La Pelea de mi Vida (Argentina, 2012)
Dirección: Jorge Nisco. Guión: Jorge Maestro. Producción: Argentina Sono Film. Elenco: Mariano Martínez, Federico Amador, Lali Espósito, Agustina Lecouna, Emilio Disi, Mauricio Dayub. Duración: 96 minutos.
Año 2012 y todavía siguen haciéndose películas como La Pelea de mi Vida. Una película más de aquellas que parecen estar más cómodas en la televisión. Y ni siquiera en la televisión actual, sino en aquella del Telefe de los 90. Sí, la película es en 3D, pero su uso carece por completo de ideas cinematográficas. Lo que más molesta de este tipo de películas industriales malísimas es que, en otras manos, podrían haber sido muchísimo más potables. Como sucedía con las comedias ochenteras de personajes como Carlos Galletini, el problema no es que se hagan películas de este tipo, sino que quienes las hacen no tienen ni la más remota idea de los mecanismos del cine: no conocen el cine; conocen, más bien, la televisión y la publicidad.
Es inadmisible que, a esta altura del partido, nos adornen las escenas con esa música espantosa, melosa y artificiosa que inunda los bodrios industriales desde Un Argentino en Nueva York en adelante. También lo es que el conflicto “padre biológico y padre adoptivo se disputan a su hijo en el ring” no se justifique en lo más mínimo ni tenga pies ni cabeza. Más aún que, cuando Mariano Martínez se entera de que el amor de su vida murió, el personaje no tenga reacción. Y en una película en la que todos los personajes son totalmente unidimensionales, las mujeres se llevan la peor parte. ¿De qué manera se puede justificar un personaje como el de Agustina Lecouna, que hace de “minita histérica” que se la pasa gritando durante toda la película? Resulta bastante triste pensar que Carlos Schlieper hacía comedias feministas en los años 50 y que ahora tengamos soportar la misoginia de películas como esta o la basura chic-retrógrada de Dos más Dos (no olvidemos el chiste de la pascualina en esa película infame).
Como decía, con este material se podría haber hecho algo mucho mejor. Pero para eso necesitamos de gente como Hernán Goldfrid y Patricio Vega; no los Jorges Nisco y Maestro.
