Dirección y Dramaturgia: Eugenia Perez Tomas. Iluminación: Eduardo Maggiolo. Vestuario y Espacio Escénico: Paola Delgado. Fotografía: Luisina Jacinto. Música: La Vibrazona Producción: LcI – Silencio de Negras. Actúa: Candelaria Sesín. Prensa: Simkin&Franco
Adentrarnos en Las Casas Íntimas de Eugenia Pérez Tomas es meterse en el mundo de Anís, una mujer que cuida casas y que se va identificando con los objetos y los espacios que ocupa. Interpretada por Candelaria Sesín, Anís rota de casas y así transmuta su personalidad.
Un excelente texto sostenido con mucha verdad por su intérprete. Un unipersonal cargado de fuerza donde las palabras que enuncia el personaje nos sumergen en una suerte de realidad onírica. Hay tanto de poesía como de realidad. Lo cierto es que uno se pierde en esos pensamientos que Anís va hilvanando en su recorrido por las casas y sus recuerdos. Las historias que ha pasado, las personas con las que ha compartido. El peligro es convertirse en esos objetos, ser tomada por las cosas que nos hacen lo que somos. La quietud de los objetos en oposición a la movilidad humana.
Y aquí es importante la participación de los espectadores: uno no sale de Las Casas Íntimas con una idea acabada y cerrada de la historia de Anís. Debe interpretar, proponerse jugar con los recuerdos desordenados de su protagonista y dejarse llevar por un final tan poético como abrumador. Hay algo de lírico en el texto, parece que las palabras cantaran y nos arrastraran al mundo de Anís.
La luz es fundamental para acompañar al personaje e incluso para adentrar al público en el relato no lineal que la protagonista comparte en un espacio que trasluce esa intimidad que se encuentra presente desde el principio. Y lo hace sin respiro. Saltando de un tema a otro, de una casa a otra, nos hace recorrer cuestiones existencialistas, planteos acerca del amor, la soledad, el dolor. Tanto la luz como la música en determinadas ocasiones, sirven para crear momentos, las atmósferas adecuadas para que la protagonista nos cuente sus emociones. Incluso la fotografía sirve como soporte importante. Cada movimiento de la actriz, cada pose encontrada parece diseñada. La sensación reinante a lo largo de la obra de que cada momento pudiera fotografiarse.
Ya cuando el público ingresa a la sala, se encuentra al personaje en escena, presente en una, sino todas, esas casas. Una luz tenue, un televisor con un efecto lluvia en su pantalla, un sillón, una valija, todo por encima de una alfombra que no está allí azarosamente. Objetos que podrían estar presentes en cualquier espacio que uno habite y que le serán de gran utilidad a la protagonista para ir contando sus recuerdos que les suceden sin un tiempo y sin un lugar definido. Anís terminará travestida en los objetos que son el cúmulo de sus memorias. Como sin las casas que ha habitado encierren sus evocaciones y en el desenlace se vuelvan una. Ella es sus recuerdos, sus recuerdos son ella.
Las Casas Íntimas, más que un unipersonal es una experiencia. Anís te lleva, a partir de su monólogo caótico, a muchos escenarios que podrían ser cualquier otro. Cada casa es un disparador para metamorfosearse con el espacio. Cada casa es un sentir y un modo de vivir.
Teatro: Silencio de Negras – Luis Sáenz Peña 663 (CABA)
Entradas: $ 60.-
Funciones: Sábados 21:00hs.