Bernarda Alba al Desnudo
Dirección: Germán Akis, Raúl Baroni. Dramaturgia: Federico García Lorca. Vestuario: Gabriel Pace. Escenografía: Gabriel Pace. Iluminación: Aimi, Omar Serrano. Maquillaje: Eduardo Ferreyra. Intérpretes: Ricardo Casime, Carlos Interdonato, Silvina Sinatra, Angie Cáceres, Mirta Samber, Virginia Lagarrigue, Mariana Alvarez, Dora Samber, Juan Esteban Actis, Javier Cohen Sabban, Bryan Eschert, Maximiliano Lizardo, Bryan Marondo, Pablo Pochi, Pablo Germán Vescio.
El gigante universo de Federico García Lorca II
Y si una tragicomedia menor de Lorca como El Retablillo de Don Cristobal se puede traducir efectivamente en idioma seudo infantil con títeres en el medio, una obra monumental, gigante como La Casa de Bernarda Alba puede construirse aprovechando aquello que el texto insinúa y graficándolo, dándole una sensación barroca aterradora.
El teatro Arlequino hace tres años que presenta la osada Bernarda Alba al Desnudo. El título lo dice todo, supuestamente. La introducción de cuerpos a flor de piel son la “novedad” de esta puesta en escena.
Se trata de una de las obras más transitadas del teatro, más repuestas, más trascendentes. Ahora bien, ¿se justifica una puesta en escena que contiene desnudos?
La respuesta es esta. Si bien se puede apelar al gancho publicitario, no se trata ni de la primera ni la única obra que tiene desnudos en la cartelera. No hay escenas sexuales siquiera. Pero bien puedo afirmar que posiblemente tiene desnudos más justificados, que intensifican y sobredimensionan la poética lorquiana.
El mayor riesgo que corren Akis y Baroni es graficar aquello que el texto insinúa, perder la sutileza, la metáfora ante la posibilidad, que lo que se deja entrelíneas, quede expuesto.
Sin embargo es tan siniestra, oscura, barroca, tétrica esta puesta en escena, que los desnudos son adicionales, e incluso subyacentes a las tremendas interpretaciones y lo duelos actorales.
El término “al desnudo” en realidad se puede interpretar justamente como una forma de desnudar al máximo los sentimientos de estas siete mujeres encerradas en la prisión que simboliza su casa, ocultas de la luz por la presencia de una mujer extremadamente religiosa y protectora, atada a ritos y miedos.
Miedos que son consecuencia directa del poder que los hombres sometían sobre las mujeres en su momento, en aquella campiña española al borde de la guerra civil.
Bernarda, decide enfrentar el deseo masculino, rebelarse encerrándose con sus cinco hijas en una fantasmal casa, que sirve como tumba egipcia. Básicamente, se entierran todas con el cuerpo del faraón (el patriarca) recientemente fallecido. Pero lo que Bernarda no comprende es el deseo de sus propias hijas, lo que deriva a un enfrentamiento de egos y hegemonía, especialmente entre Martirio (Silvina Sinatra) y Adela (Angie Cáceres), acaso las hijas más rebeldes que más expresan sus fantasías. Para estas fantasías, los realizadores, introducen a los cuatro hombres, que como serpientes desnudas, irán trepando hacia el cuerpo de las jóvenes vírgenes.
Sobria, oscura, con pinceladas de humor negro e ironía, una macabra pero efectiva iluminación, un decorado barroco, Bernarda Alba al Desnudo mantiene la tensión en forma constante durante sus 75 minutos de duración. El cuarteto de protagonistas es realmente sublime. Es interesantísima la elección de poner a dos hombres interpretando con una dureza y rigidez expresiva constante a Bernarda y Ponzia, la sierva de la casa. Ricardo Casime y Carlos Interdonato componen un duelo interpretativo magnífico, digno de aplaudir de pie. Ellos solos, podrían hacer sostener toda la obra. Sin embargo, mismo duelo es llevado por Sinatra y Cáceres a un terreno más jovial y femenino. Ambas actrices deben usar herramientas sensuales para escapar de aquella prisión y conforman otra batalla de expresiones más sutiles que la de los hombres, pero con la misma fuerza y tensión.
El resto del elenco encabezado por Dora y Mirta Samber en roles también siniestros, agigantan esta versión, esta mirada sobre el clásico de Federico García Lorca, que sigue siendo poderoso y contemporáneo gracias a su temática. La crítica hacia las tradiciones, hacia las figuras masculinas como amenaza sigue estando vigente, especialmente en zonas rurales o conservadoras, y por lo tanto seguimos viendo Bernardas Alba distribuidas por el mundo.
El deseo expresado en el rozamiento de dos o más cuerpos al desnudo siguen siendo imágenes que Lorca, deja entreleer, y graficarlos, exponerlos, solamente trasluce las diferentes maneras en que se puede leer un clásico.
Teatro: Arlequino – Adolfo Alsina 1484
Funciones: Sábados 22:30 Hs
Entrada: $60 / $30