo y la película tiene ritmo, ya que cuando la participación de los ladrones se agota pasamos a conocer a dos detectives (Martínez y Jaenada) que funcionan como espejo de la pareja que conforman Francella y Cabré. La relación padre-hijo/veterano-discípulo funciona mejor en el segundo caso que en el primero, porque el tono interpretativo y la química se da en forma más natural. Por el lado argentino, en cambio, Cabré parece salido de una comedia televisiva. Esto no es culpa del actor, que se esmera un poco por estar más contenido y expresivo que en otras películas, pero sí de la dirección de actores o de las intenciones de los productores que buscan con su presencia y “gracia” enganchar a la audiencia femenina. El contraste es Francella, que sí consigue salirse del rol del comediante. La madurez del protagonista ya se había visto en El Secreto de sus Ojos y acá se confirma. Francella puede ser dramático y carismático al mismo tiempo, adaptándose al momento histórico que vive el personaje.

Más allá de eso, no se trata de un producto mediocre. Hay buen ritmo, el suspenso está dosificado, se genera tensión. Podría crecer un poco más sobre el final y ser menos melancólico, pero igualmente el efecto funciona. Apoyado en la banda sonora de Federico Jusid, se genera un tono sentimental, romántico, empático con los personajes, sin llegar al desborde.

Si no fuera por el mal uso del humor y la fallida elección de Nicolás Cabré en el papel de… Nicolás Cabré, estaríamos hablando de un film mucho mejor, que haría justicia a la historia del cine policial nacional.

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¡Qué viva el policial!

Es bueno ver cine de género en el cine argentino, sobre todo policial y del bueno. La película ya se gana al espectador desde la primera escena, en la que Francella y Cabré escapan de la joyería luego del robo. Atraco, además, cuenta con la presencia –y qué presencia- de Daniel Fanego, en una actuación más que destacable, ya que se roba la película; no por nada Cortés le dedica varios primeros planos muy acertados.

Se nos sitúa en 1955, y la ambientación de época, desde la puesta en escena hasta el vestuario, es impecable. La película sorprende por ser un policial –con tintes melodramáticos- y por tener el estilo de humor de una buddy movie, de la mano de Francella y de Cabré (este último no desentona ni decepciona). La escena en la que Cabré ensaya su discurso para el momento del “atraco” se lleva todas las risas.

La banda sonora y la fotografía ayudan a crear ese clima noir que, por momentos, es exageradamente solemne, como la escena en la que Cabré lleva a Francella al hospital y los espera toda la policía para arrestarlos. El pretencioso movimiento de cámara, sumado al ralentí y la música, le quita verosimilitud a la escena y colabora para que sea aparatosa. Las actuaciones del joven detective –el que más nos transporta, gracias a su vestimenta, al cine de gángsters- y de la enfermera mantienen un registro acorde a la película. La elección del casting es lo más destacable y es lo que la sostiene en gran parte.

Atraco termina revelándonos el lugar donde Francella escondió las joyas de Eva Perón: el tanque de agua en la casa del joyero. Cortés deja este hermoso plano para el final que, instantáneamente, me retrotrae al mejor director de cine policial -entre otras cosas-: Adolfo Aristarain. En su película La Parte del León hay una escena muy lograda en la que el personaje que interpreta Julio De Grazia encuentra  dinero robado, escondido dentro del tanque de agua de la pensión en la que vive. Es bueno ver cine de género en el cine argentino y mejor todavía sería verlo más seguido.

Por Elena Marina D’Aquila

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