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CRÍTICAS - CINE

La Era del Rock (Rock of Ages)

(Estados Unidos, 2012)

Dirección: Adam Shankman. Guión: Justin Theroux, Chris D’Arienzo y Allan Loeb. Elenco: Julianne Hough, Diego Boneta, Alec Baldwin, Russell Brand, Catherine Zeta-Jones, Paul Giamatti, Malin Akerman, Mary J. Blige, Tom Cruise. Producción: Adam Shankman, Tobey Maguire, Jennifer Gibgot, Matthew Weaver, Scott Prisand, Carl Levin y Garrett Grant. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 123 minutos.

Take me down to the paradise city, where the grass is green and the girls are pretty…”
Gun ‘N’ Roses, Paradise City.

Los ’80 fueron vibrantes en varios sentidos. Especialmente, en lo referido a la música. El hard rock supo darnos bandas que, en mayor o menor medida, la rompieron. En pocos años, nos dieron desde himnos estridentes con riffs pegadizos, hasta power ballads -el caballito de batalla para trepar en los charts y enamorar a las chicas-. Una época fascinante que merecía ser rescatada. La Era del Rock empezó siendo un musical creado por Chris D’Arienzo. El suceso en Broadway se trasladó al resto del mundo y este año fue convertido en película.

Estamos en 1987. Sherrie (Julianne Hough) llega a Hollywood con la idea de triunfar como cantante. Al llegar es asaltada, la peor bienvenida a la jungla. Por suerte, justo aparece Drew (Diego Boneta), también aspirante a músico, quien le consigue trabajo en el Bourbon -el boliche roquero por excelencia-. Sherrie y Drew se enamoran, pero una serie de circunstancias pondrán a prueba su relación y su pasión por la música. Entretanto, el Bourbon debe salvarse de la quiebra y de las amenazas de Patricia Whitmore (Catherine Zeta-Jones), la purista esposa de un senador (Bryan Cranston). Y también está él: Stacee Jaxx (Tom Cruise), la quintaesencia del rockstar, que deberá replantearse varios aspectos de su vida de fama y excesos.

La historia tiene como contexto el mundo de los rockstars y la movida de Sunset Strip, y parte de la trama está inspirada en un hecho real: el PMRC (Parents Music Resource Center), un comité integrado por esposas de políticos estadounidenses, le declaró la guerra a las bandas metaleras por considerar sus letras ofensivas y por alterar los valores morales de la sociedad. Uno de los pocos que se defendió —y en un estrado— fue Dee Snider, líder de Twisted Sister. Su correcta manera de expresarse sorprendió a todos los puritanos elegantes y superficiales. Como corresponde, en el film suenan los dos grandes éxitos del grupo, auténticas declaraciones de principios ante la actitud de los adultos y ante cualquier autoridad: “We’re Not Gonna Take it” y “I Wanna Rock”.

Los temas musicales que interpretan los protagonistas pertenecen a bandas de la movida de Sunset Strip —denominada glam metal, debido a los maquillajes y el pelo batido de los músicos—, como Poison (“Nothin’ But a Good Time” y “Every Rose has its Thorn”, oda a los corazones rotos que le permitió a la banda alcanzar el primer puesto en Billboard por única vez en su carrera), pero también de agrupaciones que no son identificadas con esa corriente específica y que ni siquiera pertenecen a los Estados Unidos pero siguen teniendo que ver con el rock duro de la época. Def Leppard es la que más suena, con el infaltable “Rock of Ages” y el megahit cabaretero “Pour Some Sugar on Me” -genialmente interpretado por Stacee Jaxx-. Además de eso está Bon Jovi (“Wanted Dead or Alive”), Guns ‘N’ Roses (“Paradise City”), Joan Jett (“I Love Rock ‘N’ Roll”), Foreigner (los hits romanticones “I Want to Know What Love Is” y “Waiting for a Girl like You”), Starship, Pat Benatar… No podía faltar Journey, con sus hits “Any Way you Want It” y “Dont’ Stop Believin’”, el mismo que le da identidad a Glee (sigue siendo superior el cover interpretado en la serie de Fox). Los temas son cantados enteros o como mash up’s y suenan en sus versiones originales.

El espectador y melómano más obsesivo de los detalles reconocerá algunas inexactitudes. “I Remember You”, perteneciente al primer disco de Skid Row, vio la luz en 1989, y “More Than Words”, de Extreme, recién salió en 1991. Y así algunos casos más. Sin embargo, queda claro que la intención no es hacer una reconstrucción histórica sino capturar la esencia de un período. Después de todo, 1987 puede interpretarse como el pico máximo del rock de ese tiempo y es también el título de un disco de Whitesnake lanzado el mismo año -que incluye “Here i Go Again”, cantado por varios de los personajes en una misma secuencia-.

El director, ex bailarín y coreógrafo Adam Shankman nació para hacer esta película, ya que filmó Hairspray, basada en el musical inspirado en la película de John Waters. Si bien hizo películas de otros géneros (comedias, en su mayoría), los musicales le sientan maravillosamente y se nota que disfruta de realizarlos.

Otro mérito destacado es que todos los actores cantan de verdad. Julianne Hough y el mexicano Diego Boneta se bancan muy bien en sus papeles centrales, aunque son bastante opacados por el resto del gran elenco. Alec Baldwin y Russell Brand encarnan a los responsables del Bourbon y se roban sus escenas, sobre todo cuando entonan “Can’t Fight this Feeling”, de REO Speedwagon. Catherine Zeta-Jones vuelve a demostrar que la tiene clara en este género -ganó un Oscar por su participación en Chicago-. Lástima que aquí su personaje quede algo desdibujado sobre el final. La cantante Mary J. Blige le da una calidad especial a las canciones. Paul Giamatti genera odios como un inescrupuloso manager, Malin Åkerman cautiva como nunca… Pero ninguno se destaca tanto como Tom Cruise. Junto con Joel Goodsen en Negocios Riesgosos y Les Grossman en Una Guerra de Película, Stacee Jaxx es uno de sus personajes más memorables; una perfecta mezcla de Axl Rose, Jon Bon Jovi y Sebastian Bach. Continúa siendo discutible si es un gran actor, pero resulta imposible negar que el narigón deja todo en cada plano.

La Era del Rock es el gran homenaje al rock ochentoso. Una máquina del tiempo que nos llevará a recordar aquellos temas (¿Placeres culpables? No: placeres a secas) y tararearlos sin vergüenza. Porque, como bien cantaba Brett Michael con sus chicos venenosos: “I need no nothing/ Just a good time/ And there can be better than this”. Ah, y estén atentos a las apariciones fugaces.

calificacion_4

Por Matías Orta

 

Íconos ochentosos.

¿Se acuerdan que en Volver al Futuro 2 Marty Mc Fly viajaba al futuro, entraba en un Bar temático de los ’80 y aparecían todos los íconos de la década, enmarcados como si fueran postales? Era fácil preguntarse ahí si realmente, cuando llegara el 2015, íbamos a venerar todo eso con nostalgia, si era posible que en el futuro siguiera sonando Michael Jackson.

Así como American Graffiti tomó todos los íconos del ’62 y construyó una suerte de fábula “todo tiempo pasado fue mejor”; así como Hairspray satiriza la inclusión racial y la moda de los años 50, La Era del Rock -también dirigida por Adam Shankman, al igual que Hairspray– decide rendirle tributo a los ’80: la música, la vestimenta, los video clips, el arte en general. Una década marcada por la influencia de la iconografía pop, los colores fluorescentes, la transexualidad, la rebeldía punk, el rock Glam, las bandas rockeras, que realizaban baladas para enganchar adolescentes, y también el metal.

Inspirada en un exitoso musical de Broadway, el nuevo trabajo de Shankman confirma que el director sabe trasladar obras desde las tablas al cine de forma imaginativa, erradicando el espacio teatral (¿escuchaste, Rob Marshall?), inspirándose en video clips, pero sin realizar uno (¿entendiste la diferencia, Baz Luhrman?). Tanto Hairspray como La Era del Rock son retratos generacionales pop. O sea, no se pretende mostrar cómo eran esos años, sino cómo se los retrataba. Y, en ese sentido, en esta película, volver a revivir visualmente esa época resulta un gran atractivo.

El problema de La Era… proviene de su guión. La película abarca demasiadas tramas. La principal, que tiene como protagonistas a Sherrie y Drew (Hough y Boneta), no genera demasiado interés, debido a la falta de carisma de ambos protagonistas y a su falta de talento (en comparación con el resto del elenco). Más allá de que la historia de amor es demasiado ingenua, tiene coherencia que sea la base de la película para abrir el abanico a las subtramas que podrían haber sido más interesantes y mejor desarrolladas. Ninguno de los dos canta mal (o sea, cantan mejor de lo que actúan) pero no son tan atractivos como el resto de los personajes. Si la película se hubiese centrado solo en ellos tendríamos otra historia –de esas que vimos mil veces- de jóvenes que llegan a Hollywood a cumplir sus sueños de fama y a encontrar al amor de sus vidas.

En cambio, es más divertida la historia de Dennis y Lonny (Baldwin y Brand), los dueños del boliche por donde pasa la acción, en su enfrentamiento con el manager de Stacey Jaxx o con el Senador Whitmore y su esposa (Cranston y Zeta- Jones). Al igual que en Hairspray, Shankman introduce una liviana crítica a los republicanos, católicos y conservadores de Estados Unidos que se oponen al rock o cualquier movimiento de rebeldía joven que “ayuda a abrir la mente de los estadounidenses”. Shankman se nutre mucho del cine de John Waters, pero introduce todo aquello que no puede generar controversia. O sea, muchos chistes son propios del cineasta de Baltimore, pero Shankman prefiere dejar afuera lo más vulgar para concentrarse en el mensaje. No está mal para un film industrial, aun cuando no haya demasiada sorpresa.

En cambio, lo mejor de La Era… pasa por lo que pueden aportar musicalmente e interpretativamente los secundarios: la química Brand-Baldwin funciona a la perfección; los pocos minutos de Zeta-Jones y Cranston son muy divertidos y demuestran la versatilidad de ambos. Malin Akerman confirma su estatus de símbolo sexual contemporáneo. Pero las verdaderas palmas se las llevan Paul Giamatti (sí, también canta) y, sobre todo, Tom Cruise. El protagonista de la serie Misión Imposible, cuando deja de lado sus tics y miradas típicas, cuando deja afuera el rol poco creíble de héroe de acción, puede sorprender dentro de la comedia. Acá no solo brilla como comediante en su composición de la estrella Stacey Jaxx sino que, además, demuestra un talento oculto como cantante.

Cuidada en sus referencias musicales, su estética, pero con un guión no del todo redondo (lo que la pone un escalón debajo de Hairspray, cuyo argumento era más consistente), La Era del Rock es un producto liviano, superficial, divertido y entretenido, dirigido a los nostálgicos que nos criamos en los ’80. Sin embargo, es posible que no logre “pegar” demasiado en las nuevas generaciones. De todas formas, no estaría mal que la vieran; después de todo, no es mal momento para que empiecen a entender un poco de que se trataba es cosa loca llamada ¡Rock!

calificacion_3

Por Rodolfo Weisskirch

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