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CRÍTICAS - CINE

La Prima Cosa Bella

La Prima Cosa Bella (Italia, 2010)

Dirección: Paolo Virzì. Elenco: Valerio Mastandrea, Micaela Ramazzotti, Stefania Sandrelli, Claudia Pandolfi, Marco Messeri, Fabrizia Sacchi. Producción: Fabrizio Donvito, Marco Cohen y Benedetto Habib. Distribuidora: CDI Duración: 111 minutos.

La noche festiva donde la joven y bella madre de Bruno es elegida en esa (ridícula) competencia al voleo que consiste en elegir a “la madre más bella”, ese niño en cuestión se encuentra notablemente ofuscado y fastidiado, sentado en su silla mientras se ve forzado a contemplar toda la ceremonia que tiene como protagonista principal a su madre, centro de las miradas y chiflidos de un público sediento de carne, al mejor estilo pan et circenses. Consumada la ceremonia, Anna, la madre ganadora, vuelve a su silla y notamos, siempre bajo la mirada de Bruno, las pequeñas lágrimas en los ojos de Anna, fruto del creciente maltrato de su marido, cada vez más celoso y resentido de ella.

Luego de la elipsis donde vemos a Bruno “al otro día”, ya mayor, tirado en una plaza bajo el efecto de algún estupefaciente, el metraje comienza a tornarse inevitablemente tedioso. Se comprende inmediatamente la infelicidad de Bruno y la evidente relación que esto tiene con su niñez y adolescencia familiarmente conflictiva, inestable, vulnerable; sobre todo remarcado por el incansable ir y venir en el tiempo donde vemos las interminables andanzas de Anna, arrastrando a Bruno y Valeria (su inocente hermana menor) de aquí para allá; una mujer cuyas intenciones nunca son malas y es evidente que posee un gran corazón y que da la vida por sus hijos, pero su ingenuidad hace que esa eterna búsqueda por la felicidad deje importantes cicatrices en Bruno y en su hermana. Ahora, con un cáncer terminal a cuestas, Anna pasa sus últimos días junto a Bruno y Valeria, generándose una retrospección general de sus vidas.

El problema principal es que la película acumula, abruma y termina empalagando. Y por sobre todo: aburre. El diálogo sobrecargado, la reiteración de situaciones para remarcar tal o cual aspecto de los personajes, la progresiva acumulación de personajes, los flashbacks insistentes y la duración innecesariamente larga, aletargan y no aportan demasiado a una historia que está cantada desde el principio. No ahorra escenas ni planos entre los flashbacks y el presente para narrar la volatilidad de Anna, el conflicto con su ex-marido, el catálogo de relaciones fallidas (y su consecuente problemática con el género masculino en general) que se generan desde entonces, la ansiedad psicopática de Bruno, al borde de atiborrarse de fármacos; todo esto es repasado una y otra vez, casi tomando por zonzo al espectador. Si con esto pretende homenajear o recordar nostálgicamente la commedia all’italiana, tan característica de los años setenta, termina jugándole absolutamente en contra de sus propósitos narrativos. Así es como, de a ratos, la historia que estamos viendo parece ser apenas una excusa bastante pobre para únicamente intentar homenajear el cine de la época. Donde el conflicto presente de Bruno con su madre es apenas un pasaje para viajar a los setenta y asistir a la filmación de La Mujer del Cura (La moglie del prete) de Dino Risi.

Es cierto que, de a ratitos, uno puede ver a Vittorio de Sica, en la forma en que se trabaja la relación maternal, en el sacrificio de la madre por sus hijos, buscando el bienestar por y para ellos.

Sin embargo, la obstinación por no trabajar un elemento por sobre los demás intentando abarcarlo todo, hace que finalmente observemos un rejunte de cosas que además ya vimos muchas veces.

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