La
Discoteca del Amor, de Adolfo
Aristarain
¡Está película es buenísima! Aristarain se las ingenia
para complacer a la industria discográfica (que reclamaba en esta serie de
films un cierto número de intervenciones musicales) y a su propio ego. Tanto La
Discoteca del Amor como La Playa del Amor fueron hechas por encargo,
pero eso no impidió que el director impregne ciertas marcas autorales. Se sabe
que Aristarain es fanático del cine clásico americano (hay personajes llamados
Ullmer, Lugosi, Beaudine), y eso convive extraña pero seductoramente entre
canciones de José José -y prepárense- Camilo Sesto y Tormenta.
En primer lugar, la trama está asentada en dos polos
opuestos: las canciones pop y románticas latinas y el policial negro. Pero esto
no es un licuado de banana y rúcula, aunque parezca. Lo interesante de La
Discoteca del Amor es que tanto una como otra parte no sólo están muy
logradas, sino que comparten un mismo espacio cinematográfico con absoluta
armonía. La historia se centra en la piratería de canciones y ahí es donde
entran mafiosos, empresarios musicales, locutores de radios, detectives y
cantantes. Si, no parece tener mucho sentido todo, pero Aristarain -quien
también escribió el guión- hace una película que, más allá de algún chiste ya anticuado-
es realmente muy buena. Y que, además, hace convivir en un mismo cuadro a Cacho
Castaña, Ricardo Darín, Mónica Gonzaga, Stella Maris Lanzani y Silvia Pérez. La
película del amor.
